viernes, 29 de enero de 2010

Parashat Beshalaj

Éxodo - Shemot 13:17-1750:16
Haftará: Jueces 4:4 - 5:31 

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
 
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

Sufrir con el que sufre
  
En este mundo globalizado, solemos alegrarnos y acongojarnos por las mismas noticias, aún cuando vivamos a miles de kilómetros de distancia y hablemos lenguas diferentes. Un buen ejemplo de esta característica moderna es la terrible tragedia que azotó a Haití, cuyas consecuencias devastadoras nos conmueven hasta lo más profundo de nuestra existencia. Los números intolerables, las imágenes desgarradoras y los relatos de muerte y desolación, nos hacen sentir un nudo en la garganta, y despiertan en nosotros el deseo de ayudar y colaborar de alguna manera.
En nuestra sinagoga, cuando durante el Shabat posterior al terremoto rezamos el Misheberaj por los enfermos, surgió espontáneamente la plegaria por los que aún luchaban por su vida entre los escombros, y por la salud de quienes habían sobrevivido a la catástrofe natural. De igual manera, antes de rezar el Kadish de duelo, todos los presentes pensamos en aquellas miles de almas que fueron truncadas en contados segundos.

En poco tiempo, vimos cómo organizaciones judías de todo el mundo se sumaron rápidamente a las campañas de recolección de dinero alrededor del mundo, para enviarlo a las víctimas del terremoto. Nuestra querida UJCL reaccionó muy rápido también, proveyendo un medio apropiado para que las congregaciones de la zona pudieran hacer llegar su aporte a los damnificados. Todos recibimos correos electrónicos de diferentes instituciones judías llamándonos a colaborar, o informándonos sobre cómo ellas ya estaban ayudando en Haití. También la labor del Estado de Israel fue una vez más motivo de orgullo para todos los judíos del mundo.
Ante tamaño despliegue del mundo judío y la sensación de aflicción que se vivió en nuestras sinagogas, cabe preguntarse si en la tradición judía hay algún elemento innato en relación al sufrimiento ajeno, o si simplemente los judíos reaccionan como seres humanos que son, conmovidos ante la desgracia de sus pares. Quizás la parashá de esta semana pueda ayudarnos a contestar este interrogante.
En la sección semanal de la Torá se relata la maravillosa salida de Egipto, coronada por el milagro de la partición de las aguas y la posterior derrota del poderoso ejercito egipcio. Según el Talmud (Babli Meguilá 10b), el portento divino causó un fuerte impacto no solo en los seres humanos, sino también en los seres celestiales. Al ver la imagen de los hebreos salvados por la mano de D”s y los egipcios vencidos, los ángeles quisieron cantar canciones de alabanzas al Creador. En ese momento, según el Midrash de Rabí Iojanán, el Santo Bendito Sea les dijo: “la obra de Mis manos se hunde en el agua, ¿y ustedes pretenden cantar?” Es decir, D”s no se alegra por la caída de nadie, ni siquiera por la debacle de quienes son considerados arquetipo de maldad. Aun por aquellos que esclavizaron, oprimieron, saquearon, asesinaron y causaron un desconsuelo sin fin, D”s sufre cuando la desgracia los atrapa, incluso cuando Él mismo es el causante de esa desgracia.

He aquí entonces una enseñanza fundamental para nosotros los judíos: el sufrimiento humano es nuestro sufrimiento. Un judío no puede sentirse indiferente ante la desgracia de su prójimo, sea éste el más probo entre los hombres o el más vil entre las criaturas. Ser judío significa sentir empatía por el padecimiento de los demás, conmoverse ante la tragedia ajena, e intentar colaborar para mitigar el dolor. 

En este Shabat Beshaláj, en el cual releemos una vez más la historia sagrada del éxodo de Egipto, que es el milagro hecho alegría y alabanza, no olvidamos que nuestra liberación implicó el sufrimiento de otro pueblo, lo cual nos deja un sinsabor en medio de tanta algarabía. Esa es una característica que llevamos grabada a fuego en nuestro ser judío. Que nunca lo olvidemos.


Shabat shalom,
Rabino Rami Pavolotzky

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