jueves, 20 de marzo de 2014

Sheminí 5774

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana.

Rabino Dana Kaplan
Jamaica

Shemini: ¿Qué debiéramos comer?

¿Qué debemos y qué no debemos comer? Podríamos considerar esta pregunta, primero, en términos de dieta, si deseamos perder peso porque el médico nos ordenó evitar cierto tipo de comidas, como por ejemplo aquellas con demasiada sal.  Como judíos, sin embargo, necesitamos tener en cuenta otra categoría de alimentos permitidos y prohibidos: aquellos clasificados como kosher y aquellos clasificados como treif (no kosher).  Las secciones finales de la parashá de esta semana se enfocan en las leyes dietéticas.

Me gustaría promulgar el que consideremos adoptar la eco-kashrut como reemplazo para las leyes alimenticias bíblicas.  Esto nos ofrecería un razonamiento sólido para observar una determinada forma de kashrut, la cual nos permitiría preservar nuestra coherencia social mientras sacrificamos nuestra comodidad en aras de un propósito que tiene sentido para todos nosotros.  La eco-kashrut se aplicaría a todo lo que consumimos, no solo a la comida. Nuestro compromiso con esto haría del mundo un ambiente más sostenible para todos, lo que a su vez redundaría en beneficios prácticos.

La kashrut, o leyes kosher, es un sistema muy complejo que rige todos los aspectos relacionados con la preparación y consumo de alimentos.  Los judíos tienen prohibido comer ciertos tipos de alimentos, considerados como no kosher, mezclar juntos otros tipos de alimentos o ingerir determinadas comidas hasta que no haya pasado un período específico de tiempo (por ejemplo, cualquier lácteo después de una carne).  Las consecuencias de observar estrictamente estas leyes kosher son que resulta imposible comer afuera,  en cualquier restaurante no kosher o hasta en la casa de otras familias, a menos que estas estén comprometidas con los mismos estándares de kashrut.

La Torá define las leyes dietéticas de la kashrut en el capítulo 11 de Levítico, incluido dentro de la parashá de esta semana, así como en Deuteronomio 14:3-21.  Además, el Tanáj hace referencia a animales puros e impuros en Génesis 7:2-9, Jueces 13:4 y Ezequiel 4:14.  El Talmud amplía considerablemente estas reglas.  A pesar de su importancia, no se da ninguna razón para ellas en los Cinco Libros de Moisés.  ¿Será porque las leyes de la kashrut son juquim en lugar de mishpatim?

Al interpretar el Levítico 18:4, “Habrán de cumplir Mis mishpatai (leyes) y guardarán Mis jucotai (estatutos) para vivir según ellos”, el Sifra, midrash halájico sobre el Levítico, distinguió entre mishpatim, leyes, y juquim, estatutos.  El término mishpatim se refiere a reglas que aunque no hubieran aparecido en la Torá, habrían sido totalmente lógicas, tal como la prohibición contra el robo o el asesinato.  Sin los mishpatim, la sociedad sería incapaz de funcionar.

Por otro lado, los juquim se refieren a aquellas reglas que carecen de toda lógica obvia, tales como comer cerdo (prohibido en Levítico 11:7, al igual que en Deuteronomio 14:7-8) o usar shatnez, mezclas de tejidos (prohibidas en Levítico 19:19 y Deuteronomio 22:11).  La Torá prescribió estas leyes  y los Sabios argumentaron que no tenemos derecho  alguno para cuestionarlas o, ni quiera Dios, para rehusarnos a cumplirlas.

Pero, ¿es cierto que la Torá no ofrece ninguna explicación sobre el por qué estamos obligados a observar las leyes dietéticas bíblicas?  Conforme la Torá va llegando a la conclusión de los detalles sobre lo que podemos o no podemos comer, el texto parece ofrecernos una razón.  En el capítulo 11:45, Dios dice que debemos mantener la kashrut “… porque Yo soy el Señor, que los he hecho subir de la tierra de Egipto para ser su Dios".  Y luego el texto añade: “… serán, pues, santos porque Yo soy santo."

Varios comentaristas han jugado con estas intrigantes pistas.  Quizás observar la kashrut sea parte de la imitatio Dei, un concepto religioso por el cual los humanos buscamos la virtud mediante el intento de imitar a Dios.  O tal vez observamos la kashrut para agradecer a Dios por habernos librado de la esclavitud.  O quizás nos abstenemos voluntariamente de comer ciertos alimentos que nos encantan, con el fin de demostrar que ahora somos libres y podemos tomar nuestras propias decisiones.  Aunque algunos podrían encontrarle sentido a estas ideas, es poco probable que les sean suficientes para comprometerse a observar el kashrut en su totalidad.

Sin embargo, para la mayoría de judíos no ortodoxos, las leyes del kashrut tenían muy poco sentido y eran casi completamente ignoradas.  Algunos pensadores creativos reflexionaron sobre la manera de aplicar el concepto de kashrut en una forma más significativa.  Por ejemplo, algunos pensaron que lo que era importante era abstenerse de comer la carne de animales criados bajo circunstancias inhumanas, tales como la de ternera.

Otros alegaron que la tradición judía debía promulgar la abstención absoluta de comer carne.  En palabras de Richard H. Schwartz: “aunque se discute raramente dentro de la comunidad judía, un aspecto de la vida moderna ampliamente aceptado – la producción masiva y consumo generalizado de carne – contradice muchas enseñanzas fundamentales judías y daña gravemente a las personas, comunidades y al planeta.”

El Rabino Zalman Schachter-Shalomi, fundador del Movimiento de Renovación Judía, desarrolló un enfoque más amplio que reinterpretaba el concepto tradicional de kashrut.  Para finales de los 70, él utilizaba el término eco-kosher para describir un enfoque humano hacia los alimentos y el comer, ambientalmente sensible.  Lo eco-kosher tomaba en cuenta la ecología del mundo, a la hora de decidir qué comer y qué no.

Por un lado, tenemos la amenaza de la destrucción de la Tierra, ya sea cataclísmica o gradualmente; por el otro, tenemos el surgimiento vacilante de la cooperación planetaria, las naciones uniéndose para controlar el crimen y la enfermedad, mediar en los conflictos y proteger el ambiente.”  Según él, “Fortalecer esta cooperación global con la Tierra es, para mí, la forma más urgente e importante que tenemos de servir a Dios, la invitación más sagrada y más apremiante de nuestros tiempos.”

Rabino Dana Kaplan
Jamaica

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