jueves, 25 de octubre de 2012

Lej Lejá 5773

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Joshua Kullock
Comunidad Hebrea de Guadalajara

¿Qué nos moviliza?

Posiblemente esta pregunta encierre uno de los misterios más profundos de la condición humana.  Si supiésemos qué es lo que genera en cada uno de nosotros la necesidad de hacer cosas, entonces podríamos trabajar con ese objetivo en mente, operando desde situaciones particulares con la certeza de que nuestras elecciones repercutirán en los demás, movilizándolos hacia la acción.  Sin embargo, el mundo no funciona de esta manera, y es sumamente complejo determinar qué es lo que nos hace tomar tal o cuál decisión.

Aun cuando no podemos trabajar sobre aquello que deciden los demás, o sobre las razones que los hacen cambiar, lo que sí podemos hacer es analizar un poco las distintas formas de movilizarse que tienen las personas.  En otras palabras: mientras que difícilmente lleguemos algún día a encontrar los mecanismos que activan nuestro deseo de cambio, por lo pronto podemos reconocer dos tipos claros de personas en relación a qué cosas los hacen cambiar.

Por un lado se encuentran los reactivos.  Los reactivos son personas que suelen movilizarse como producto de una situación anterior, la cual por lo general se presenta amenazante.  Aquello que nos da miedo nos hace reaccionar.  Eso parece ser parte fundamental de nuestra constitución biológica, y no es casual que durante las campañas políticas, los candidatos muchas veces prefieren inducirnos a pensar en escenarios de catástrofe (inseguridad, guerra, desocupación, etc.), ya que el miedo a que todo eso ocurra nos hace reaccionar, muchas veces sin siquiera poder tamizar esa reacción de manera racional.  Aplicando este modelo al ámbito de lo judío, pensemos en todos aquellos que promueven la práctica y pertenencia al pueblo de Israel, basados en el antisemitismo y la asimilación.  Aquí vemos también cómo se busca movilizar a las personas a través de presentarles situaciones adversas y amenazantes, en la esperanza de que quienes escuchan el mensaje se decidan a activar, aunque siempre desde la perspectiva de evitar determinadas situaciones, siempre desde la reacción a aquello que no quisiéramos, para nosotros o nuestros seres queridos.

En contraposición a quienes se movilizan en términos reactivos, podemos encontrarnos a los proactivos.  En este caso, lo que lleva a las personas a cambiar no tiene que ver con el miedo que les produce pensar en situaciones difíciles, sino con la decisión subjetiva y personal de producir con sus elecciones cambios en la realidad en la que se encuentran inmersos.  Es decir, no cambian por miedo a escenarios posibles, sino que cambian con la intención de ser los artífices de sus propios destinos.  Parafraseando a Gandhi, se trata de personas que buscan encarnar en sus vidas los cambios que buscan ver en la sociedad que quieren construir.  Se trata de personas que no esperan a que las papas quemen para operar en el mundo; por el contrario, trabajan a conciencia para lograr que esas cosas no sucedan.

Releer en la Torá sobre la vida de Abraham es reencontrarnos con el paradigma de un hombre totalmente proactivo.  Nuestro primer patriarca hizo un cambio profundo en su vida, no por miedo al antisemitismo o a la asimilación, no por miedo a escenarios catastróficos, no por miedo al miedo, sino por amor a un camino que con el tiempo fue profundizando y del cual se sintió cada vez más orgulloso.  Releer en la Torá sobre la vida de Abraham nos permite dar cuenta de que las acciones de un hombre pueden llegar a cambiar la historia de la humanidad, y que el camino que cada uno de nosotros va construyendo debería encolumnarse detrás de propuestas concretas, de búsqueda de realidades mejores y del anhelo de dejar marcas positivas tras nuestro paso, en lugar de esperar a que la realidad nos imponga condiciones para que nosotros reaccionemos (generalmente tarde y mal) frente a lo que ya está pasando.  Mientras que muchos de nosotros nos dedicamos a correr a la vida desde atrás, Abraham nos recuerda que la mejor manera de predecir el futuro es construyéndolo.

Cuando este Shabat volvamos a encontrarnos con los primeros pasos de la historia de Abraham, los invito a que reflexionemos sobre nosotros mismos y nuestras decisiones.  ¿Somos reactivos o somos proactivos?  ¿Operamos por miedo o construimos por amor?  Quiera Ds que en la lectura de Parashat Lej Lejá podamos dar cuenta de quiénes somos, y que por sobre todas las cosas podamos asumir el desafío de generar cambios positivos y proactivos en el mundo, ya que esa es una de las maneras que tenemos a mano para afirmarnos como verdaderos herederos del camino iniciado muchos años atrás por nuestro patriarca Abraham.

Shabat Shalom,
Rabino Joshua Kullock

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