viernes, 12 de febrero de 2010

Parashat Mishpatim

Éxodo – Shmot  21:1 - 24:18
Haftará: Reyes - ( Libro 2 ) 12:1- 17

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Mario Gurevich
Sinagoga Beth Israel, Aruba
 

La parashá de Mishpatim contiene leyes y preceptos de la más variada índole. Pero lejos de ser un árido código legal, nos aporta un extenso patrón de conducta que, de ser observado, no sólo asegura el correcto funcionamiento de la red social, sino la elevación de las personas a un grado superior de la vida espiritual.
Las leyes de la Torá, aunque muy antiguas, no son las más antiguas sobre la tierra. Muchos precedentes, como el Código de Hammurabi, las leyes de Eshmuno en Mesopotamia, las leyes sumerias del rey Urnamu (solo por mencionar algunas de las que han llegado a nosotros), fueron sin duda conocidas por los primeros hebreos y sus descendientes, para quienes esta extensa lista no significaba una novedad sorprendente.

Sin embargo, las leyes de Mishpatim tienen una diferencia sustancial frente a sus precedentes: su base moral; la igualdad del hombre ante la Ley, sustentada en la justicia y en la palabra de Dios.

El texto incluye relaciones de trabajo, la santidad en la vida humana y la integridad de su cuerpo, las sanciones contra los que la violan, las compensaciones por daños hechos por el hombre, animal o fuego, leyes contra robo y hurto y sus sanciones, preceptos contra costumbres de idolatría, seguridad para los pobres e indefensos, respeto y honor hacia Dios y los jefes del pueblo, igualdad absoluta sin excepción ni privilegio hacia el cumplimiento de la ley, preceptos para los días sagrados y fiestas y el modo de celebrarlos.

Todas son indicaciones intemporales y válidas aún en nuestros días. Por supuesto, sería difícil encontrar hoy en nuestras ciudades un buey que es “corneador de ayer y anteayer”, pero sí es claro que la intención es establecer la responsabilidad de las personas que mantienen bestias u objetos con capacidad para hacer daño. Asimismo, la ley toma en cuenta factores humanos y no juzga solamente el hecho sino también las intenciones, estableciendo la diferencia entre delitos culposos y dolosos, como en la mayoría de las jurisprudencias contemporáneas.

Pero aquí, como en tantas otras cosas, un elemento fundamental de la ley es el lector y la correcta interpretación que dé al texto escrito. Valga como ejemplo la famosísima ley del “Talión”, la del “ojo por ojo”, que hace parte de este texto y que sirvió a muchos para acusar a la Torá de ser un texto vindicativo y bárbaro, y que no es mas que una pauta de compensación por daño que nunca implicó la mutilación del agresor, sino una adecuada reparación del agredido. Otras, como las leyes sobre bienes mostrencos, nos permiten extraer pautas morales que, aunque no fuera la intención original, están perfectamente dentro de sus parámetros y su espíritu.

“Cuando encontrares el buey de tu enemigo o su asno, tornar lo tornarás a él”, y si esto es válido para bienes y aun para enemigos, cómo será cuando el que pierde algo es un amigo, un hermano, y ni siquiera sabe qué es lo que ha perdido.

Es nuestra obligación tratar de devolver la fe y el amor por la Torá a aquellos que la han perdido, intentar al menos hacer reencontrar el camino de nuestras sinagogas y oraciones a quienes aparentemente lo han olvidado y, como en el caso de los animales perdidos, si no conocemos a sus propietarios, cuidarlos amorosamente hasta el día en que ellos vuelvan por sí mismos a recogerlos.

Shabat Shalom,

Rabino Mario Gurevich
Sinagoga Beth Israel, Aruba

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