Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica
Aceptando el pasado con amor
Esta semana comenzamos a leer el tercer libro de la Torá: Sefer Vaikrá. Como es bien sabido, las primeras secciones de este libro se ocupan de describir con lujo de detalles cómo debían realizarse los sacrificios, tanto animales como vegetales. Los Korbanot, así se dice sacrificios en hebreo, fueron la base del ritual hebreo desde la construcción del Tabernáculo en el desierto hasta la destrucción del segundo Templo de Jerusalén. Cuando los judíos debieron enfrentar la cruda realidad de tener que vivir sin su lugar más sagrado, también tuvieron que desarrollar una nueva forma de comunicarse con D”s. Los sabios del Talmud la denominaron avodá shebalev, es decir el culto o ritual que se hace con el corazón. Me refiero, por supuesto, a la plegaria.
Desde que los judíos abandonamos los sacrificios y comenzamos “oficialmente” a rezar, quedó abierto el debate con respecto a la vigencia de los sacrificios, debate que continúa hasta nuestros días. Algunos creen que deberíamos volver a tener un Templo y sacrificar ofrendas a D”s nuevamente, mientras que otros creen que en los tiempos mesiánicos volverá a restaurarse el culto del Templo de Jerusalén. La mayoría del pueblo judío ya no quiere volver a la época de los sacrificios, sino que prefiere continuar con la plegaria tradicional.
Ahora bien, ¿cuál es nuestra reacción cuando volvemos a leer, año tras año, las leyes de los sacrificios que ya no se hacen? Una vez más, el mundo judío está dividido en este aspecto. Las dos posiciones más conocidas son la del elogio supremo y la del rechazo total. Para algunos, sobre todo en el campamento ultraortodoxo, los korbanot son la piedra fundamental de la Torá, y su descripción minuciosa es un texto esencial, quizás de los más sagrados de toda la Torá. Para este grupo, Vaikrá es quizás el libro más estudiado y alabado de todo el Pentateuco.
Otra gente rechaza de manera categórica la idea de los sacrificios, viéndolos como un ritual antiguo que felizmente fue eliminado. Para ellos, pensar que otra vez hay que leer sobre los sacrificios constituye un dolor de cabeza, y de hecho prefieren ni siquiera tocar este texto.
Creo que hay una posición intermedia, que busca ser moderna pero no por eso cerrar la puerta al pasado. Quienes se encuentran en esta posición, y yo me incluyo entre ellos, piensan que en verdad es mejor quedarse con la plegaria que volver a los sacrificios. Las ofrendas animales y vegetales a D”s fueron efectivas en el pasado, pero ya no las necesitamos más. Hoy la plegaria nos permite expresar mejor lo que sentimos y deseamos al comunicarnos con D”s. Sin embargo, pensar que nuestros antepasados eran unos brutos que no podían rezar y que por eso sacrificaban animales, es tergiversar el pasado. Más bien hay que pensar que esa era la forma válida de comunicarse con D”s en la antigüedad, y como tal, debemos aceptarla y valorarla. Y no solo eso; existe mucha sabiduría detrás de los detalles sobre cómo debían efectuarse los sacrificios, de la cual todavía podemos aprender.
Esta tercera posición es entonces intermedia entre la que acepta todo lo que es antiguo y tradicional, y la que todo lo rechaza por ser, justamente, antiguo y tradicional. Los sacrificios ya no son parte de nuestra vida cotidiana, pero sí lo eran de la vida de nuestros antepasados y, en ese sentido, también son parte de nuestra vida. Detrás de ellos se esconde el amor y la devoción de nuestros ancestros, sentimientos que nos gustaría poder aplicar en nuestras propias plegarias.
Además, es probable que en el futuro nuestros descendientes judíos desarrollen formas de acercarse a D“s diferentes de las nuestras, y que juzguen nuestra plegaria como algo anticuado y poco efectivo. Sin embargo, esperamos transmitirles mucho más que un ritual pasado de moda y poco significativo. De la misma manera, nuestros antepasados de los tiempos bíblicos buscaron legarnos mucho más que las frías descripciones de los sacrificios.
En resumen, cuando una vez más volvemos a leer las descripciones de los korbanot, podemos optar entre los que las alaban como el punto central del judaísmo y los que piensan que es algo de lo que casi deberíamos avergonzarnos de haber desarrollado. Sin embargo, existe una tercera alternativa, que propone no quedarnos varados en el tiempo, pero tampoco abandonar nuestro pasado.
¡Shabat Shalom!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica
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