jueves, 4 de octubre de 2012

Sucot 5773


Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino David Cohen-Henríquez
Congregación Kol Shearith Israel

Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo:
tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de derribar, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de  reír; tiempo de lamentarse, y tiempo de bailar;
tiempo de lanzar piedras, y tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de rechazar el abrazo;
tiempo de buscar, y tiempo de dar por perdido; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de rasgar, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de odiar; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
(Kohelet 3:1-8)


Las festividades judías tienen siempre como complemento una lectura de los libros de la sección de Ketuvim (Escrituras). El Cantar de los Cantares es leído durante Pésaj, ya que simboliza la Primavera. Ruth es leída en Shavuot, ya que la fiesta de los primeros frutos y la cosecha del trigo se mencionan en el texto.  Durante Sucot leemos el libro de Kohelet, Eclesiastés. Tradicionalmente atribuido al Rey Salomón, Kohelet pertenece a la literatura conocida como Libros Sapienciales o Libros de Sabiduría.  Este tipo de literatura o escuela de pensamiento era muy conocida durante la Antigüedad, y su estilo es el de otorgar consejos de una manera didáctica, con un carácter humanista y moralista y con una forma, ritmo y estética bastante particulares. A este tipo de literatura pertenecen también el Libro de Job y Proverbios.

¿Por qué en Sucot?

En varias ocasiones, nuestra tradición trata de balancear nuestras emociones.  Por ejemplo, en una boda, un momento de intensa alegría, rompemos una copa para traer a nuestra conciencia la Destrucción del Templo.  En Yom Kippur, un día tan solemne y sobrio, leemos Jonás, que con su fantasía y humor nos da un poco más de ánimos y una sonrisa antes de Neilá.

Sucot es una fiesta en donde se nos manda a estar felices. En la antigüedad, Sucot era la fiesta más importante del año.  De hecho, la mishná se refiere a ella como La Fiesta. Cuando se decía Jag, Fiesta, se entendía inmediatamente que se refería a Sucot.  Era una época de intensa alegría, y hay quienes comentan que la alegría se pasaba un poco de la mano y se tornaba carnavalesca, tal como otras naciones del mundo hacían al celebrar sus festividades de petición de lluvias. Según algunos académicos, la noción de separar a hombres y mujeres durante las plegarias tuvo origen como consecuencia de estos actos durante Sucot.

Pareciese entonces que, en medio de tanta alegría, es bueno traer una voz más sabia, tildada por algunos como pesimista (aunque en realidad no lo sea), para darnos un balance y aterrizarnos un poco en la realidad.
Hay quienes opinan que, una razón por la cual leemos Kohelet, es porque trae el tema de la fragilidad y temporalidad de la vida.  Tal como nuestras pequeñas y temporales cabañas en las cuales nos refugiamos están aquí y se van mañana, así también es nuestra vida: frágil, perecedera, un humo diáfano en la magnitud del Universo.

Otro punto es el tema de los ciclos. La vida pasa de generación en generación, y el mundo da vueltas y sigue girando, y todo volverá a ocurrir una vez más, año tras año, volviendo a la época de siembra y a la época de la cosecha, Sucot, una vez más.

Al recibir finalmente la cosecha, Kohelet nos enseña a estar contentos con nuestra porción y no ir en búsqueda de riquezas, de fama, de poder ni de placeres carnales, ya que todo esto es vanidad, o una mejor traducción del hebreo es humo, algo que se disipa rápidamente. La felicidad se puede encontrar en la sencillez de la vida, en un rato tranquilo dentro de una simple y natural cabaña temporal, junto a la familia y amigos.

Habitar en la sucá recarga nuestras alegrías para el resto del año.  Que sea un año lleno de intensa alegría para todos ustedes, pero que sea también balanceada por la milenaria sabiduría que nos trae la lectura de Kohelet: mantener en nuestras conciencias y acciones lo rápido que pasa el tiempo y lo perecedera que es la vida.

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