viernes, 28 de septiembre de 2012

Sermón de Rosh Hashaná 5773 - Rabino Gustavo

Avinu Malkeinu Jatanu Lefaneja, en tan solo 4 palabras hebreas está contendida la esencia de los Iamim Noraim

Avinu Malkeinu Jatanu Lefaneja, Padre nuestro, rey nuestro, hemos errado ante Ti. Avinu, padre nuestro, Malkeinu, rey nuestro, Jatanu, hemos errado, Lefaneja, ante Ti.

Cada una de estas palabras encierra un concepto central asociado a estos diez días de arrepentimiento que comenzamos a transitar esta noche.

Avinu Malkeinu, nuestro padre, nuestro rey.

La dualidad de la fórmula apunta a poder percibir a Dios en sus dos manifestaciones características de acuerdo a la visión tradicional judía.  Dios es un padre lleno de amor y misericordia por sus criaturas, a la vez que como rey es la fuente de autoridad y el encargado de impartir justicia ante sus súbditos.

Un conocido Midrash (Shemot Rabá 3:6) afirma que cuando Dios aparece en la Torá como Elohim se manifiesta en su faceta de justicia mientras que cuando el texto dice Adonai prevalece su aspecto misericordioso.  

Por eso es Avinu, nuestro padre y también Malkeinu, nuestro rey. Ambas expresiones tomadas del profeta Isaías (63:16 y 33:22) combinan la noción de la justicia y la compasión divinas.

El creador de la fórmula, el que acopló ambos conceptos, fue Rabi Akiva, el afamado sabio del siglo II quien murió como mártir durante la represión romana después de la rebelión de Bar Kojva  (132-135 E.C.)
Nos cuenta el Talmud (Taanit 25b) que ante una persistente sequía Rabi Eliezer dispuso ayunos y plegarias para ponerle fin pero nada ocurrió. Rabi Akiva se paró frente al Aron Hakodesh y exclamo: Avinu Malkeinu no tenemos otro rey más que Tú, Avinu Malkeinu ten misericordia de nosotros por tu propio nombre. E inmediatamente comenzó a llover

Desde entonces, aquellas dos líneas se han multiplicado pero continúan manteniendo la misma esencia de la plegaria de Rabi Akiva. Apelamos al amor y a la misericordia de Dios. Buscamos justicia, pero también comprensión.

Avinu Malkeinu Jatanu Lefaneja, Padre nuestro, rey nuestro, hemos errado ante ti. 

La tercera palabra Jatanu, hemos errado, tiene que ver con la Teshuvá, con el arrepentimiento. Enfrentamos el juicio divino reconociendo que como seres humanos cometimos errores. La premisa fundamental, si de verdad aspiramos a una reconciliación con nosotros mismos y al perdón divino, es aceptar nuestras faltas. 

En aquel acto desobediente de Adan y Eva de comer del fruto del árbol del bien y del mal, nace la experiencia humana, caracterizada por el libre albedrío. La opción de elegir entre el bien y el mal implica que debemos hacernos cargo de las decisiones que tomamos. La idea del juicio divino apunta precisamente a afrontar la responsabilidad por nuestras acciones.  Cuenta la Torá que después de comer el fruto y reconocerse desnudo, Adam se esconde y Dios le pregunta AIEKA (Gn 3:9) ¿Dónde estás? Aquel fue el primer Rosh Hashaná de la historia.

Jatanu, hemos errado. 

Habrán notado que me rehúso a traducir “Jet” como pecado. Me parece que especialmente en aquellos países latinos predominantemente católicos, el pecado tiene una connotación teológica muy densa, es una afirmación con una pesada carga. 

A mí me parece que el Jet refleja la idea de un desvío. Es un error. Es algo que está mal. Significa no haber hecho aquello que se esperaba que hagamos. Por eso la Teshuvá que generalmente traducimos como arrepentimiento significa literalmente retorno, regresar al camino correcto. 

Y con este espíritu, deseosos de volver a la senda del bien, nos reunimos en esta noche sagrada, en este Iom Hadin, este día del juicio. Por eso Avinu Malkeinu Jatanu Lefaneja, hemos errado ante Ti, Asumimos nuestras faltas como el primer paso de la Teshuvá. Que continúa luego con el compromiso sincero de no volver a repetirlas.  

La última de las cuatro palabras es LEFANEJA, ante Ti, con mayúscula, que representa lo que el filósofo judío del siglo XX, Martin Buber denomina el Tú eterno. Lefaneja, “Ante Ti”. Estar ante la presencia de Dios sin escondites y sin coartadas representa el mayor desafío que nos plantean estos Iamim Noraim. 

Me cuesta encontrar una traducción apropiada para la expresión Iamim Noraim, que define al conjunto que forma Rosh Hashaná con Iom Kipur, los días más sagrados del calendario judío. Literalmente son “días terribles”. O algunos prefieren “temibles”, del temor reverencial que surge de saber que sabernos humildemente parados ante Dios. Sin duda, un concepto mucho más poderoso que el de High Holidays o Altas Fiestas. Que incomodo resulta, especialmente para el individuo contemporáneo que se cree inmortal y todopoderoso, reconocerse frente a Dios. 

Y si como dice el teólogo judío Pichjas Lapide (siglo XX) “Dios es la voz que nos llama a ser aquello que debemos ser” (tremenda definición por cierto), los Iamim Noraim nos enfrentan con nuestras limitaciones, nos obligan a reconocer nuestras frustraciones pero también nos recuerdan todo el potencial transformador que tenemos dentro, y que con decisión y esmero debemos asumir la ardua tarea de convertirlo en realidad.
Avinu Malkeinu Jatanu Lefaneja, Padre nuestro, rey nuestro, hemos errado ante ti.

