jueves, 16 de septiembre de 2021

Sermón de Rosh Hashaná 5782

Por el rabino Gustavo Kraselnik

¡Qué locura todo esto!

Recibimos muchas felicitaciones por nuestro video parodiando a los clásicos “Locos Adams”. Aquella popular serie que curiosamente se emitió solo durante dos temporadas. Comenzó en septiembre de 1964 y finalizó en abril del 66. Sólo 64 episodios de 25 minutos cada uno, pero suficientes para dejar en la mente de varias generaciones esa imagen tan emblemática de esta simpática familia cuya locura era la expresión de una mezcla tan divertida, tan fascinante y única, de terror, de humor y de absurdo. 

La palabra locura significa, según la tercera acepción que da el diccionario de la Real Academia Española, “Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.” Así estamos, un año y medio después del comienzo de la pandemia, todavía sorprendidos viviendo una situación anómala que no termina por definirse.

En esta noche sagrada, en este Yom Hadín, este día del juicio en que estamos parados ante la presencia de Dios, les comentó, aquí entre ustedes y yo, que estuve procrastinando la escritura de este sermón a tal punto que pensé que no iba a poder pensarlo y expresarlo como a mí me gusta, escogiendo atinadamente cada palabra.

¿Será que me estoy poniendo viejo? ¿Será que después de 25 años de rabino ya no tengo nada interesante que decir? ¿O Quizás al estar parado frente a la congregación en Rosh Hashaná por vigésima oportunidad (así es, cumplo 20 años de Rabino de Kol Shearith el próximo marzo) ya no soy capaz de presentar algo relevante e inspirador? ¡Qué angustia!

Ideas que van y vienen en mi cabeza, clásicos de Rosh Hashaná. Algún cuento bonito, algunas conexiones, pero la verdad es que no tengo claro, o, mejor dicho, no tenía claro, cual debía ser el enfoque y el contenido para este sermón tomando en cuenta las circunstancias tan extraordinarias que estamos atravesando. ¿Acaso podemos hablar de los temas de siempre, la misericordia de Dios, la liturgia, nuestra teshuvá, en medio de toda esta locura?

Durante los días previos, incluso hoy mismo, mucha gente me preguntaba si vendría mucha gente a la sinagoga. No tengo la menor idea. Por primera vez me cuesta leer la situación de los miembros de la congregación. Tantas variables, tanta imprevisibilidad…

¿Debíamos abrir la sinagoga chica, y el salón Melhado chico? La asistencia al rezo presencial no se trataba solo de un tema logístico, era y es una inquietud mucho más compleja sobre la situación en la que nos encontramos con relación al COVID-19.

¿Estamos ya comenzando a dejar atrás la pandemia y retornando al mundo presencial pleno? En ese caso el sermón debería enfocarse en la necesidad de reconstruir hábitos, de participar de la vida comunitaria y, a la vez en recalcar la importancia de actuar con empatía y solidaridad hacia aquellos que quedaron afectados en su situación, aquellos que vieron reducidos sus ingresos como consecuencia de la pandemia. Sin duda se avecinan tiempos difíciles que requerirán nuestro compromiso como individuos y como congregación.

¿Y si la pandemia no está terminando, sino que estamos en una pausa ante la llegada de una nueva ola como consecuencia de la variante Delta o cualquier otra letra del alfabeto griego? Quiera Dios que no sea este el escenario, pero escuché de varios colegas en Estados Unidos que han debido suspender los rezos presenciales de Rosh Hashaná y de Yom Kipur este año por el dramático aumento de casos. Quiero creer que el índice de vacunación y el respeto a las normas de bioseguridad que hemos tenido impidan la llegada de una nueva ola, pero de ser esa la situación, ¿será que el mensaje de Rosh Hashaná debiera intentar renovar la esperanza de la gente y comprometerla a mantenerse conectada de manera virtual, como hemos hecho durante los últimos 18 meses?

¡Cuánta incertidumbre! Y posiblemente lo peor del caso es que recién dentro de algunas semanas podremos saber en qué situación nos encontrábamos hoy. Si estábamos saliendo de la pandemia o en una pausa entre dos picos. Demasiado complicado. 

Quizás en medio de esta locura lo más sensato ante esos dos escenarios tan disimiles, tan diferentes hubiera sido hacer dos sermones para esta noche de Rosh Hashaná, uno para cada escenario… dos sermones para esta noche creo que sería pedir demasiado, no para mí, sino para la congregación.

Allí me di cuenta de que esa era mi dificultad para escribir este sermón. ¿qué decir cuando no está firme el lugar sobre el que estamos parados? ¿Qué hacer frente a semejante incertidumbre? Estaba atascado. Y como siempre ocurre, al menos en las películas de Hollywood, la inspiración llega en el momento adecuado.  

