viernes, 17 de septiembre de 2021

Sermón de Yom Kipur 5782

Por el rabino Gustavo Kraselnik

Estamos en temporada alta. En términos sinagogales, los Yamim Noraim son temporada alta.

El nivel de actividad comunitaria propio de esta época del año desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur es de una intensidad tal que supera ampliamente la media, y eso sumado a la rutina trae como resultado una agenda apretada.

Por esa razón, desde hace muchos años, cuando se acercan las fiestas de Tishrei, yo incorporo en mi cabeza una suerte de variable: AYN o PYN, es decir, Ante Yamim Noraim o Post Yamim Noraim. Cualquier invitación o cualquier propuesta que recibo durante las semanas previas atraviesa ese filtro mental.

Si es AYN y no queda demasiado cerca de Rosh Hashaná, que es cuando la efervescencia del movimiento comienza, acepto gustoso; y si es PYN, salto de alegría porque en ese momento del año, en las semanas previas a Rosh Hashaná, me da la sensación de que después de Yom Kipur es como estar en la playa, no pasa nada. Por supuesto que es una visión distorsionada de la realidad, pero quien me quita esa ilusión.

Les cuento esto porque hace más o menos un mes atrás recibí una invitación interesante. La hermana Rosmery Castañeda, directora de la Escuela Bíblica de la Arquidiócesis de Panamá me solicitó que, en el espíritu del diálogo interreligioso, hiciera una exposición desde las fuentes judías en un congreso internacional virtual que reúne a jóvenes misioneros cristianos de distintos países de la región. Cuando pregunté la fecha vi que era PYN (Post Yamim Noraim): domingo 19 de septiembre. Así que contesté que podían contar conmigo.

Algunos días más tarde, me sugirió el tema de la ponencia: “El Éxodo, el camino de liberación del pueblo judío.” Interesante, me pareció bien. Yetziat mitzraim, la salida de Egipto, la libertad, etc., “estamos bien” pensé - básicamente tengo que hablar de Pésaj. “¿Y de cuánto tiempo debe ser la exposición?” 45 minutos (¡45 minutos! Imagínense que mi zona de confort para hablar es de unos 15 minutos – pueden tomar el tiempo de este sermón – tengo que preparar 45 minutos…)

Pero hay algo más. Cuando mire con detenimiento la agenda, me di cuenta de que Kipur termina jueves en la noche, después viene el viernes, que es solo medio día útil para hacer todas las cosas que deje para después de Kipur, luego después shabat y el domingo es el día de la exposición de 45 minutos. ¡Qué terrible error!

Reconozco que mi mecanismo no funcionó de manera apropiada, así que en medio de estos Yamim Noraim no me quedó más remedio que empezar a preparar mi ponencia sobre Pésaj para este domingo, por lo que verdaderamente me encuentro en una paradoja. No sé si estoy en mejores condiciones esta noche para hablar sobre Pésaj que sobre Yom Kipur.

Pésaj o Yom Kipur

Pensando este sermón en medio de esta disyuntiva me acordé de que varios años atrás, mi primer o segundo año como rabino de Kol Shearith, todavía en la antigua sinagoga de Avenida Cuba comencé mi sermón de Kol Nidré cantando Ma Nishtaná, la canción emblemática de Séder de Pésaj y preguntaba precisamente por que esta noche, la noche de Kipur, es diferente a todas las demás.

No hay duda de que Ma Nishtaná es también una pregunta apropiada para esta jornada solemne; los rollos de la Torá vestidos de blanco frente a toda la congregación, la sinagoga repleta, el clima de solemnidad, la gente vestida para la ocasión. Es el único día al año que la gente llega temprano a la sinagoga. Ma Nishtana Halaila Haze.

Se me ocurrió entonces que quizás pudiéramos ver si es posible conectar Pésaj con Yom Yipur; compararlos, detenernos en las semejanzas y en las diferencias para tratar de sacar algunas conclusiones valiosas.