Ya explicamos cada una de las palabras que conforman esta frase, pero hay un elemento adicional que quisiera destacar. Salvo la última, Lefaneja, Ante Ti, el resto involucran un plural. Avinu, padre nuestro, malkeinu, rey nuestro, jatanu, hemos errado. Sólo el Lefaneja que pone a Dios en el centro y nos coloca a nosotros en relación a Él, aparece en singular.  

Y aquí subyace lo que podría ser una interesante paradoja. El ejercicio de introspección y arrepentimiento que se desarrolla en nuestro interior, la experiencia tan íntima y tan personal de afrontar el juicio de Dios,  es acompañado por un fenómeno de plegaria compartida, por una vivencia que se produce cuando me junto con otros. Asumimos la solemnidad de la jornada, en comunidad. El Yo se convierte en nosotros. 

No se trata de una expresión de responsabilidad grupal. Tampoco es cuestión de diluir mi identidad en el colectivo ni mucho menos aprovechar al grupo para hacer cosas que nunca haría si estuviera sólo.

Rosh Hashaná y Yom Kipur nos recuerdan que la vida judía contiene una dimensión comunitaria que es esencial al individuo. Nuestra identidad la necesita no solo para nutrirse sino fundamentalmente para manifestarse. No se puede ser judío en soledad… Avinu malkeinu, padre nuestro rey nuestro

No es que somos más o somos mejores, cuando estamos en comunidad simplemente somos. Y en ese sentido es como debemos visualizar el entramado que formamos como congregación.

Y debe ser de mi interés, no como rabino sino fundamentalmente como miembro de esta comunidad, velar por su bienestar y por la participación comprometida de sus integrantes. Cada uno de nosotros necesita del otro.  Cada “yo” necesita de otros para ser nosotros.

Permítanme avanzar un poco más en este razonamiento.

Como muchos de ustedes soy fanático del futbol. Hace un tiempo leí una crítica despiadada a la liga española. Considerada por varios expertos como el mejor torneo del mundo, ya que cuenta con la mayoría de los más talentosos jugadores del planeta, sus detractores afirman que no puede ser considerado como bueno, un campeonato en el cual sus dos equipos principales, Barcelona  y Real Madrid (en el orden que prefieran) han conquistado el titulo en 24 de los últimos 28 campeonatos.

Por el contrario proponen como modelo de liga ideal la NBA, el baloncesto profesional de los Estados Unidos, en donde cualquier equipo puede derrotar con frecuencia al campeón y los dominios en el mejor de los casos se prolongan por unas pocas temporadas.

El principio que está en juego en esta discusión y es la razón por la que lo traje en esta noche, es cuál es el criterio que determina el nivel de una liga. Son sus equipos más poderosos como defienden los amantes de la liga española o en su defecto son sus equipos más débiles. Es mejor una liga que dos equipos ganan siempre o una en donde cualquiera puede ganar

¿Ocurrirá lo mismo con una congregación? Podemos aplicar este razonamiento a Kol Shearith Israel? ¿Que determina la calidad de nuestra comunidad?  Sus miembros más destacados o aquellos que están menos comprometidos? 

Como dignos herederos del rey Salomón, ¿Será posible encontrar una combinación de los dos? En ese caso ¿cuál sería la estrategia apropiada para que ese nosotros se vuelva funcional a cada uno de sus componentes? Y en dirección inversa, para que cada individuo aporte significativamente en la construcción de la identidad comunitaria.

Creo que la respuesta a esa pregunta la hemos venido construyendo a lo largo de estos últimos 10 años, al menos en lo que a mi, ahora si, como rabino, respecta.

Imaginen que la congregación es una serie de círculos concéntricos en donde cada uno se para más cerca del centro de acuerdo a su nivel de participación. Es cierto que el ideal sería que todos estemos en el centro pero también es cierto que eso suena demasiado utópico.

La idea es recrear una vida judía intensa que abarque todos los aspectos de la experiencia judía de forma tal de generar una fuerza centrípeta, es decir de afuera hacia adentro. Con el objetivo de que cada vez más personas puedan posicionarse un poco más cerca del centro.

En ese sentido, tratamos de hacer un esfuerzo por aumentar el nivel de participación y de compromiso. De manera progresiva, sin extremismos ni cambios radicales pero dando origen a un proceso que de volumen, frecuencia y calidad a la vida judía de cada uno como personas y como familias porque solo así enriquecemos al nosotros.

136 años de historia avalan este espacio sagrado. Y la clave de su subsistencia, ha sido la voluntad de ese nosotros, ese mismo nosotros, que hoy esta constituido por este nosotros, de seguir reafirmando su compromiso con Dios y con la Torá.

Avinu Malkeinu, elevemos nuestra voz como comunidad, Jatanu Lefaneja,  enfrentemos juntos, unidos el juicio divino y asumamos con integridad la tarea de edificar a partir de la convicción de cada una de nuestras individualidades, un presente común que fortalezca nuestra propia judeidad y forje la identidad judía de nuestros hijos, nietos y bisnietos.

Avinu Malkeinu, inscríbenos en el libro de la vida plena. Amén

1 comentario:

  1. Wow! Esta publicación debería tener 8 millones de comwntarios...veo que soy el unico que comento...estamos a las puertas de 5782...vuelve a publicarlo...me fue de mucha ayuda... Shalom Kol Tov!!

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