Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica
Los líderes judíos también deben estudiar
En la parasha de esta semana aparece la orden de nombrar un rey sobre el pueblo de Israel, cuando éste se encuentre asentado en su tierra: “Som tasim aleja melej”, “…habrás de designar un rey para ti” (Devarim 17:15). El rey en cuestión debía cumplir con varias reglas especialmente establecidas para él, como ser no tener demasiados caballos, ni casarse con muchas mujeres, ni acopiar excesivas reservas de oro y plata.
Hay una regla más que debía cumplir, sobre la que me gustaría hacer un comentario aquí: “Y será que al asentarse él sobre el trono de su reino, deberá escribirse la repetición de esta Torá sobre un rollo, de ante los cohanim de la tribu de Leví. Y ella estará con él, y leerá en él (rollo) todos los días de su vida, para que aprenda a venerar a Adonai su Dios, para cuidar todas las palabras de esta Torá y estos fueros para cumplirlos” (Devarim 17:18-19).
Según la interpretación de nuestros sabios, la Torá ordena al rey escribir un Sefer Torá adicional al que según la misma Torá, cada hombre del pueblo debería escribir. El Talmud (TB Sanedrín 21b) interpreta que uno de estos Sifrei Torá quedaba guardado en la cámara de los tesoros reales, mientras que el otro acompañaba al rey en todas sus misiones y viajes. Cada día de su vida, el rey del pueblo de Israel debía leer y estudiar el contenido de la Torá.
¿Cuál es el sentido de esta ley? ¿Por qué el rey debía vivir todo el tiempo con un Sefer Torá a su lado y leer de él cada día? Una primera explicación es que el rey debe saber siempre que está bajo el mando del “Rey de Reyes”, es decir que nunca debe olvidar que Dios está sobre él, aun cuando todo su reino le obedece estrictamente. El Sefer Ha-Mitzvot explica que un rey tiene mucho poder, puede condenar y dar muerte a quien quiera, sin que nadie se anime a criticarlo. Por lo tanto, es importante que continuamente vuelva a leer las leyes de la Torá, para adherirse a ellas y no sobrepasarse de sus límites.
Otros comentaristas sugieren que el rey es visto por todo el pueblo, y de hecho es un ejemplo a seguir, de manera tal que si el pueblo lo ve continuamente estudiando, tratarán de imitarlo.
Me parece que cada una de estas opiniones es válida y podemos aprender mucho de ellas. Creo que además podemos entender la ley del rey que escribe y lee de la Torá cada día, como una metáfora para nuestros tiempos… ¡aun cuando hoy no tengamos reyes! Dentro de la red de instituciones judías que nos representan, el rey de hoy en día podría estar representado en la dirigencia judía (¡lehavdil!, ¡salvando las distancias y sin el menor ánimo de establecer comparaciones odiosas)!, en las personas que llevan adelante las congregaciones, los clubes deportivos judíos, los hogares de ancianos judíos, las organizaciones internacionales judías, etc. “Leer del rollo de la Torá todos los días de su vida” puede simbolizar hoy en día el estudio de nuestra tradición, de nuestros textos sagrados, de nuestras fuentes. Si tomamos esta doble metáfora para estos tiempos, quizás lo que la Torá quiera enseñarnos es que necesitamos una dirigencia ilustrada en términos judaicos. ¡No es posible que quienes dirigen instituciones judías sean analfabetos o principiantes en judaísmo! Es necesario hacer un esfuerzo para educar a nuestros líderes actuales, y formar una futura generación de dirigentes educados profundamente en la tradición judía.
¿Acaso alguien podría guiar un país sin entender de política? ¿Alguien puede dirigir un hospital sin ser un excelente médico? ¿Alguien puede entrenar un equipo deportivo sin conocer los pormenores de su disciplina deportiva? Pues con los dirigentes judíos debería pasar lo mismo: nadie duda que deben ser buenos oradores, grandes negociadores y tener una vocación de servicio ejemplar… pero a todas esas virtudes deberían agregarle el hecho de ser instruidos en el judaísmo, y demostrar un esfuerzo constante en la educación judía personal. Solo así podrán trabajar sabiamente en su quehacer institucional, al estar capacitados para personalmente establecer prioridades, fijar metas, y definir con claridad aquellos valores e instituciones que son irrenunciables para nuestra tradición.
La Torá nos habla del rey de Israel, que debía escribir y estudiar de la Torá diariamente. Quizás nos quiera enseñar que si queremos tener un pueblo fuerte y sano, necesitamos que nuestros líderes sigan el ejemplo de aquel rey, e inviertan con tesón y constancia el tiempo y el esfuerzo necesarios en educarse como judíos.
¡Shabat Shalom!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica
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