Con ese objetivo en mente ¿qué fue lo primero que hice? Lo que haría cualquier rabino inspirado por siglos de sabiduría judía: fui a Google y tecleé Yom Kipur y Pésaj, a ver qué salía.

Lo primero que me apareció fue un artículo muy interesante del año 2013 que daba cuenta de una encuesta en la judería de los Estados unidos que preguntaba cuál era la festividad judía más significativa. Yom Kipur y Pésaj, en ese orden, encabezaban la lista. Son los días sagrados más importantes del año. Sugestivamente la encuesta también mostraba que para los más jóvenes, la brecha entre ambas celebraciones era menor que para sus mayores. Tema interesante para pensar… otro día.

Google me aportó además algunas puntas más para conectar ambas festividades.

La lectura de la Torá que hacemos en la mañana de Yom Kipur, que describe el ritual de la expiación (Vaikrá, Levítico cap. 16) es también el comienzo de Parashat Ajarei-mot que generalmente se lee la semana anterior o la semana siguiente a Pésaj.

Pero no solo es la cercanía en la fecha. Una lectura pormenorizada del protocolo descripto nos trae algunos vínculos interesantes. El lugar central del chivo expiatorio, aquel en el que se depositan simbólicamente las faltas del pueblo, en el ritual de Yom Kipur y el animal que se presentaba como ofrenda de Pesaj. El uso de la sangre como elemento expiatorio en el sacrificio que se ofrendaba a Dios en Yom Kipur y la utilización de la sangre del animal ofrendado como elemento de protección de las casas israelitas en la última plaga en aquel primer Pésaj en Egipto.

Y si salimos del texto bíblico y avanzamos en la historia, encontramos la descripción que realiza el Talmud de los preparativos del Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) para el ritual expiatorio de Yom Kipur, cuando por única vez al año entraba al Kodesh Hakodashim, al Santo de los Santos y pronunciaba el nombre inefable de Dios. Es tal el nivel de minuciosidad de esa preparación que se asemeja a la complejidad de las disposiciones que tiene la preparación de nuestros hogares para la celebración de Pesaj.

Y podemos también encontrar conexiones interesantes con el Seder.

Comenzamos el Maguid, el relato, mostrando la Matzá y diciendo: “Este es el pan de la pobreza… que venga y coma todo aquel que tenga hambre”, y en Yom kipur en la lectura de la Haftará que haremos mañana en la mañana el profeta Isaías nos recuerda que el ayuno que Dios quiere de nosotros es aquel en el que compartimos nuestro pan con el hambriento.

Bejol Dor Vador, “En cada generación cada uno debe verse como si el mismo hubiera sido liberado de Egipto”, así dice la Mishná en el tratado de Pesajim y nosotros lo repetimos cada año cuando leemos la Hagadá. Volver a atravesar la experiencia. No solo contar la historia, sino también revivirla.

De igual forma los sabios estructuraron Yom Kipur para hacernos viajar en el tiempo. Como dijimos antes, leemos en la Torá el ritual de la expiación, en la Haftará escuchamos al profeta Isaías hablar a sus contemporáneos en un Yom Kipur de hace unos 2500 años y luego casi al final del Musaf nos trasladamos a Jerusalem para asistir al ceremonial que mencioné recién, que se hacía en este día en el Beit Hamikdash. Viajamos al pasado para comprender el presente.

Y también en ambas jornadas sagradas miramos el futuro. Terminamos el Séder con las mismas palabras con las que mañana cerraremos nuestro día de ayuno y plegaria: “Leshaná Habaá Birushalaim, el año próximo en Jerusalem.” La esperanza redentora se hace presente.

Pésaj y Yom kipur tienen en común la mirada hacia el pasado y la proyección hacia el futuro.

