jueves, 2 de febrero de 2012

Beshalaj 5772

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica


Lo urgente y lo importante

La parashá de esta semana comienza con el éxodo de Egipto, permitido por orden de un Faraón abatido tras la décima plaga: la muerte de los primogénitos. La salida debía ser muy rápida, ya que el Faraón podría arrepentirse. Además, quedarse mucho tiempo podía ser peligroso.

Justo cuando la Torá relata la salida de Egipto, aparece el siguiente versículo: "Tomó Moshé los huesos de Iosef con él, porque juramentar había juramentado a los hijos de Israel diciendo: ‘recordar habrá de recordar Elohim a vosotros y haréis ascender mis huesos de aquí con vosotros’" (Shemot 13:19). En el versículo se recuerda que antes de morir Iosef, el hijo de Iaakov, les hizo jurar a sus hermanos que cuando el pueblo hubiera de volver a la tierra de Israel, se llevasen sus restos mortales con ellos para ser enterrados allí junto con sus familiares (ver Bereshit 50:25).

Es interesante notar que mientras que Iaacov juramentó a su hijo Iosef a enterrar sus restos en la tierra de Israel, Iosef juramentó a sus hermanos que llevasen sus restos solamente cuando hubieran abandonado Egipto. Según Rashi, quien cita al Midrash Mejilta, Iosef sabía que solo gracias a su grandeza en el Imperio Egipcio es que el faraón le había permitido salir del país a enterrar a su padre, pero que esa acción no le sería permitida a sus hermanos para hacer lo propio con sus restos mortales. Por eso es que solo pidió a sus hermanos, de acuerdo al Midrash, que a su vez juramentaran a sus hijos y estos a sus propios hijos, que una vez que hubieran salido de Egipto se llevaran sus huesos con ellos.

Pues bien, en nuestra parashá, los hijos de Israel están a punto de abandonar Egipto, y Moshé, al recordar el juramento de sus antepasados, decide llevarse los huesos de Iosef.

Pensemos en la situación: todo el pueblo se está yendo del país, están urgidos, casi escapándose. Según el Midrash, todos se apuraban para empacar lo poco que tenían: algo de comida (matzá) y ropa para el viaje, seguramente algunos animales, alistando los niños… todo muy rápido, y muy posiblemente con mucha confusión. Otro Midrash describe que, en ese momento, el pueblo se dedicaba a “saquear/pedir prestado” Egipto, tal como D”s había prometido.

En ese mismo instante, ¿qué hace Moshé, el líder del pueblo? Moshé recoge los huesos de Iosef y se prepara para llevarlos. Imaginen a la gente apurada, con todas sus cosas al hombro, viendo cómo Moshé junta huesos. Como si esto fuera poco, otro Midrash (Shemot Rabá 20:19) describe que los egipcios habían escondido el ataúd de Iosef dentro del palacio del faraón, y lo vigilaban atentamente, ya que sabían que si los hebreos se lo llevaban, la promesa de redención se habría comenzado a cumplir y ellos abandonarían el país definitivamente. Sin embargo, Moshé removió cielo y tierra para cumplir con el mandato de llevarse los huesos de Iosef.

 Imagínense ustedes entonces la imagen de un pueblo numeroso que escapa con sus pocas pertenencias (ya sean las propias o las que los egipcios les habían entregado), mientras que su líder caminaba al frente con un féretro lleno de huesos. ¿Acaso Moshé se había vuelto loco? ¿Tan urgente era llevarse los huesos de Iosef? ¿No había cosas más imperiosas que hacer?

Creo que podemos aprender algo muy importante de esta acción de Moshé. El pueblo se iba de Egipto para no volver nunca más; entonces, esa era la única posibilidad de llevarse los huesos de Iosef. Quizás había cosas más "urgentes", pero eso era lo “importante”.

La lección aquí es que debemos aprender a diferenciar entre lo urgente y lo importante: por "urgente" me refiero a lo cotidiano, las reuniones de trabajo que no podemos postergar, la gente que debemos atender, el programa de televisión que no podemos perder, etc. Lo que llamamos urgente es lo que hacemos a diario y nos pone nerviosos, porque queremos cumplir con todo. Lo importante, en cambio, son aquellas cosas que marcan la diferencia en nuestras vidas; son los afectos, la familia, los amigos, el estar presentes cuando alguien nos lo pide. El problema es que muchas veces confundimos las prioridades de lo urgente y lo importante.

Cuando nuestras vidas pasan solo por lo urgente, y olvidamos lo importante, entonces estamos fallando, nos estamos equivocando. Cuando no podemos dedicarle el tiempo y la entrega necesarios a las cosas que más apreciamos y queremos, estamos mal… y tenemos que cambiar nuestras prioridades. Lo prioritario debe ser lo más importante, lo esencial, lo que nos da vida y nos inspira a levantarnos cada día. Repasemos nuestras vidas e identifiquemos cuáles son las cosas más importantes, y démosle el tiempo que merecen.

Moshé podía diferenciar lo importante de lo urgente, aún en los momentos de más urgencia. Con un poco de esfuerzo y una buena dosis de sinceridad, nosotros también podemos diferenciarlos; solo nos falta asignar correctamente las prioridades.


¡Shabat Shalom!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, Costa Rica

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