Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
Todos somos parte del pacto
Comienza la primera de las parashiot de esta semana, parashat Nitzavim, diciendo: “Vosotros estáis erguidos hoy, todos vosotros: ante Adonai vuestro D”s, vuestros jefes, los de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros alguaciles, toda persona de Israel. Vuestros infantes, vuestras mujeres, y tu forastero, que está en medio de tu campamento, desde el que recoge tu leña hasta tu aguador. Para tu pasar por el pacto de Adonai tu D”s, y en su imprecación; que Adonai tu D”s, concerta contigo el día de hoy” (Devarim 29: 9-11).
Llama la atención que en estos versículos dice, por un lado, que está todo el pueblo de pie frente a D”s y, a continuación, pasa a nombrar a diferentes integrantes del pueblo. ¿Cuál es la necesidad de nombrar a las diferentes jerarquías? ¿Acaso no es suficiente con decir que Se dirigía a todo el pueblo?
Quizás la intención de detallar a cada uno de los integrantes del pueblo sea para evitar que quienes suelen detentar el poder y ocupar lugares de mayor jerarquía dentro de la sociedad, sean quienes se adueñen del pacto con D”s y de la sabiduría de la Torá, impidiendo que otros tengan la oportunidad de acceder a ellos. Al hacer la aclaración, nos recuerda que todos estuvieron presentes en aquel momento del pacto, y que cada integrante del pueblo puede ser partícipe de dicho legado.
Estos no son versículos aislados, sino que podemos encontrar otros que nos expresan la misma idea. Por ejemplo, en la segunda parashá que leemos esta semana, parashat Vaiélej, leemos:
“Congrega al pueblo: los hombres y las mujeres y los infantes, y tu forastero, el que está en tus ciudades, para que hayan de escuchar y para que hayan de aprender, y habrán de venerar a Adonai vuestro D”s, y cuidarán para cumplir, todas las palabras de la Torá esta” (Devarim 31:12).
Se nos cuanta acerca de la época de Ioshua: “No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moshé, que Ioshua no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños y de los extranjeros que moraban entre ellos” (Josué 8: 35).
Estas tres fuentes son muy claras: cada uno de los miembros del pueblo, más allá del estatus social impuesto por la sociedad desde su nacimiento, tenía derecho a ser parte del pacto, de cumplir los mandamientos y escuchar la lectura de la ley.
No se habla de separaciones entre ricos y pobres, mujeres y hombres, adultos y ancianos. A pesar de las diferencias y jerarquías impuestas, todos están en el mismo nivel frente a D”s; no se manifiesta segregación, opresión ni discriminación.
La sociedad occidental, desde sus orígenes, se estructura a partir de jerarquías y diferencias sociales, siendo unos grupos los amos y otros los esclavos, unos los que detentan el poder y otros los que se deben someter a este. Unos los que pueden acceder al conocimiento y otros a quienes se les prohíbe acceder a él.
Gran parte de la historia de la humanidad es la lucha por ser amo y dejar de ser esclavo. El gran paradigma es que unos son la norma y los que no encajan, están por fuera de esta. Así tenemos cientos de grupos minoritarios, marginados por no coincidir con la supuesta norma. Siendo tan diferentes los seres humanos, ¡cómo podríamos entrar todos dentro de una misma vara! Los triunfadores son quienes no solo tienen el poder, sino el saber y el privilegio de transmitirlo a sus iguales.
Esta ha sido la realidad durante cientos de años, hasta el día de hoy. Ha habido cambios en las últimas décadas, pero no los suficientes para vivir en una sociedad igualitaria y justa. Nuestra tradición no ha sido una excepción, aunque podemos encontrar un mensaje escondido que nos dice que D”s se acerca a todos por igual, para todos está abierto el pacto, sin negar que somos diferentes.
Volviendo al primer versículo de nuestra parashá, hay un Midrash que se pregunta cuándo será el momento en que todo el pueblo estará realmente erguido ante D”s, y contesta diciendo que será en el momento en que estén unidos como un atado de paja. Cuando alguien toma un atado de paja, es muy difícil que pueda quebrarlo. Sin embargo, cuando toma paja por paja, hasta un bebé puede partirlo. De esto se deduce que el pueblo de Israel sólo será redimido cuando estemos tan unidos como un atado de paja (Ilkut Shimoni).
Podemos agregar: cuando haya igualdad, respeto y justicia entre todos los seres humanos. Cuando jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, ricos y pobres, a pesar de las diferencias, estén unidos frente a D”s.
Todos, absolutamente todos, tienen la posibilidad de ser partícipes del pacto. De cada uno de nosotros depende la posibilidad de pactar y de mantenerlo erguido. Lo que importa no es la edad, el sexo o el estatus social de la persona, sino la manifestación de su voluntad, coraje y fe. Depende de nosotros ponernos de pie frente a D”s, en cada momento de nuestra vida.
Dentro de muy pocos días comenzaremos a vivenciar los Iamim Noraim. Quizás sea el momento propicio para preguntarnos a nosotros mismos qué tipo de pacto practicamos cotidianamente, y a cuál realmente quisiéramos adherirnos en este nuevo año que entra. Qué pactos habíamos planificado y no realizamos. Qué prometimos y no cumplimos, y qué nos proponemos hoy. Qué pacto deseamos enseñarle a nuestros hijos y cuál le estamos enseñando efectivamente.
Quiera D”s que, en estos Iamim Noraim, podamos renovar nuestro pacto, comprometernos y unirnos. Podamos lograr que todos los integrantes de la sociedad sean respetados y puedan vivir dignamente.
¡Shabat Shalom!
Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
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