jueves, 5 de mayo de 2016

Ajarei Mot 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

Esta Parashá presenta imágenes sumamente interesantes y complejas.

Según el sentido más llano del texto, se puede distinguir un común denominador. La Parashá resalta el tema de la sangre, tanto en el tema ritual como en asuntos de familia y linaje.

El ritual se refiere al orden de los sacrificios en el Templo tal como es vívidamente descripto en la liturgia de Yom Kipur.

Cuando Aarón, el Cohen Gadol, ingresa al Santuario en la ocasión más importante del año, no le está permitido usar las ropas ornamentales de rigor. Él vestirá ropa simple, a modo de un penitente intercediendo por todo el pueblo.

De ello se desprende que todos los transgresores, y consecuentemente, todos los sacrificios de expiación, tienen como cometido mediar la brecha entre el ideal de perfección presentado por la Torá y la realidad de la naturaleza humana.

A renglón seguido se instruye la noción que la sangre es una substancia prohibida, la cual no debe ser consumida por ser la esencia de la Vida. Esto se expresa en la práctica, en el ritual de la preparación de la carne kasher, de eliminar la sangre antes de ser cocinada.

Un capítulo aparte, sin duda vinculado al anterior, es la prohibición de las relaciones incestuosas.  Una variedad de relaciones de sangre son excluidas y vedadas.

En Levítico 18: 2-4, se instruye a los Hijos de Israel no imitar las prácticas sexuales tanto de Egipto, de donde procedían como de la tierra de Canaán, hacia donde se dirigían.

La santidad de la familia debe ser preservada a toda costa, y se deben buscar nuevos vínculos de parentesco fuera del grupo social de origen; la regla será la exogamia en exclusión de la endogamia.

Más allá de razones genéticas expuestas por la ciencia moderna, aquí se manifiesta una tendencia opuesta  a la costumbre de la familia faraónica de cuidar la pureza de su linaje. Sólo se casaban dentro de la familia. En la Parashá se indica una apertura hacia el afuera y hacia la nivelación social, en contraposición a la nobleza egipcia y su empeño de mantener sus títulos y abolengo.

El ideal de la Torá de Moisés es conservar y proteger la integridad moral y pautas éticas de la naciente nación hebrea.

La sangre es la vida, y la vida debe ser santificada. Egipto no sólo representa la esclavitud física sino la degradación moral, humana. 

Una y otra vez se nos instruye evitar las prácticas de abuso e inmoralidad de Egipto, para poder convertirnos en “luz para las naciones”.

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

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