Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
No hay que prejuzgar
Esta semana leemos dos parashot, Vaiakel y Pekudei. La segunda de ellas comienza con un capítulo que parece un balance de una empresa constructora. Moshé recuerda escrupulosamente en qué se gastó el dinero de la construcción del Mishkán, el Tabernáculo. Recordemos que cuando Dios ordenó construir un santuario, todo el pueblo se acercó y de corazón dio tzedaká para su construcción. Lo que hace ahora Moshé, entonces, es detallar todo el dinero recibido, y explicar en qué se gastó.
Ahora bien, cabe preguntarse por qué Moshé se tomó el trabajo de contar tan minuciosamente todos los gastos; ¿acaso alguien podría haber desconfiado de él? ¿Acaso alguien podría haber pensado que el líder del pueblo de Israel, aquel que Dios había elegido, podría haberse quedado con algún dinero mal habido? Pues bien, aunque parezca mentira, los sabios del Midrash explican que, aparentemente, había quienes sospechaban que Moshé se había quedado con parte de las contribuciones del Mishkán, y que por esa razón, Moshé prefirió dar detalles sobre los gastos, para despejar todo tipo de sospechas.
Este Midrash nos lleva a meditar en algo que muchas veces hacemos, aunque sabemos que no está bien: me refiero a juzgar a la gente en forma negativa, aun sin saber lo que realmente ocurrió. Es muy común que nosotros interpretemos una acción, una palabra, o solo un rumor, con un juicio definitivo y condenatorio sobre alguien, aun cuando en realidad no estamos seguros de lo que pensamos o decimos.
Hay una simpática anécdota que describe bien este tema, acerca del famoso rabino jasídico Simja Bunem de Pshisja. Se cuenta que cierta vez, dos testigos se presentaron ante un tribunal rabínico para testificar que habían visto a Rabí Bunem comiendo queque y tomando café en Iom Kipur. I magínense ustedes el revuelo que provocó el rumor: ¡el hombre más sabio y justo de su pueblo, profanando el día más sagrado del año! ¿Cómo podía entenderse semejante falta?
Pues bien, los rabinos se dispusieron a investigar el asunto, y muy pronto descubrieron qué era lo que realmente había ocurrido. Resulta que la nuera de Rabí Bunem había dado a luz poco antes de Iom Kipur. La halajá establece claramente que una mujer en tal estado, debe comer y beber a pesar del ayuno público. Rabí Bunem, conociendo la piedad de su nuera, poco después de comenzado el sagrado día fue a preguntarle si estaba alimentándose. La nuera le contestó que no quería comer, ya que era Iom Kipur y eso la hacía sentirse terriblemente mal. Entonces Rabí Bunem insistió en que ella debía comer algo, a lo que su nuera nuevamente se negó. Finalmente, la mujer aceptó comer con la condición de que su suegro le diera personalmente la comida. Dado que Rabí Bunem temía por la vida de su querida nuera, aceptó hacerlo. Por eso, fue hasta la cocina para buscarle un trozo de queque y una taza de café caliente. En ese momento fue visto por dos testigos que espiaban por la ventana, quienes supusieron erróneamente que Rabí Bunem se disponía a comer y beber en Iom Kipur.
De esta historia aprendemos que no debemos juzgar apresuradamente a la gente, o dicho de otra forma, que deberíamos siempre tener un juicio positivo cuando desconocemos lo que pasó. Dice la Mishná, evé dan et kol adam lekaf sjut, es decir, “juzga a cada persona en forma favorable”. Cuando no sabemos qué es lo que una persona hizo en realidad, debemos juzgarla para el bien, o al menos abstenernos de prejuzgar.
Todos nosotros caemos en este error (¡a veces demasiado seguido!), cuando vemos a alguien haciendo o diciendo algo que no comprendemos del todo y, a partir de eso, emitir un juicio negativo sobre esa persona. Es más, a veces hasta nos enojamos y no le volvemos a hablar a alguien, simplemente porque creemos que hizo o dijo tal o cual cosa… ¡No me digan que en su familia no se cuenta una anécdota de este estilo sobre algún familiar o amigo! Nada más errado, nada más incorrecto. Estas actitudes fomentan un mal ambiente en grupos sociales, y pueden hasta destruir a una persona.
Moshé, cuando se enteró que había gente que sospechaba de él injustamente, prefirió dejar “las cuentas claras”. Él tuvo la dicha de darse cuenta de que las cosas no iban bien, y la inteligencia y coraje necesarios para cambiar la historia. Sin embargo, la mayoría de nosotros no tiene esta suerte, y eso nos hace sufrir mucho. Nunca, jamás hay que juzgar a alguien por algo que no sabemos, a ciencia cierta, si hizo o dijo… ¡ni siquiera en caso de ver a un famoso rabino con comida y bebida en Iom Kipur!
¡Shabat Shalom!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
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