martes, 8 de noviembre de 2016

Lej Lejá 5777

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

Dedico este comentario en honor a la celebración del Bar Mitzvá de mi hijo Dan

En el llamado de Dios a Abram con el que comienza Parashat Lej-Lejá (y la historia del pueblo judío), junto al pedido de dejar la tierra natal se incluye la promesa de una bendición a Abram. Quisiera detenerme en el versículo 2 del capítulo 12 de Bereshit (Génesis):

“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”

Cada una de las expresiones de la promesa divina es sumamente clara a excepción de la última´: “Y serás bendición” (“Veehié Brajá”). ¿Qué significa “ser” bendición? ¿Se trata de una afirmación en futuro, algo que va a pasar, o es un imperativo, algo que Abram debe hacer?

No sorprende que el texto de origen a una variedad de interpretaciones.

Rashi (Francia, siglo XI) explica “serás bendición” como una situación en la cual “el poder para otorgar bendiciones está en tus manos... Tu podrás bendecir a quien tú quieras.”

Jizkuni (Jizkia ben Manoaj, Francia, siglo XIII) en una lectura más simple y siguiendo la clásica traducción aramea de Onkelos, para quien “Veeihé Brajá” significa “serás bendecido”, afirma: “La bendición se manifestará en todas las cosas que hagas.”

El profesor Umberto Cassuto (1883–1951) de la Universidad Hebrea de Jerusalem, en su conocida obra “Desde Noaj a Abraham”, rechaza esta interpretación porque entiende que no es fiel al lenguaje de la Torá y tampoco acepta la explicación de Rashi. En su opinión quien mejor comprende el texto es Ramban (Najmanides España, siglo XIII) quien sostiene que se trata de un imperativo en donde “por medio de ti serán bendecidas todas las naciones de la tierra… esa es la razón por la que Dios le indica a Abram que deje su tierra.”

Siguiendo esta idea - Abram como una bendición para los otros - Radak (David Kimji, Francia principios del siglo XIII) además de coincidir en ver al verbo Veehié como un imperativo, explica que “Dios le dice a Abram que sus bendiciones y sus éxitos serán tan grandes que se convertirán en una bendición para los demás.

Una línea interpretativa diferente aunque la conclusión sea similar es planteada por Ovadia Sforno (Italia, siglo XVI). Según su lectura, Abram es una bendición para Dios a partir de ser una persona íntegra que mediante su ejemplo transmite la noción de Dios a las demás personas. En sus palabras: “Dios está diciendo, se para Mi una bendición, en el hecho de alcanzar el entendimiento, adquirir la integridad y enseñar a otros el conocimiento (de Dios)”.

Desde lo conceptual, confieso que me gusta mucho la idea de la bendición como imperativo  - ya que depende de Abram el hacerla realidad. – así como comprender que el llamado divino a Abram (y también a cada uno de sus descendientes) como plantea Sforno, sea una invitación a alcanzar la plenitud y hacer que nuestras acciones hagan ver a los demás las bondades de Dios.

En esa misma dirección apunta el Midrash (Bereshit Rabá 39:2) a partir de una lectura alternativa de nuestro texto: “Donde dice Veehié Brajá (serás una bendición) debe leerse Veheié Breijá, serás un manantial, una fuente de agua.” El agregado de la letra “Iod” en hebreo, que transforma la bendición en manantial es la afirmación que convierte a Abram de ser un receptor a un generador de bendiciones.

Cuando Dios bendice a Abram significa que se va a convertir en una fuente de bendiciones, en un manantial de abundancia para aquellos cuya vida logre impactar. Este cambio, tal como lo explica el rabino contemporáneo Bradley Shavit Artson  implica la comprensión de la Brajá, la bendición, como causativa, es decir el sujeto no realiza la acción por sí mismo, sino que la hace realizar a otro. (Ver su artículo Barukh ha- Shem – God is Bountiful)

De esta forma, “ser bendición” significa vivir una vida virtuosa, que “contagie” a los demás esa fe y cuyas acciones den testimonio de la presencia de Dios y hagan a los otros sentirse bendecidos.

Fue esa idea, tan poderosa y desafiante, la que junto a Ruthy nos llevó a colocar en el encabezado de la tarjeta de invitación de la ceremonia de Bar Mitzvá de nuestro hijo Dan parte de las palabras de Dios al patriarca Abram: “te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”

Es nuestro deseo que estas palabras se hagan realidad en nuestro hijo. Que sea bendecido, que haga de su nombre algo relevante y por sobre todas las cosas que asuma el llamado divino para ser él una bendición. 

Sin duda que en nuestro caso lo ha conseguido. Su presencia nos hace a nosotros sentirnos bendecidos.

Shabat Shalom
Gustavo

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