Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Daniel A. Kripper
Beth Israel Aruba
Rabino Daniel A. Kripper
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Esta sección de Reé trata casi en su totalidad de prescripciones relacionadas con asuntos públicos, que hacen a la organización de una sociedad justa acorde a la Torá.
Tres son las instituciones que sobresalen en este contexto de legislación social: el diezmo para los más humildes, la cancelación de las deudas en la shemitá o año sabático y, por último, la obligación general de tzedaká o ayuda material a los necesitados.
Algunos comentaristas llaman la atención sobre una aparente contradicción entre dos versículos que aluden a la pobreza.
Con respecto a la cancelación de deudas, se dice: “…No habrá en ti indigente, pues te bendecirá Adonai en la tierra…” (Deut. 15:4). Pero en relación a “no cerrar tu mano ni endurecer el corazón” en la práctica de la tzedaká (Deut. 15:7), se nos dice: “Ya que no dejará de haber indigentes en medio de la tierra” (Deut. 15:11).
Según Yeshayahu Leibowitz z.l., la contradicción entre ambos versículos es solo ilusoria. El versículo que enuncia que “no habrá pobres” no es una promesa que se nos ha hecho, sino una demanda que se nos ha presentado.
De este mandato se infiere que las posibilidades de erradicar la pobreza existen en la medida en que se observan los preceptos con alta significación social, como la cancelación de deudas, entre otros.
Se trata de disposiciones que apuntan a corregir injusticias sociales, y a promover el sentido de compasión y solidaridad en el seno del pueblo.
A través de la historia, se ha comprobado que no hay sistema en el mundo que logre que la pobreza se elimine por sí misma. O a través de métodos drásticos o totalitarios.
La Torá lo proclama claramente: si bien los bienes naturales provienen del Altísimo, dependerá del esfuerzo y del compromiso humano poner fin al problema de la pobreza y al flagelo del hambre en el mundo.
En el mismo sentido Tosafot, un gran comentario al Talmud del siglo 13, interpreta las promesas proféticas contenidas en la Biblia: “Los profetas sólo predicen lo que debería ser”- lo cual no garantiza que ello irá a suceder necesariamente.
La misma regla se aplica a la visión mesiánica: ella es el máximo desiderátum de la historia, una suprema aspiración bíblica, pero en última instancia, es un desafío humano el materializarla en el aquí y ahora.
En relación a la enseñanza de nuestra parashá, el ideal último es que la pobreza desaparezca de la faz de la tierra. Su misma existencia es ciertamente una mancha en la conciencia de la sociedad que la crea y mantiene. Ello no ocurrirá de modo automático o por mandato divino, sino a partir de una férrea voluntad humana de transformar el sueño en realidad.
Rabino Daniel A. Kripper
Beth Israel Aruba
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