miércoles, 23 de diciembre de 2009

Parashat Vaigash

Bereshit - Génesis 44:18-47:27
Haftará: Ezequiel 37:15-28


Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Joshua Kullock
Comunidad Hebrea de Guadalajar, México

En el Talmud de Jerusalem (Tratado de Jaguiga 2:7) se nos cuenta la siguiente historia:

“Rabi Iudan el príncipe envió a Rabi Jia, Rabi Asi y Rabi Ami a pasar por todas las pequeñas ciudades de Eretz Israel a fin de establecer en ellas maestros y educadores. [Luego de algunos días] llegaron a una aldea en donde no encontraron ninguno. [Se presentaron frente a las autoridades locales y] les dijeron: Preséntennos [por favor] a los guardianes de la ciudad. [Ellos entonces] les trajeron a los [soldados] que cuidan [las murallas de] la ciudad. [Los rabinos] dijeron: ¿Acaso son estos los guardianes de la ciudad? ¡Estos son los destructores de la ciudad! [Asombrados, los dirigentes locales] preguntaron: ¿Y quiénes son entonces los guardianes de la ciudad? [Los rabinos] contestaron: [los guardianes son] los maestros y educadores, ya que como está escrito: ‘Si Ad-nai no edifica la casa, en vano trabajarán los constructores’ (Salmos 127:1).”

Este corto pero interesante texto ha sabido moldear e inspirar por generaciones la concepción judía de la educación. Nosotros, como judíos, nos hemos enorgullecido de que históricamente los niveles de alfabetización en nuestro pueblo siempre fueron muy elevados, y de que sin importar la posición económica de las familias de cada comunidad, todo niño aprendía a leer al llegar a los cinco años de edad para comenzar a estudiar Tora.
La figura del more (o maestro) como guardián de la ciudad constituye una metáfora fuerte. No necesariamente porque sin maestros las ciudades no pueden físicamente mantenerse en pie. Sino porque sin una red educativa sólida y fuerte no hay estructura social que resista.
Los estudiosos en nuestra tradición encarnan el paradigma del constructor. Y cuando la construcción educativa deja de funcionar, eso en nuestro pueblo es sinónimo de peligro. Al asfixiarse los conductos por los cuales el aprendizaje se hace posible, las sociedades terminan ahogando su propia identidad, y la cultura de la misma queda condenada a diluirse, y sus miembros a asimilarse.
No es casual que este Shabat hablemos de ciudades, de murallas y de peligros que atentan contra la sociedad. Porque este próximo domingo, se conmemora de acuerdo a nuestro calendario el 10 de Tevet. En dicho día, los ejércitos babilónicos comenzaron a sitiar la ciudad de Jerusalem, logrando destruirla un año y medio después. El 10 de Tevet comenzó la asfixia; el 10 de Tevet marca para nuestro pueblo el principio del fin.
Dicho sufrimiento se traduce ritualmente en un día de semi-ayuno. Esto significa que durante las horas del día no comemos ni bebemos, y nuestras Tefilot tienen rezos especiales y lecturas distintas a las del resto del año.
Pero además, desde hace ya algunas décadas, el rabinato en Israel decidió que el 10 de Tevet sea establecido como el día de recitación del Kadish por todas aquellas personas que perecieron en la Shoa y no sabemos exactamente cuando. De esta manera, nos encontramos con un escenario de destrucción, pero también con los retoños que nos permiten creer en la esperanza de renacimiento y renovación.
La conexión entre el relato talmúdico y el ayuno podría quedar en la imagen de la ciudad y en los desafíos que enfrentamos al tener que definir las políticas más efectivas para su defensa y conservación. Sin embargo, la relación es aun más compleja, porque “cuidadores de la ciudad” o en arameo “Neturei Karta,” es el nombre que ha adoptado un grupo de judíos ultraortodoxos que niegan la existencia del Estado de Israel, y apoyan a los gobiernos que proponen su destrucción. Dichos hombres, paradójicamente queriendo cuidar la ciudad, son aquellos que hace algún tiempo atrás estuvieron en Irán participando de un pseudo-congreso que intentaba negar la Shoa. Siendo así, nos encontramos con un grupo que supo tomar un texto talmúdico precioso y transformarlo en una pesadilla. El fundamentalismo ciego de estos hombres los ha transformado de cuidadores en destructores. Estos hombres se han transformado en soldados del ejercito babilónico que generación tras generación desea arrasar con nuestra presencia y nuestra memoria. Su negación del Estado de Israel y de la Shoa son motivos más que suficientes para que este 10 de Tevet ayunemos y nos lamentemos.
Sin embargo, no solo podemos quedarnos en el llanto y la lamentación. Si realmente queremos acallar la voz de los nefastos, si verdaderamente queremos alzarnos por sobre los intentos de destrucción de los de adentro y de los de afuera, es nuestra responsabilidad volvernos sobre los cimientos de la educación y continuar construyendo. La respuesta de nuestro pueblo es la educación sostenida y el aprendizaje continuo de los valores de nuestra tradición. Porque es en dichas acciones que nosotros encontramos esperanzas creativas y renovadas. Que podamos entonces abocarnos a la tarea, y como dice el Salmo, quiera D’s ayudarnos a edificar la casa, siendo nosotros dignos constructores.

Shabat Shalom
Rabino Joshua Kullock

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