Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Synagogue, Aruba
En homenaje a Alberto Nisman z”l
Mishpatim son mandatos del ordenamiento legal de la Torá de Moisés, que constituyen la base del derecho hebreo secular.
Un versículo de primordial importancia en esta sección es: “A los jueces no habrás de injuriar” (Ex. 22:27). Un sistema legal sólo es efectivo si la autoridad de quienes administran la justicia es respetada en el marco de una sociedad pacífica y civilizada.
Es sumamente significativo que el término para referirse a los jueces aquí es Elohim, o sea Dios, como explican nuestros sabios en el midrash, “Cuando juzgo a mis creaturas, soy llamado Elohim” (Tanjuma Shemot 20).
Es por demás reconocida la centralidad de la justicia en el pensamiento y la práctica del judaísmo: ...“Ya que el juicio ante Elohim es” (Deut. 1:17).
Junto a la verdad y la paz, es uno de los pilares del mundo, declaró Rabi Shimon ben Gamliel, y el salmista escribió: “El juez (Elohim) imparte justicia en medio de la asamblea divina” (Sl. 82:1).
Desde el comienzo mismo de nuestra milenaria historia se nos advierte de los peligros de torcer la justicia y desvirtuar el juicio. ¡Se trata nada menos que del cimiento mismo de la fe monoteísta!
La honorabilidad e imparcialidad de los magistrados son requisitos fundamentales que hacen al funcionamiento del sistema ético jurídico preconizado por la Torá.
Uno podría preguntarse sobre los alcances de su administración: será que esta justicia ideal debería ser aplicada en el seno del pueblo, es decir sólo para los conciudadanos, o acaso deberá extenderse también a extranjeros y foráneos.
En este sentido, la tendencia es más que inclusiva, y vemos que la Torá instruye una y otra vez proteger al extranjero que mora en la tierra, de cómo debe ser tratado con consideración, y jamás oprimirlo ya sea de palabra o a través de acciones.
Un pueblo que experimentó el oprobio del sometimiento y la esclavitud como extranjeros conoce en carne propia la magnitud del sufrimiento; jamás podría permitir a un judío aprovecharse del desconocimiento o la ingenuidad del que llega de afuera. Bien por el contrario, le ordena comportarse con él con la amabilidad y comprensión que se espera de un buen anfitrión respecto de sus huéspedes.
Se desprende de estos y muchos otros mishpatim, leyes y ordenanzas de la Torá, que los objetivos máximos del sistema judicial judío son el equilibrio social de la comunidad, y la perfección moral de sus miembros. Es a través de los mismos que se tiende a inculcar los más básicos conceptos de decencia y responsabilidad.
Han pasado los milenios, pero el lema de tzedek tzedek tirdof, “Justicia, justicia perseguirás” (Deut. 16:20) sigue siendo una demanda que trasciende tiempo y espacio, un mandato divino que apunta a una existencia digna y auténticamente humana.
Rabino Daniel Kripper
No hay comentarios:
Publicar un comentario