jueves, 22 de agosto de 2013

Ki Tavó 5773

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, San José, Costa Rica


Sobre los sueños y el cuento de la lechera

La parashá de esta semana comienza diciendo Ki Tavó, “Y será cuando vengas a la tierra…” (Devarim 26:1).  La parashá habla en futuro, incitando al pueblo a que piense en cómo será su vida al llegar a la tierra de Israel.  Hace años que salieron de Egipto para poder establecerse en la tierra prometida.  Antes de llegar, D”s los estimula a imaginarse cómo será la vida allí.

¿Cómo será la vida cuando llegue a la tierra de Israel?  ¿De qué me ocuparé?  ¿Cómo viviré?  Y tantas otras preguntas que uno se hace cuando llega a un lugar desconocido o comienza un proyecto nuevo.

Al pensar en este aspecto de la parashá, me viene a la memoria el famoso cuento de la lechera, quien llevaba un balde de leche recién ordeñada y soñaba acerca de todo lo que le podría ocurrir, si lograra vender esa leche que llevaba en su cabeza.  Finalmente, como todos sabemos, se le cae el balde y todos aquellos sueños quedaron truncados.  Nunca entendí completamente cuál era la moraleja de este cuento; ¿acaso que no hay que soñar, fantasear e imaginarse un futuro diferente?

A diferencia del cuento, Parashat Ki Tavó nos incita a imaginar, a soñar y pensar en lo que queremos de nosotros cuando lleguemos a ese destino tan esperado, temido y anhelado.  Es cierto que la joven fantaseó muchísimo y al derramarse la leche, esos sueños no se hicieron realidad.  Pero era una lechera que todas las mañanas recogía leche, y si no era esa mañana sería otra cualquiera; si los sueños persisten, no se derrumbarán porque un día se le derramó un balde de leche.

De hecho, el segundo consejo que nos da esta parashá, al llegar a un nuevo lugar o concretar un proyecto diferente, es reconocer los problemas u obstáculos por los que uno tuvo que pasar durante el camino.  Cuando cumplían con la mitzvá de Bicurim y llevaban los primeros frutos recogidos de la tierra prometida, entre otras cosas, debían decir: “Nos maltrataron los egipcios y nos oprimieron y nos impusieron trabajo duro” (Devarim 26:6).

Es importante recordar el sufrimiento del pasado al lograr nuestras metas en la vida.  Justamente esto nos muestra que a veces se derrama la leche, en la cual poníamos toda nuestra esperanza; sin embargo, es posible levantarnos una y otra vez para alcanzar el horizonte soñado.  A pesar del sufrimiento en Egipto y los diversos obstáculos en el desierto, el pueblo pudo llegar a su tierra soñada.

Siguiendo la historia de la lechera, es cierto, como se suele criticar, que la muchacha presentaba sueños un poco vanidosos y engreídos.  En cambio la Torá, como tercer consejo nos dice que es muy importante agradecer por haber llegado al lugar donde llegamos, por poder tener la dicha de ver con los propios ojos los primeros frutos cosechados.  Había que juntarlos en una canasta y llevarlos al gran centro espiritual, agradeciendo a D”s, con mucha alegría:
 “Habrás de tomar de las primicias de todos los frutos de la tierra...  Y lo habrás de poner en un cesto y te encaminarás hacia el lugar que habrá de elegir Adonai tu D”s … ([Idem., 2) […] Te habrás de regocijar con todo lo bueno que te ha dado a ti Adonai tu D”s, y a tu familia (ídem. 11).
 Entonces, lo primero que debemos hacer es dejar de lado la soberbia y la vanidad, creyendo que somos dueños de todo, para agradecer por los frutos obtenidos.  Abarvanel, Rambam y otros comentaristas acuerdan que el sentido de esta mitzvá de Bicurim es justamente quitarnos el orgullo y la soberbia al llegar a la tierra prometida.

No es casualidad que esta parashá siempre la leamos en el mes de Elul, mes en el que nos preparamos para los Iamim Noraim.  En este proceso de introspección, es importante que le demos un espacio a nuestros sueños, que podamos reconocer los sufrimientos que hemos vivido en el pasado y los frutos que hoy estamos recogiendo, y agradecer por ello.  Disfrutar de nuestros frutos y, a la vez, dejar de lado la soberbia y el orgullo, conduciéndonos a vidas más nobles y humildes.

¡Shabat Shalom!

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