Llevo varios días leyendo el libro “Los errantes” de la escritora polaca Olga Tokarczuk, premio nobel de literatura en 2018, donde hay una serie de relatos de distintas dimensiones sobre experiencias de viaje. Y allí encontré un brevísimo cuento llamado “Bolsa de mareo.” En el relata que en un vuelo entre Varsovia y Ámsterdam encuentra escrita una frase en el fondo de la famosa bolsa que se coloca en los respaldares del avión para cuando uno está mareado: “12-10-06 Vuelo a ciegas a Irlanda. Destino Belfast. Estudiante de la universidad politécnica de Rzeszow.”

La autora se pregunta con toda curiosidad que tal habrá resultado la vivencia de este estudiante que dejaba su ciudad para ir a una experiencia académica en el extranjero. Anhelaba encontrar la respuesta en otra bolsa de mareo en algún viaje futuro, pero eso, afirma la autora resignada, eso no va a ocurrir porque tal como lo escribe: “Se que solo la inquietud y la incertidumbre inducen a escribir en bolsas de mareo. Ni la derrota ni el mayor de los éxitos estimulan la escritura”. 

Fue una suerte de revelación. 

Y en una especie de bolsa de mareo imaginaria me comenzaron a aflorar las ideas. Comprendí que es precisamente la incertidumbre la que demanda un mensaje, es la angustia de la inquietud la que nos obliga a decir algo relevante.  

Posiblemente en un formato diferente, de una manera distinta, coincidirán conmigo que a nadie se le había ocurrido que se podía hacer en una bolsa de mareo, pero es en situaciones de zozobra, de intranquilidad y de nerviosismo, cuando en verdad las palabras se vuelven imprescindibles. Es en medio de tanta locura cuando se requiere un poco de lucidez.

Otra vez la locura. Y vuelvo a nuestro video de los “Locos Adams.”

Llevamos años haciendo videos de saludo de Rosh Hashaná, de todo tipo. Algunos más sofisticado, otros más sencillos; a veces con la participación de la gente de la congregación, otras con niños y jóvenes; algunos con melodías más pegadizas, mensajes más simpáticos y por lo general siempre son recibidos de manera muy positiva. Pero el de este año superó todo lo anterior. Recibimos decenas de comentarios en persona, por WhatsApp, en las redes diciéndonos cuanto les había gustado el video imitando a los locos Adams.

Y yo creo que el video gustó - y esta es una interpretación muy personal - no solo por ver a todo el equipo de la congregación interpretar tan bien a los personajes de la serie sino además porque el mensaje que envía es el único mensaje sensato que se puede afirmar en medio de toda esta locura que estamos viviendo.

Y entonces caigo en cuenta que ahí estaba mi sermón, adentro del video estaba mi sermón de esta noche. En un formato diferente al habitual, casi imperceptible, testimonio de la incertidumbre de estos tiempos

Les cuento; Nurit grabó la canción, Ruthy hizo el video, un talento nuevo que descubrió gracias a la pandemia, entre ambas escribieron la canción y todo el equipo se encargo de los atuendos. Mi único aporte fue el mensaje con el que abre y cierra el video ¿lo recuerdan?

El video empieza con la imagen de las palabras Kol Shearith Family en una tipografía similar a la de los “Locos Adams”, eso es mérito de Andrea, nuestra Community Manager, y una frase que dice: “No hay duda de que el 5781 fue un tiempo de locos…” (la frase original decía un año de locos pero esa fuente no tenía letra ñ y por ese tuvimos que cambiarla, esa es otra historia)

Después viene la canción con esas imágenes tan divertidas y esos efectos en blanco y negro que lo hacen parecer como si fuera la original de 1964, y al final, retomando el texto de apertura dice: “Y quizás este 5782 que comienza también sea un poco loco, pero lo más importante es que estemos juntos.”

Este es mi mensaje para esta noche: Lo más importante es que estemos juntos.

Quizás suene demasiado simple para una jornada cargada de tanta solemnidad. Es posible. En mi defensa puedo alegar que no se puede ser muy sofisticado escribiendo en una bolsa de mareo.

Puede que sea simple, pero créanme que es mi convicción más profunda. 

En estos tiempos tan complejos y desafiantes para cada uno de nosotros, la esperanza radica en saber que vamos a seguir estando juntos, apoyándonos y compartiendo la vida como lo hemos hecho siempre

Ante la incertidumbre del futuro que tanto nos inquieta debemos recordar que es nuestro compromiso recíproco de seguir construyendo juntos esta vida en común, el pilar al cual debemos aferrarnos.

Cuento contigo, y contigo y con cada uno. Nos necesitamos

No tengo la menor idea de cómo sigue esta historia, si estamos llegando al final del túnel o todavía nos queda un tiempo más en la oscuridad. Lo que si se es que si estamos realmente juntos seremos capaces de atravesar la tormenta y llevar el barco a tierra firme.

Shaná Tová y que seamos inscriptos en el Libro de la Vida.

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