Como ven hay más cosas en común de las que podíamos suponer a priori entre Pésaj y Yom Kipur, pero claro está, también hay diferencias significativas. En Pésaj la comida es un punto muy importante y en Yom Kipur estamos ayunando.

Pésaj dura 8 días y está basada en un hecho histórico, la salida de Egipto, mientras que Yom Kipur dura un solo día (gracias a Dios) y desde sus orígenes estuvo enfocada en la conexión del ser humano con lo trascendente sin asociarse a un evento particular.

En Pesaj la acción central ocurre en el hogar sentados alrededor de la mesa, en la intimidad familiar celebrando el Seder, mientras que en Yom Kipur lo trascendente ocurre en la sinagoga. El Kol Nidré, las plegarias, el Izkor la Neilá…

En Kipur dependemos de nuestra Jazanit que nos guía en la plegaria con la esperanza de que nuestras oraciones lleguen al cielo, quizás sea una reminiscencia del rol del Cohen Gadol durante la época del Templo, mientras que en Pesaj cada uno tiene que hacerse cargo de su propio Seder, cada padre y cada madre se convierte en un Cohen Gadol.

En Pesaj la pregunta es la dinámica por excelencia. La interacción que incluye a todos desde el más pequeño preguntando Ma Nishtana Ha Laila Haze hasta las personas mayores relatando los detalles de la Hagadá. Yom Kipur nos encuentra unidos, pero no dialogando, rezando juntos, con nuestras palabras y nuestros pensamientos dirigidos al cielo

Pareciera ser que, así como comparten su visión de pasado y futuro, Pésaj y Yom Kipur discrepan radicalmente en el presente.

O quizás más que tener perspectivas diferentes, pudiéramos pensar que son complementarias. ¿Qué tal si contemplamos ambas festividades, con todas sus diferencias como dos piezas sueltas de un rompecabezas que solo cuando logramos ensamblarlas nos dejan ver la imagen completa?

Pesaj se enfoca en la dimensión familiar, en la transmisión de la tradición (ambas palabras conectadas etimológicamente tanto en español como en hebreo), en forjar la identidad de las nuevas generaciones a partir de un ritual íntimo, personal. Pesaj es el encuentro intergeneracional en el seno del hogar. Así como aprendemos las cosas básicas de la vida en nuestro hogar, a caminar a comer a ir al baño, también debemos aprender los aspectos fundamentales de la vida judía en el hogar.

Por el contrario, Yom Kipur nos trae la dimensión comunitaria de la vida judía. El ser parte de algo más amplio. El compartir la vida en su totalidad, en la experiencia sinagogal de la liturgia que demanda un minian, un quorum mínimo porque solo como colectivo podemos lograr una plegaria plena.

Yom Kipur representa eso tan extraordinario que es estar juntos. Y como siempre pasa apreciamos las cosas cuando no las tenemos y si algo aprendimos en este último año y medio (espero que lo hayamos aprendido) es cuan necesario es precisamente esto: estar juntos. Estar juntos para las celebraciones y para lo cotidiano, para los momentos de alegría y también para los otros. Reunirnos, rezar, compartir…

Pesaj define nuestra pertenencia como individuos en el marco familiar, Yom Kipur hace lo mismo en la dimensión colectiva. Una vida sin Pesaj esta vaciada de contenido y una vida sin Yom Kipur no alcanza a desarrollarse.

Necesitamos de ambas.

Necesitamos enriquecer nuestra vida familiar y nuestra vida comunitaria.

El pasado nos inspira y el futuro nos llena de esperanza, pero para conectar ambos, judaicamente hablando, debemos vivir una vida plena, en nuestros hogares y en comunidad.

De Rosh Hashaná a Yom Kipur es temporada alta, pero tengamos presente que la tarea importante, donde en verdad hacemos la diferencia, no solo yo sino también cada uno, la tarea realmente importante aquí y en nuestros hogares es la que hacemos, es la que tenemos que hacer, desde Yom Kipur hasta Rosh Hashaná.


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