Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
Los cambios hay que hacerlos firme pero lentamente
La parashá de esta semana es Mishpatim, “leyes” en español. Este nombre es representativo de su contenido, ya que en efecto, en ella se encuentra una larga lista de leyes sociales y civiles, las cuales se conocen en el lenguaje rabínico como mitzvot bein adam le javeró, “obligaciones entre una persona y su prójimo".
Es importante ubicarse en el contexto de la Torá para entender completamente el texto: el pueblo salió de Egipto hace muy poco tiempo y acaba de ser testigo de la gran revelación divina en el Monte Sinaí, que como es sabido, incluye los Diez Mandamientos. Inmediatamente después de este acontecimiento es que aparece la regulación de las leyes de nuestra parashá.
Es muy interesante que la primera ley que el pueblo recibe sea la del eved ivrí, el esclavo hebreo. Esta ley establece las condiciones para poseer un esclavo, y tiende claramente a favorecerlo y a defender sus derechos. De hecho, nuestros sabios explicaron que ha-koné eved ivrí kaná adón le-atzmó, es decir, "aquel que compra un esclavo hebreo en realidad adquiere un amo para sí mismo". Esta sentencia significa que son tantos los derechos que tienen los esclavos y tantas las obligaciones que tienen sus dueños que, a fin de cuentas, el esclavo termina siendo “como el amo de su dueño”.
Ahora bien, me interesa aquí reflexionar sobre lo siguiente: el pueblo de Israel acababa de salir de Egipto, luego de sufrir siglos de esclavitud. Habían sido años horribles, de inmenso dolor físico y espiritual. Este pueblo ha salido a la libertad, ahora son hombres y mujeres libres… ¿Era lógico, entonces, que la primera ley que tuvieran que recibir estableciera las reglas de la esclavitud? ¿Acaso no iban a ser un pueblo libre de una vez y para siempre? ¿No es esto cuanto menos contradictorio?
Una explicación muy interesante dice que, en realidad, el objetivo último de la Torá era abolir la esclavitud, pero para un pueblo que había vivido centenares de años como esclavo, la posibilidad de pensar en tener una sociedad sin esclavos era inaceptable. Es más, la institución de la esclavitud estaba tan asentada y era tan natural en la sociedad bíblica, que incluso para los pensadores libres de la época, una sociedad sin esclavos era casi inimaginable.
Siguiendo este razonamiento, si la Torá hubiera prohibido la esclavitud, el pueblo simplemente no hubiera soportado vivir así, y tarde o temprano hubiera transgredido esta ley y vuelto a tener esclavos. Por eso, lo que la Torá hizo es tolerar la existencia de esclavos, pero restringiendo mucho el poder de los amos y defendiendo fuertemente los derechos de los esclavos (de por sí, hablar de derechos de los derechos de los esclavos en esa época era toda una innovación). De esta manera, lo que logró es desarrollar poco a poco, en un pueblo acostumbrado a la esclavitud, las ideas de libertad, derechos civiles, derechos humanos, etc. De hecho, cientos de años después, los rabinos finalmente abolieron la esclavitud en el pueblo de Israel, decreto que fue posible solo tras muchos siglos de lucha a favor de los derechos de los esclavos. (Ver, por ejemplo, Babli Guitín 65 a… aunque hay quien opina que en realidad la ley de esclavos todavía rige, aunque no se aplica. Ver, por ejemplo, Igrot Moshé, Oraj Jaim II: 33.)
¿Qué podemos aprender de esta idea? Creo que una lección muy sabia que nos deja es que el ser humano necesita tiempo para aceptar los cambios. Cuando se establece algo bruscamente, posiblemente falle. Necesitamos ir de a poco para cambiar y mejorar: simplemente somos así.
A diario escuchamos personas que dicen: "toda mi vida llegué tarde a todos lados, pero a partir de hoy nunca más voy a llegar tarde a ninguna parte"; " hasta el momento comía 3000 calorías por día, a partir de hoy voy a comer solo 1000"; "durante los últimos cuatro años me porté muy mal con vos, a partir de hoy voy a ser como un ángel": "hace tres años que no vengo a la sinagoga, pero a partir de hoy no me pierdo ni un rezo". Todos sabemos muy bien que este tipo de decisiones abruptas, en general se resquebrajan muy poco tiempo después de haber sido tomadas.
Quizás la Torá nos enseñe que si queremos realmente lograr cambios duraderos en nuestras vidas, en nuestras conductas y en nuestras relaciones, debemos ir despacio. Con determinación y perseverancia, pero despacio. Si pretendemos cambiarlo todo de golpe, muy posiblemente fracasaremos.
Así como el pueblo de Israel recién liberado no estaba preparado para vivir en una sociedad libre de esclavos, así tampoco nosotros estamos listos para implementar, de un momento a otro, muchos cambios que queremos y debemos hacer en nuestras vidas. Lo importante es no intentar cambiarlo todo de golpe, sino avanzar despacio pero a paso firme.
¡Shabat Shalom!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
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