viernes, 22 de febrero de 2013

Tetzavé 5773

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

Sorprende en Parashat Teztavé un detalle no menor.  En todo el texto, compuesto por 101 versículos, no aparece el nombre de Moisés.  Si bien este fenómeno se da también en varias parashiot de Sefer Devarim (Deuteronomio), en ese caso tiene sentido, ya que es el propio líder quien está hablando.

En nuestra parashá, por el contrario, da la sensación de que la omisión no es causal.  El texto comienza diciendo Atá tetzavé, “Tú [Moisés] ordenarás” (Ex 27:20), en lugar del tradicional “Habló Dios a Moisés diciendo”.  Y en ese “tuteo”, sin decir su nombre ni una sola vez, transcurre toda la parashá, invitándonos a buscar una explicación a esta situación anómala.

La respuesta más conocida(al menos para mí) está asociada con el calendario.  Combinando versículos del final de la Torá y el principio del libro de Joshua (Josué), la Tosefta (Sotá 11:7) determina que el 7 de Adar es el día en que murió Moisés (también citado por el Talmud, Kidushin 38a).  La mayoría de los años, como ocurre en este, Parashat Tetzavé se lee durante la semana del 7 de Adar.

En este sentido, el Gaón de Vilna (Eliahu ben Shlomó Zalmán Kremer, Lituania siglo XVIII) afirma que la ausencia de Moisés de nuestra parashá fue una forma divina de anticipar el duelo por su muerte.  (Citado en Itturei Torá.)

En una dirección similar, el Jumash Etz Hayim, en su introducción a Parashat Tetzavé, sostiene que la omisión del nombre de Moisés,al igual que ocurre con su ausencia en la Hagadá de Pésaj, se encuadra dentro del mismo esfuerzo de evitar cualquier intento por idolatrarlo.

Encontramos una segunda respuesta vinculada al suceso del becerro de oro, que aparece en Parashat Ki-Tisá.  En medio de las negociaciones por defender al pueblo de Israel, Moisés, apelando a sus dotes de negociador, lanza un duro desafío a Dios: “Pero ahora, si es Tu voluntad, perdona su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito” (Éx. 32:32).  Como sabemos, Dios accede a la petición de Moisés y no destruye a Israel.  Sin embargo, pareciera ser que ante la envergadura de la amenaza, Moisés no puede salir indemne y, como un recordatorio de lo peligroso que fue su apuesta, Dios decide aceptar parcialmente su oferta y borra su nombre de esta parashá.  Así al menos lo explica el Baal HaTurim (Jacob ben Asher, España siglo XIV), al inicio de su comentario a Tetzavé.

Podemos descubrir una tercera respuesta, sin duda la más relevante para nosotros, a partir del contenido de nuestra parashá.  Después de la instrucción inicial sobre el encendido del NerTamid (fuego eterno), la Torá se dedica principalmente a describir cómo debían ser las vestimentas sacerdotales (Cap. 28) y como sería el ritual de la consagración de los sacerdotes, es decir, de Aarón y sus hijos (Cap. 29), dedicando los versículos finales a indicaciones sobre el altar de incienso.

En otras palabras, el núcleo central de Parashat Tetzavé apunta a cuestiones propias de los sacerdotes, asuntos que son de incumbencia específica de Aarón y sus hijos.  Y si bien Moisés fungió como sacerdote los primeros 7 días, tal como describe el capítulo 29, una vez consagrado Aarón como Cohen Gadol (Sumo Sacerdote), la separación de tareas quedó claramente establecida , y desde entonces Moisés continuó siendo solo el líder “político” del pueblo, ajeno a la responsabilidad ritual.

Y podemos imaginar que incluso para Moisés, el hombre más humilde de todos (Núm 12:3), esto debe haber sido un golpe duro.  El Midrash (Vaikrá Raba 11:6) nos dice que Moisés suponía que también el sacerdocio recaería sobre él, por lo que Dios mismo tuvo que intervenir para aclarar la situación:  Al séptimo día Dios le dijo: “No es para ti, es para tu hermano Aarón.”

Posiblemente debamos entender la ausencia de Moisés de nuestra parashá como un intento por realzar la figura de Aarón como el líder religioso del pueblo, pero más importante aún, como una lección de humildad y de límites; de reconocer que la separación de tareas enriquece el liderazgo y de tratar de evitar la concentración de poder en una sola persona (aunque sea el propio Moisés), como una forma de recordarnos que son los individuos que conforman el colectivo, y no sus dirigentes circunstanciales, los verdaderos protagonista de la historia.

Pareciera ser que aún hoy, estas enseñanzas que nos deja Parashat Tetzavé continúan vigentes.

Shabat Shalom,
Gustavo

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