jueves, 12 de enero de 2017

Vaiejí 5777

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

La Torá describe a Jacob en sus últimos días, impartiendo una bendición a sus hijos. Deja detrás de sí una biografía de  vida marcada por episodios dramáticos: despreciado por sus hermanos cuando joven, y encumbrado luego a la más alta posición en el reino. Su principal preocupación en ese momento es, obviamente, cómo preservar la tradición de su casa paterna, en un medio idólatra como Egipto, que era en donde entonces residía la familia. En otros términos, su desafío era cómo transformar descendientes biológicos en continuadores del legado histórico de Israel.


Iosef aparece como el más notable heredero y responsable en esta cadena de transmisión de ideales de una generación a la siguiente. Interesantemente, la bendición es otorgada no a Iosef mismo, sino a sus hijos Menashé y Efraim. Tal vez Iosef intuía que estos niños, primeros en nuestra historia nacidos en el extranjero, y vulnerables por lo tanto a la influencia de su medio ambiente, requerían de un mayor apoyo para cultivar su formación y apego a los valores ancestrales. 

Sus respectivos nombres no fueron elegidos por Iosef por azar. Cada uno de estos nombres refleja los cruciales avatares por los que él tuvo que transitar y resistir.  

Menashé, su primogénito, recibió su nombre asociado al olvido: “ya que me ha hecho olvidar Elohim todo mi agobio y toda la casa de mi padre”, y su segundo hijo fue llamado Efraim, nombre asociado a frutos: “ya que me hecho fructificar Elohim en la tierra de mi aflicción”.

Los nombres tienen, como Iosef mismo explica, un sentido alegórico en su vida. Con el primer nombre, Menashé, Iosef reconoce la deuda con el pasado, y la necesidad de trascenderlo para salir airoso de sus aflicciones; con el segundo, Efraim, él agradece a Dios por la buena fortuna y gloria alcanzadas en tierras extrañas. 

Olvidos y recuerdos, recuerdos y olvidos se entrecruzan en la memoria de Iosef, así como las manos del patriarca Jacob, su padre, se invierten a propósito, bendiciendo primero al joven Efraim antes que a Menashé, el mayor.

Esta inversión sugiere que el pasado y sus heridas no pueden limitar las infinitas posibilidades del presente, sino por el contrario, se debe sacar el máximo provecho de sus enseñanzas para avanzar hacia un futuro más venturoso. Efraim representa la promesa de crecimiento y liberación, más allá de la influencia negativa de los traumas del pasado.

La emotiva y conmovedora escena del abuelo bendiciendo a los nietos, retratada magistralmente por genios como Rembrandt y Marc Chagall, se convirtió en una de las costumbres más bellas de la vida judía a través de los tiempos, cuando los padres bendicen a sus hijos al inicio de la cena de Shabat el viernes por la noche, "para que sean como Efraim y Menashe".

A través de la bendición de Jacob, nosotros expresamos nuestra aspiración que nuestros hijos combinen ambas cualidades inherentes  de Efraim y Menashé, el aprecio por el pasado y la construcción del futuro.

Rabino Daniel Kripper

1 comentario:

  1. Ayudenme creo que soy del remanente de Efrain que quiere regresar a casa 60684589 estoy cerca de la kehila de costa del este Apocalipsis 9:4 si no a los hombres que no tienen el sello de ELOHIN en sus frentes. Por favor necesito mi sello y guardar Shabat y no se mucho misericordia

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