jueves, 27 de septiembre de 2012

Haazinu 5772

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, Costa Rica


¿QUIÉN ES EL QUE SE OCULTA, D”S O EL HOMBRE?

Parashat Haazinu es la única parashá en la que la mayor parte del texto está escrito en forma poética.  En este cántico, Moshé habla preferentemente del futuro, pero sin olvidar el presente y el pasado.  Advierte al pueblo, lo guía y lo aconseja, en los momentos previos a retirarse de su mandato.

Quisiera detenerme en uno de los versículos de este cántico: “Dijo [D”s]: ‘Voy a ocultar Mi rostro de ellos y habré de ver cuál será su fin; ya que generación tornadiza son ellos, hijos en quienes no hay fe’” (Devarim 32:20).  ¿Qué quiere decir que va a ocultar Su rostro?

Cuántas veces, en momentos de desgracia, vuelve a reflotar la clásica pregunta de dónde está D”s en los momentos de desasosiego, destrucción y asesinato.  Mucho se ha discutido y elaborado en relación a este dilema teológico.  Al respecto, Martín Buber plantea en su libro “Eclipse de D”s”:
 Eclipse de la luz del cielo, eclipse de D”s, tal es en verdad el carácter de la hora histórica que el mundo atraviesa. Mas no se trata de un proceso que pueda explicarse adecuadamente enumerando las transformaciones acaecidas en el espíritu humano. Un eclipse del sol es algo que tiene lugar entre el sol y nuestros ojos, no en el sol mismo.
A diferencia de varios filósofos contemporáneos, quienes postulan la muerte de D”s, Buber sostiene que, en nuestra era, D”s se manifiesta a nuestros ojos en forma de eclipse. Quisiera resaltar esta última frase, “el eclipse ocurre entre  D”s y nuestros ojos, y no en la esencia divina”. Quizás, percibir a D”s como eclipsado sólo depende de nuestra mirada.

El versículo citado anteriormente menciona el ocultamiento de D”s, pero ¿qué ocurre con el hombre?  En el libro de Bereshit se cuenta lo acontecido luego de que los primeros seres humanos comieron del fruto prohibido: “Mas escucharon la voz de Adonai Elohim que se expandía por el huerto, cuando declinaba el día y se escondió el hombre, y su mujer, de ante la presencia de Adonai Elohim, entre los árboles del huerto” (Bereshit 3:8).  ¿Qué ocurrió? Cometieron un Jet, un error, y se escondieron de D”s.  La vos divina se expandía, y ellos se ocultaron.  Quizás la consecuencia directa de una transgresión sea el alejamiento mismo de D”s; nuestra conducta es la que nos aleja.  Cuando nos encaminamos hacia el mal, estamos tan convencidos de que nuestra actitud es la correcta que es difícil poder ver y estar cerca de D”s en ese momento.

Otro ejemplo es el de Caín, tras enterarse de su castigo: “He aquí que me has expulsado, este día, de la faz de la tierra.  De Tu presencia habré de ocultarme y seré errante recorriendo la tierra” (Bereshit 4:14).  Luego del asesinato que cometió, no puede más que ocultarse de D”s.

¿Qué dice, al respecto, nuestro gran rabino y pensador judío de nuestra época, Abraham Ioshua Heschel?:
 
La voluntad de D”s es estar aquí, cercano y manifiesto, mas cuando las puertas de este mundo se le cierran de un golpe, cuando su verdad es traicionada y su voluntad desafiada, él se retira y deja al hombre librado a sí mismo.  D”s no se apartó por su propia voluntad; fue expulsado.  D”s está en el exilio. [...]  Es el hombre el que se oculta, el que huye, el que tiene una coartada.  D”s no está tan lejos como creemos; cuando anhelamos su presencia, la distancia se hace añicos.
Los profetas no hablan de un D”s oculto, sino del D”s que se oculta.  Su ocultarse es una función, no su esencia; es un acto, no un estado permanente.  Sólo cuando el pueblo lo abandona, rompiendo el pacto que D”s concretó con él, D”s lo abandona y oculta su rostro.  D”s no es oscuro; el hombre lo sume en oscuridad...  La consecuencia directa de su ocultarse es el endurecimiento de la conciencia: el hombre oye mas no comprende, ve mas no percibe; duro de oídos, engrosado el corazón (Isaías 6). (Extraído del libro “El hombre no está solo”).

También podemos encontrar claramente este tema en el siguiente cuento jasídico:
Rabi Iejíel Mijl, el nieto de Rabí Baruj de Medzibuz, se crió en la casa de su abuelo.  Cuando era todavía un niño, estaba jugando con un amigo a las escondidas.  Se escondió, y aguardó a que su amigo lo encontrara.
Pasó el tiempo, pero su amigo no lo halló.  Finalmente abandonó su escondite, miró a su alrededor, y vio que su amigo se había ido.  Entonces, llorando, fue a ver a su abuelo.
“¿Por qué lloras?”, le preguntó Rabí Baruj.
“Me escondí”, dijo el niño entre sollozos, “y nadie vino a buscarme”.
Suspiró profundamente Rabí Baruj, y dijo: “También D”s dice lo mismo: ‘Yo me oculto, y nadie me busca...’”.
En estos días que pasamos de Iamim Noraim, días en que nuestras almas están  más sensibles, días en que estamos más abiertos a pensar, podríamos reflexionar acerca de nuestra actitud frente a D”s.  ¿Cuántas veces le echamos la culpa de todos los males de la sociedad y no nos damos cuenta de que es el hombre la causa de la destrucción y la maldad?  ¿Cuántas veces creemos que es D”s quien se oculta de nosotros y no nos damos cuenta de que somos nosotros quienes nos ocultamos y nos distanciamos de él?

Quizás de vez en cuando D”s se esconda; entonces, es nuestra misión poder buscarlo y encontrarlo en nuestra vida cotidiana.  Inclusive en momentos de dolor y desesperanza, es posible encontrar a D”s y hallar consuelo.

Decimos, desde el mes de Elul hasta Shemini Hatzeret:
En día de desgracia él me cobijará en su Tabernáculo,
me ocultará en su carpa, me elevará sobre una roca...
No te ocultes de mí, oh D”s no rechaces con tu ira a tu servidor;
Tú fuiste mi ayuda, no me abandones ni me desampares, Dios, mi salvador...
Ten esperanza en D”s, anímese y fortalézcase tu corazón y confía en D”s.
(Salmo 27).

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