שבת הגדול
Shabat HaGadol
Torá: Levítico 6:1 - 8:36
Haftará: Malachi 3:4 - 3:24
Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Gustavo Kraselnik
Congregacion Kol Shearith Israel, Panamá
En honor al 50° aniversario de bodas de mis padres, Juan y Rosa Kraselnik
Agradecer a Dios por las bendiciones de la vida es una de las sensaciones inherentes a la espiritualidad humana. Todas las culturas poseen mecanismos para expresar este sentimiento que reconoce la intervención divina en nuestras vidas, más allá de lo que cada uno crea que esto significa desde la propia concepción teológica.
Ante los desafíos que la vida nos presenta, “elevamos nuestros ojos a los montes” - como dice el salmista – “de donde vendrá nuestra ayuda” (Salmos 121:1) y luego de superada la difícil coyuntura sentimos el deseo de manifestar nuestro agradecimiento a Dios y sentirnos plenos ante Su presencia.
Ese es el espíritu del Zevaj Shlamim, la Ofrenda de las Paces, que es mencionada tanto en Parashat Vaikrá (Lev. cap. 3), como en la parashá de esta semana (Lev. 7:11-21).
Dice la Torá: “Esta es la ley del Zevaj Hashlamim que será ofrendado a Adonai” (Lev. 7:11). La parte final del versículo – “que será ofrendado a Adonai” - aparece sólo en relación a esta clase de sacrificios y al ser redundante (es obvio que el destinatario del sacrificio es Dios) amerita una explicación del Midrash.
Los sabios (Vaikrá Rabá 9:1) señalan que esta afirmación nos recuerda el hecho de que este sacrificio involucraba una fuerte convicción de la persona al realizar su ofrenda, pues su motivación era exclusivamente el deseo de agradecer a Dios. En este sentido era distinto al sacrificio del Pecado (Jatat) y de la Culpa (Asham) que venían a reparar una falta
Por otra parte, a diferencia de los otros sacrificios que eran totalmente quemados en el altar (Olá - Holocausto) o repartidos entre el altar y los sacerdotes (Jatat – Pecado y Asham – Culpa), una porción del Zevaj Shlamim era consumida por el oferente y su familia en un banquete de celebración. Como explica el rabino Samson Raphael Hirsch (Alemania S. XIX), “el Shlamim es un reconocimiento de la dependencia de nuestro destino en Dios, y su propósito es la consagración de nuestra alegría y felicidad en la condición de nuestra vida." (Comentario a Lev. 7:18)
El Zevaj Shlamim podía ofrecerse como un Korban Todá (sacrificio de agradecimiento después de una salvación en los casos que establece el Talmud en Berajot 54a), como un Korban Neder (sacrificio en cumplimiento de un voto) o como un Korban Nedavá (sacrificio voluntario). En todos los casos la idea central de este sacrificio, tal como las diversas interpretaciones de los nombres de la ofrenda así lo indican (Sifra 156:1), es expresar la sensación de Shalom (Paz) y Shlemut (integridad) entre el oferente y Dios.
Tras la abolición del sistema de sacrificios, el Korbán Todá fue reemplazado por Birkat Hagomel, la bendición de agradecimiento a Dios que se recita después de subir a la Torá luego de haber pasado una situación difícil.
En un sentido más general, el deseo de manifestar nuestra gratitud a Dios fue incorporado a la liturgia diaria en el Modé Aní Lefaneja, que son las primeras palabras que decimos al despertarnos (Te agradezco por haberme dado la vida), en el recitado de la Amidá, en el Modim, precisamente la bendición de agradecimiento a Dios: “...Tu cuidas nuestra existencia y proteges nuestra vida a través de los tiempos por eso Te agradecemos y oramos a Ti...”, y en el Birkat Hamazón, la bendición para después de la comida, donde agradecemos a Dios por el sustento y por habernos concedido la vida.
Mirando a nuestro alrededor, pareciera ser que la bendición del Sheejeianu (que nos otorgasTe la vida, nos sostuvisTe y nos hicisTe llegar a este momento) se ha convertido para muchos de nuestros contemporáneos en el vehículo apropiado para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas y dar testimonio de nuestra gratitud. Justamente debido a la sencillez de su contenido, es que el Sheejeianu logra plasmar ese profundo sentimiento de agradecimiento hacia la Fuente de Vida, que nos embarga en aquellos momentos especiales de nuestra vida, tal como el Zevaj Shlamim, la Ofrenda de las Paces nos invitaba a exteriorizar.
Si me permiten una nota personal, fue esa idéntica sensación de paz y plenitud con Dios y con la vida, la que se contagiaba en la reciente ceremonia de renovación de votos de mis padres en ocasión de su 50° aniversario de Boda. Parados bajo una Jupá sostenida por sus siete nietos, rodeados por sus cuatro hijos y sus esposos, y ante la presencia de familiares y amigos, mis padres dieron testimonio de su amor y su deseo de continuar compartiendo juntos la vida. Las lágrimas de emoción que fluían de nuestros ojos, eran una manifestación de la alegría por la celebración de la vida. Nuestros corazones exultantes daban testimonio de la trascendencia del momento y expresaban el reconocimiento por la intervención de Dios en nuestras vidas.
Es ese mismo reconocimiento, ese sentimiento de gratitud a Dios, tan intenso y tan íntimo, tan personal y tan caro a cada uno, el que acompaña desde siempre a la experiencia humana y el que está destinado a acompañarla hasta el final de la historia, tal como lo establece el Midrash (Vaikrá Rabá 9:2): “En el mundo futuro (época mesiánica) todos los sacrificios quedarán anulados a excepción del Zevaj Shlamim y todas las plegarias quedaran anuladas menos los himnos de gratitud que no cesarán jamás.”
Shabat Shalom y Pesaj Kasher Vesameaj
Gustavo Kraselnik
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