jueves, 21 de marzo de 2013

Tzav 5773 - Shabat Hagadol

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana


Rabino Gustavo Kraselnik
Kol Shearith Israel - Panamá


Parashat Tzav, la segunda porción del Sefer Vaikrá (Levítico), continúa con el tema de las ofrendas que se realizaban en el Mishkán (Tabernáculo), que se inició en la parashá anterior, y finaliza con la consagración de los sacerdotes.

Un dato interesante, al menos para los amantes de los números, es que Tzav, la parashá número 25 de las 54 que tiene la Torá, contiene el punto medio de la Torá, ya sea si contamos versículos (5.845), palabras (79.847) o letras (304.805). 

Aunque las estadísticas no siempre son exactas en todos los conteos (la separación de versículos e incluso entre palabras a veces difiere entre las versiones del texto), todos los resultados caen siempre en el capítulo 8 de Vaikrá.  En cuanto a los versículos, generalmente se sitúa el centro en el 7 o en el 8, la palabra central aparece en el 8:15 (hay también divergencias entre “Iesod” y “Vaikadesh”, que aparece dos palabras más adelante) y la letra del medio se ubica al inicio de 8:29.

Frente a esta realidad, sorprende que el Talmud (Kidushin 30a) afirme que el centro de la Torá se encuentra en Parashat Sheminí, (Lev. 10:16 en cuanto a palabras y 11:42 en letras) y en Parashat Tazria, (Id. 13:36) en lo que se refiere a versículos.  Diversas interpretaciones a lo largo de los siglos se han dado para explicar estas divergencias, que trascienden el error estadístico o metodológico. (Las mismas exceden el alcance de este comentario.)

Otro aspecto particular de Parashat Tzav, adicional a su centralidad, es que en 5 de cada 7 años se lee en Shabat Hagadol, el Shabat anterior al inicio de Pésaj.  (Los otros dos años se lee Parashat Ajarei Mot.)  Esta conexión tan frecuente invita a buscar en el texto algún vínculo con la festividad.  Leyendo diversos comentarios, encontré algunas cosas interesantes.

En primer lugar, casi en el mismo inicio de la parashá aparece la Matzá y también el Jametz:
“Y lo que quede de ella, Aarón y sus hijos lo comerán.  Debe comerse como Matzot en lugar santo; en el atrio de la tienda de reunión lo comerán.  No se cocerá con Jametz…” (Lev. 6:16-17)
En segundo lugar, el nombre de la parashá Tzav significa” ordena” y nos remite a la palabra Mitzvá (orden, precepto divino).  El Séder, la cena ritual de Pésaj, es contabilizado por el Séfer Hajinuj (Rabí Aharon Halevi de Barcelona, siglo XIII) como la mitzvá número 21 de la Torá, y por el RaMBaM (Maimónides, España siglo XII) como la mitzvá positiva 157 en su Séfer Hamitzvot.

En ese sentido, me atrevería a decir que la fiesta de Pesaj, que marca el inicio de nuestra vida como pueblo, y particularmente el Seder, sean de las experiencias rituales más observadas por los judíos en cualquier parte del mundo. 

Y construyendo otro nexo con nuestra parashá, podemos decir que desde sus orígenes, el Séder de Pésaj tiene la particularidad de ser una ceremonia hogareña, en donde cada padre de familia se convierte en sacerdote y cada mesa, en un altar.

El vínculo entre Pésaj y Parashat Tzav nos regresa al tema de los números y el centro de la Torá.  Al pararnos en el punto medio del texto, sentimos el balance físico entre lo que leímos y lo que nos falta por leer.  Al tener una visión de todo el texto, comprendemos que estamos en un punto de inflexión.

La fiesta de Pésaj, de manera simbólica, nos coloca también en un equilibrio entre el pasado y el futuro.  Miramos hacia atrás nuestra historia, que se origina en la salida de Egipto, mientras aspiramos a vislumbrar la época mesiánica.

En el medio, nos toca a cada uno de nosotros la responsabilidad de trasladarnos desde Avadim Hainu (“Fuimos esclavos”), con que empezamos el Séder, hasta la renovada esperanza de Leshaná Habaá Birushalaim (“El año próximo en Jerusalem”), en su culminación.

Shabat Shalom y Pésaj Kasher Vesaméaj,

Gustavo

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