jueves, 25 de febrero de 2016

Ki Tisá 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana.

Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore
Bogota, Colombia

La parashá de esta semana contiene, entre otros temas, uno de los episodios más conocidos del libro de Shemot, el episodio del becerro de oro.

Es tan imponente el relato, y presenta tantos dilemas, que a veces pasamos por alto el primero de los versículos que nos introduce en dicha dice que "el pueblo vio que Moshé se demoraba en descender de la montaña".

Rashi, en su comentario a ese Pasuk acerca de la demora de Moshé dice "Moshé les había dicho que iba a regresar dentro de 40 días, en las primeras seis horas del día. Ellos pensaban que el día en el que él había subido al monte Sinai era parte de la cuenta, mientras que él se refería a 40 días completos, es decir comenzando a contar desde esa noche. Como ascendió el día 7 dfe Sivan, la cuenta comenzó la noche siguiente y finalizó el 17 de TAmuz. Pero el 16 de Tamuz el Satan vino y creó caos en el mundo, les mostró oscuridad y una densa niebla caótica, para que ellos temieran que Moshé había muerto"

¿De dónde saca Rashi que el pueblo esperaba que Moshé descendiera en las primeras seis horas del día? La palabra 'demorado' se dice en hebreo 'boshesh', que puede leerse también 'be shesh', a las seis.

La puntualidad era una virtud que los sabios ya habían destacado, cuando Moshé dice "a esta hora mañana, traeré granizo sobre la tierra" y el Midrash enseña que precisamente a la misma hora que él lo había dicho, 24 horas después.

Similar a él, Abraham cuando es llamado a ofrendar a su hijo en el Monte Moriah madruga por la mañana para estar en el lugar indicado, a la hora indicada. 

Más adelante en el tiempo, la tradición rabínica también destaca la importancia de la puntualidad en todo lo referente a plegarias y sacrificios. Un famoso dictum talmúdico dice 'avar zemanó, batel korbanó', es decir que si se pasa el tiempo para traer un sacrificio, se pierde esa ofrenda. Los tiempos en la tradición judía siempre fueron algo que se cuidó con minuciosidad. Un cuarto de hora que se nos pasa y ya es tarde para recitar el Shemá o para rezar determinado rezo. Quizá por ello, los piadosos más cuidadosos solían levantarse bien temprano a la mañana para rezar con el alba.

Resulta entonces un tanto extraño que con el tiempo nos hayamos desviado de este valor y hayamos adoptado el 'JST' (=Jewish Standard Time, que es el huso horario con el que nos solemos regir. Media hora más tarde de lo pautado está siempre OK entre judíos).

Cuando el Kabalat Shabbat se anuncia 6.30, todo el mundo sabe que comienza 6.45. Cuando una boda está invitada para las 9, todos saben que pueden llegar a las 9.45 y aún tener unos minutos para mirarse al espejo antes de que entre la novia. Pareciera que esta virtud de la puntualidad, que los sabios intentan resaltar, con el tiempo ha quedado un tanto relegada.

Hace algo más de dos años comencé a servir en la Asociación Israelita Montefiore, una comunidad fundada por judíos de orgien alemán a fines de la década del '30. Aún después de 25 meses, cada tanto me impacta llegar a las 7.01 a Shajarit y ver que el rezo ya ha comenzado. Los 'Yekkes', famosos por su minuciosidad y su afinada capacidad para tener la hora justa, aún no han perdido el valor de la puntualidad y consideran casi una ofensa el comenzar 7.01 (o 6.59) si el rezo debe comenzar a las 7. 

Aún si llueve, si la alcaldía decretó día sin carro o si hay un importante partido de fútbol. Los rezos y actividades comienzan a la hora convenida. Al principio pensaba que esta conducta rozaba la obsesividad, pero con el tiempo fui descubriendo el sabor de esta virtud que aunque no lo mencionemos muy seguido, es un valor milenario de nuestra tradición. Respetar los tiempos convenidos es respetar al prójimo y a la comunidad. Es mostrar que el tiempo del otro nos es valioso y que nuestro compromiso se sostiene aún cuando nos implique correr un poco.

Cuando era niño, había una divertida serie de televisión que se llamaba "Parker Lewis". Una de las frases emblemáticas de ese grupo de adolescentes era "Caballeros, sincronicemos relojes" . En el espíritu de esta Parashá, y viendo lo grave que resultó la demora de Moshé, los invito a sincronizar relojes y recuperar en nuestras comunidades el valor de la puntualidad.

shabbat shalom
Rab Guido Cohen

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