viernes, 12 de febrero de 2016

Terumá 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica

“Dar es dar”

Parashat Trumá nos enfrenta cara a cara con la naturaleza de “dar”. Trumá significa aporte, y se refiere al medio Shekel que cada uno debía aportar para contribuir al colectivo.

A estos aportes, se le agregaba para ser más ecuánime, la Nedavá, que era el aporte voluntario, de acuerdo a la capacidad de cada uno.

Además de esto, la ley bíblica preveía todos los años un aporte del 10% conocido como Maaser. Había para los pobres y para los Leviím, que llevaban adelante el culto.

De esta manera, se podía aún en el desierto árido y seco, soñar con crear una sociedad más justa, entre todos y para todos.

“Dar” no solamente permitía al individuo “pertenecer”. No sólo era una obligación legal. Tenía que ver con un precepto religioso. El hombre es quien debe pulir su espíritu a través de su Trumá, su Nedavá, sus Maasrot y su Tzedaká. Recién ahí, con seres sensibles, sería posible crear un Minián y un Pueblo sagrado.

Me pregunto: ¿Qué significa crear un grupo entre todos y para todos?

Se me ocurre pensar que cada uno debería dar lo suyo, preferentemente lo mejor de sí mismo, para que después, entre todos, se repartan el resultado. Se crea así una fuerza increíble, donde el todo es siempre tremendamente más poderoso que la suma de las partes.

Por eso, los rabinos desarrollaron la idea del Minián y de la Kehilá. Hay que unir fuerzas, talentos y capacidades.
Hay que intentar dar lo mejor de uno para recibir la bendición de sentirse acompañado por su Comunidad, especialmente en los momentos difíciles, de prueba y de crisis.

Necesitamos dar, para creer en un sueño común.

Y necesitamos dar, para sentirnos capaces de recibir.

¿De qué estamos hablando? De dinero, pero no sólo de dinero.

Aquel que sólo toma y recibe, sin siquiera pensar que es necesario que de algo de si, es como si estuviese robando.

No todos podemos dar lo mismo, pero todos, sin excepción, podemos dar algo. Aún así, no es del dinero de lo único que nos podemos valer para dar. El dinero es sólo un símbolo, hoy  en día, idolatrado y endiosado. Pero dar, pasa también por dar tiempo, trabajo, afecto, o aquello que uno sabe y puede hacer.

La Trumá es dinero, pero es mucho más que eso: es dejar de exigir, o por lo menos, acompañar la exigencia, con la convicción de que se está dando lo mejor de uno.

Necesitamos contagiarnos del espíritu de seres dadores, cuya Trumá no fue, sino que sigue y seguirá marcando el camino que nos habla de cómo vivir en sociedad.

Shabat Shalom!
Rabino Darío Feiguin

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