jueves, 5 de agosto de 2010

Parashat Reé

 Devarim - Deuteronomio 11:26 - 16:17

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Mario Gurevich
Sinagoga Beth Israel
Aruba

Ve! Yo pongo frente a ustedes hoy, bendición y maldición.

La lectura de hoy comienza con una orden extraña: ver. Y digo extraña porque nuestro historial monoteísta va mucho más con lo auditivo que lo visual. Ya los mandamientos prohibían la reproducción de imágenes y por supuesto cualquier tipo de culto relacionado con ellas.


Antes más bien, se nos reitera permanentemente la necesidad de escuchar, de oír atentamente.

En la lectura de Ekev, la semana pasada, Moshé dice al pueblo: “Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y observado, el Señor tu Dios guardará contigo el pacto y la bondad que prometió a tus padres” (Deut. 7:12).

Hay un comentario de Rashi que se refiere a la palabra “oír”, señalando, sin entrar en muchos detalles –claro -, que con sólo escuchar seremos recompensados con el pacto de bondad, un pacto de amor.

Una relación de esta naturaleza no se forja meramente en la obediencia sino en el amor. Y el amor está en las cosas pequeñas, en los detalles, en esa particular atención que “oye” los susurros, las intenciones, los deseos no expresados y las necesidades.

Ese mismo oír está en el corazón de lo que consideramos la expresión más sucinta de la fe judía: “Sh’ma Israel…Oye Israel, Dios nuestro Señor, Dios es Uno”.

Oír esta inmediatamente seguido de amor: “Veahavta… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo lo que tengas”.

¿Entonces por que hoy se nos ordena ver? Porque Dios nos dice que ha puesto delante de nosotros bendición y maldición y está en nosotros ver atentamente y tomar las decisiones correctas en esta vida.

Así como hay personas que hablan y no dicen nada, así hay quienes miran pero no ven; la información está a la vista pero ellos pasan frente a ella sin siquiera darse cuenta.

Dios creó un mundo ordenado, uno de cuyos principios es el de acción y reacción, o causa y consecuencia. Sin embargo la capacidad humana de negar las consecuencias es abrumadora.

La negación puede ir desde cosas absolutamente ligeras, como comer una segunda porción de postre sin creer que no podremos abotonar la ropa al día siguiente hasta cometer delitos sin creer que algún día seremos descubiertos.

De alguna manera esto es una reedición del tema de la destrucción del Templo: Una larga serie de profetas advirtieron  que las consecuencias de las transgresiones del pueblo serian la derrota, la destrucción y el exilio. ¿Acaso no les creyeron?

Es que por cada profeta verdadero, hubo muchos falsos profetas. Contra quienes nos advierte la Parashá de hoy en lo que podría ser el corolario del tema “ver” y “oír”:

“Cuando se levantare en medio de ti profeta o soñador de sueños…no darás oído a las palabras de tal profeta…” (Deut. 13:1-3).

La voz de los falsos profetas, externos o internos nos dicen: “Puedes hacer lo que quieras, todo saldrá bien”. La verdadera profecía nos advierte: “Se consciente de las consecuencias de tus actos".

No hacerlo puede llevarnos a resultados tan insignificantes como ganar unos cuantos gramos de más o tan cósmicamente catastróficos como la destrucción del Templo y la ausencia de la Presencia Divina de nuestras vidas.

Séanos dado poder oír las voces del silencio para construir relaciones de amor en nuestro entorno y ver las bendiciones y maldiciones que tenemos al frente para poder tomar las decisiones correctas que encaminen nuestra vidas.

Shabat Shalom.

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