Amiga, hermana, compañera, buena, cariñosa son algunas de las cosas que se pueden decir de ella.
Una gran amiga, que escuchaba y estaba siempre allí para todos y cada uno. Como una hermana incondicional.
Compañera de trabajo, compañera de mates, compañera en fin.
Dedicada cien por ciento a todos los chicos, especialmente a los más pequeños, que cuando la veían dentro y fuera del ámbito de la escuela corrían a abrazarla.
Bueno, como nadie más, Inés fue una gran e integra persona.
Aunque hayan pasado un par de años de su partida física, ella sigue estando en cada rincón de nuestras vidas. Cada vez que planeamos una actividad en el colegio, recordamos con cariño como lo hacía Inés y como los niños disfrutaban y tratábamos de aprender algo de lo que ella les decía.
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Aunque hayan pasado un par de años de su partida, mis hijos todavía preguntan y discuten donde está y cuándo la van a volver a ver.
Aunque hayan pasado un par de años de su partida, todavía recuerdo las largas charlas y mates compartidos.
A cualquier hora y en cualquier lugar, algunas noches dando vueltas en el auto de regreso a su casa esperando que Liel por fin se duerma, o los domingos a las 6.00 am saliendo con los chicos al Causeway, haciendo caminatas con cochecito y mate.
Aunque hayan pasado un par de años de su partida física, siento que ella aún está aquí.
Y aunque a veces me pongo a extrañarla, ya que no podemos compartir tiempo físico. Lo importante es todo de lo que de ella ha quedado.
Ojalá que Inés siga viviendo en la memoria de todos como vive en la mía.
Nurit Meresman Azoulay
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