viernes, 15 de enero de 2016

Bo 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

Esta Parashá, BO, describe los dramáticos eventos que llevaron al fin de la permanencia del pueblo judío en Egipto: las últimas tres plagas (langosta, oscuridad y la muerte de los primogénitos egipcios), y el korban Pesaj, el sacrificio de la liberación.

Las devastadoras plagas surten finalmente efecto, y el Faraón cede ante las demandas de dejar salir al pueblo.

El foco del relato se concentra pronunciadamente en el Éxodo, el evento fundacional  y extraordinario por excelencia de la historia judía. El mismo se convierte así en el punto de partida de un nuevo tiempo de libertad para los hijos de Israel.  Si el éxodo pudo suceder,  todo lo demás pudo ser posible.


La expresión “En recuerdo de la salida de Egipto” está enlazada al Shabat así como a las grandes festividades del calendario judío. Una y otra vez se recuerda la larga noche de opresión vivida por nuestros ancestros.  Pero más allá de la nota histórica particular, el Éxodo se convirtió en un paradigma universal  acerca del derecho inalienable de cada ser humano de autodeterminación, y de vida digna.

El segundo hito histórico post liberación fue el de Matan Torá, la entrega de la Torá en el monte Sinaí.

Para nuestros sabios, ambos relatos no compiten entre sí en importancia, sino que por el contrario, uno completa al otro. El juego de palabras del conocido midrash, “jarut” (las palabras grabadas en las Tablas) y “jerut” (libertad) alude a que fue el magno evento del Sinaí que le imprimió al Éxodo una dirección espiritual y sentido último.

Merced a la Revelación en Sinaí, el pueblo judío asume la trascendente misión de representar y realizar el ideario del monoteísmo ético, de servir de “luz para las naciones” en la transmisión y propagación de estos principios en el mundo. Sinaí le marcó a la libertad una finalidad, no sólo de ser sino también de servir.

Ello involucra sin duda un constante desafío, el  de vivir a la altura de los mismos, y un permanente llamado a la auto-reflexión.

Irónicamente la recordación del Éxodo en Pesaj, con sus elaborados rituales, se ha constituido en el momento más memorable del calendario judío, mientras el festejo de la entrega de la Torá en la fiesta de Shavuot ha sido relegado a un segundo plano.

 De hecho, si bien Shavuot representa la culminación espiritual del Éxodo, su broche de oro, la marcha hacia el Sinaí fue posible a partir de la emancipación real de Egipto.

La permanencia y continuidad física poseen por cierto un valor intrínseco. Los judíos tienen que existir para que la herencia de generaciones no desaparezca. Sin el Éxodo todo lo que sucedió después no hubiera sido posible.

La conjunción de ambos eventos enseña que la preservación física  del pueblo va más allá de la mera sobrevivencia.

Alentamos la esperanza que el espíritu del judaísmo fluya del mismo existir. La meta: reducir en alguna medida la brecha entre el mundo tal como es, del mundo como debería ser.

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

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