jueves, 26 de mayo de 2016

Behar 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana.

Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore
Bogota, Colombia

La Parashá de esta semana contiene una afirmación interesante, que es recurrente a lo largo de la Torá, acerca de que el pueblo de Israel es 'servidor' de Dios. La palabra que utiliza la Torá para hacer alusión al vínculo de servicio de Israel hacia Dios es la palabra 'eved', que se utiliza también para aludir al 'esclavo'. Resulta llamativo que después de haber leído todo el libro de Éxodo, en el cual se hace hincapié en la liberación de nuestro pueblo, la parashá de esta semana elija la figura del amo y del esclavo para describir el vínculo entre Dios y el pueblo judío. 

¿Acaso no era la meta central de la historia de Shemot hacernos sentir libres? ¿cuál es el sentido de ser libres si vamos a volver a someternos a otro yugo? Claro está que el yugo del Santo Bendito Sea no es igual al del Faraón. Podríamos imaginar que luego de la opresión sufrida en Egipto, someterse a un amo más benevolente y generoso, más justo y amoroso, suena como un plan un poco más atractivo que volver a la tierra de la opresión que no conocía límite. 

Aún así, la idea de definirnos como 'siervos' de Dios me resulta un tanto extraña.  Pero es en la alusión a ese vínculo en nuestra Parashá que encuentro una forma de explicar este complicado interrogante. El versículo en cuestión es el último del capítulo 25 que dice: "Porque mis Siervos son los hijos de Israel, Siervos míos a los cuales saqué de Egipto..."

El contexto de este versículo son precisamente las normas que regulan la esclavitud. Para cerrar una serie de versículos que explica cómo funciona el vínculo entre un hebreo y su siervo que es también parte del pueblo, la Torá elige esas palabras. Y lo interesante es que a lo largo de toda la Torá, en el caso de los siervos hebreos, existe la posibilidad de que estos siervos sean automáticamente manumitidos luego de transcurridos una cantidad de años. En diferentes lugares de la Torá la forma y la cantidad de años que deben transcurrir es diferente. En Shemot hablamos de 7 años y aquí en Vaikrá pareciera que recién a los 50 años el esclavo es liberado. Pero en ambos casos hay una idea que continúa: los esclavos son eslavos por un tiempo, y luego son solamente esclavos por propia decisión.

¿Qué tiene que ver esto con que el pueblo de Israel sea 'siervo' de Dios? Personalmente, encuentro esta referencia más que interesante si cuando leemos 'siervo' o 'esclavo' pensamos 'esclavo según la lógica con que la Torá piensa la esclavitud'. En ese caso, la esclavitud al servicio del Santo Bendito Sea sería diferente a la del Faraón no sólo por la calidad del amo, sino esencialmente por la norma que regula el vínculo. Somos servidores del Santo Bendito Sea por obligación solo durante una cantidad limitada de años. Quizá sea una referencia a nuestra infancia, en la que la judeidad no es una elección y somos y hacemos judaísmo colgados de las elecciones de nuestros padres. Pero después de un tiempo (¿la adultez? ¿el Bar Mitzva?) el judaísmo es para todos una elección voluntaria. Elección que una vez asumida obviamente genera deberes, responsabilidades. Pero que es siempre voluntaria en un comienzo.

Luego de la irrupción del iluminismo y el mundo moderno, no hay nadie que sea judío 'porque lo obligan'. Quizá comenzamos de pequeños marcados por prácticas y enseñanzas sin preguntarnos si nos interesa. Pero llega un punto en la vida en donde, como al siervo bíblico, se nos pregunta si queremos seguir siendo parte de ese pacto y ese vínculo maravilloso. Quizá nos tome la vida entera responder, y mientras tanto seguiremos trabajando aún sin estar seguros. Pero lo que no podremos jamás decir es que esto no lo elegimos. La falacia de que solo elige el judaísmo aquel que lo adopta mediante el proceso del 'giur' carece de sentido en los tiempos que vivimos. Hoy somos todos 'judíos por opción', elegimos todos someternos de forma voluntaria a ese pacto con alguien que es nuestro amo en la medida en la que nosotros dediquemos la vida a su servicio. Ojalá podamos, no desde un lugar de imposición ni violencia, sino desde la más valiosa de las elecciones que es la que se toma en libertad, elegir servirle a Dios con sinceridad y devoción.

Shabbat Shalom
Rab Guido Cohen

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