miércoles, 16 de diciembre de 2015

Vaigash 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana.

Rabino Guido Cohen

Asociación Israelita Montefiore
Bogota, Colombia

Parashat Vayigash es la penúltima sección del libro de Bereshit. En esta Parashá, que comienza a cerrar la historia de Iosef, los hermanos se reencuentran y se abrazan, dejándonos con una visión optimista del vínculo fraterno.

La relación entre los hermanos es en cierto modo un hilo conductor del libro de Bereshit. Las peleas entre hermanos, las tensiones en el vínculo son tan recurrentes, que podría pensarse que es este el tema central de este libro. De hecho, la palabra hermano (en sus diferentes formas) aparece más de cien veces en todo el libro de Bereshit. Si hiciéramos una 'nube de palabras' de este libro, todas las palabras que aluden a lo fraterno aparecerían en un lugar de notable jerarquía.

La primera de las historias entre hermanos es el trágico relato de Caín y Abel, en el que el odio entre hermanos termina provocando derramamiento de sangre. Esta pequeña historia, que no llega a durar 15 versículos, contiene 7 veces la palabra hermano. La Torá no quiere que olvidemos que estos dos jóvenes que se matan, son hermanos.

La próxima historia difícil de leer acerca del vínculo fraterno será la de Itzjak e Ishmael. Aún cuando hay diferentes opiniones entre los exégetas acerca de qué es precisamente lo que Ishmael le hacía a Itzjak que tanto le molestó a Sara, lo cierto es que estos hermanos no pueden convivir. El nacimiento de uno implica casi automáticamente la expulsión del otro. Itzjak e Ishmael no pueden convivir como hermanos, no saben compartir, y quizá por ello ya no sorprenda lo que sucederá más adelante con los hijos del primero. 

Iaacov y Esav pelean desde que nacieron, no pueden compartir ni el útero materno, y luego de la estafa del primero hacia el segundo, este jura matar a su hermano. Iaacov huye a casa de su tío y su hermano pasa sus días abrigando sed de venganza. A tal punto es esto así, que casi dos décadas más tarde, Iaacov sigue temiendo a Esav.

Y finalmente, la historia que nos ocupa desde hace tres semanas, la de Iosef y sus hermanos. Hermanos que 'no pueden hablar pacíficamente' y por eso van a estar a punto de matarse.

Cualquiera que lea todas estas historias, podría apresurarse a sacar la conclusión de que uno de los mensajes que aprendemos de Bereshit es que los hermanos no pueden convivir, que la violencia fraterna es inherente al vínculo. Sin embargo, el libro cierra con hermanos que se abrazan y se reconcilian. Es cierto, antes se pelean, se amenazan. Casi se matan. Pero finalmente, logran convivir en un abrazo mezclado con lágrimas que sella una reconciliación que será la base de la transformación de un clan tribal que pronto se convertirá en un pueblo.  Pueblo que al llegar a los pies del monte Sinaí, está delante de Dios 'como un sólo hombre, con un sólo corazón'.

¿Cómo sucede esa evolución? ¿Cómo llegamos de Caín a Iosef? De a poco. Lentamente pero con pequeños pasos que hacen la diferencia. Caín mata a Abel y nunca se hace cargo de ello. Ishmael e Itzjak no logran convivir, pero vuelven a reunirse para enterrar a Abraham. Iaacov y Esav no se reencuentran para un funeral sino para darle otra oportunidad al vínculo. No solo se reencuentran sino que además dialogan y se abrazan. Pero aún no saben caminar juntos. Iosef y sus hermanos logran avanzar aún más, no sólo se reencuentran sino que además se reconcilian, se perdonan, vuelven a vivir en paz.

El libro de Bereshit, que tiene como tema central a los hermanos, puede entonces leerse de dos modos. Podemos concluir que los hermanos se pelean porque eso es lo normal, lo natural. Que siempre fue y será así. O podemos por el contrario leer en el texto una historia que crece y evoluciona. No tapa lo evidente, el vínculo fraternal es complejo, difícil, requiere paciencia y esfuerzo para armonizarse. Pero tampoco está condenado a ser como el de Caín y Abel.

Iosef dice antes de ser arrojado al pozo 'et ajai anojí mevakesh', a mis hermanos estoy buscando. Cuando a Caín le preguntan 'dónde está su hermano', responde que él no es su guardián, no sabe ni le importa dónde está su hermano. Iosef y sus hermanos terminan no sólo buscándose sino encontrándose, inaugurando así una nueva etapa en donde este abrazo se transformará en un pueblo que hace de su unión en la diferencia uno de sus valores esenciales.

Shabbat Shalom 

Rab Guido Cohen

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