jueves, 1 de julio de 2010

Parashat Pinjas

Bemidvar -Números 25:10-30:1







Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana




Rabino Mario Gurevich
Sinagoga Beth Israel
Aruba

Ya casi cuarenta años después de la salida de Egipto.
El pueblo definitivamente ha cambiado. Ya no es la masa de esclavos liberados que clamaban por comida, gemían por agua y rogaban volver a Egipto.
Esta generación nacida en el desierto es aguerrida, recia, consciente de su destino y decidida a llevarlo a feliz término.

Pero también proclive a probar las tentaciones de la libertad. Y a esto se refieren las últimas líneas de la  Parashá anterior, donde el atractivo de las hijas de Moab hace que varones hebreos se sientan también tentados a la cultura y prácticas paganas de éstas.







Lo que despierta el celo de Pinjas, el nieto de Aharon, quien mata a una de las parejas en cuestión, acto aparentemente aprobado por Dios.

Es muy difícil evaluar si no comprender, las circunstancias en que estos hechos tuvieron lugar. Finalmente la esposa de Moshe era también una midianita y nadie nunca hizo alguna objeción al respecto. Y más tarde, sería una mujer de Moab, Ruth, la que daría origen al tronco familiar y a la dinastía del Rey David.

Luego, no parece que el problema fuera simplemente la unión exogámica sino mas bien la introducción del paganismo en la sociedad, que necesitaba ante todo unidad de criterio para afrontar las numerosas luchas que tenían por delante.

En nuestras sociedades abiertas contemporáneas, es menester que la parte no judía de la pareja sea recibida con amor y no con rechazo, que sumemos y no restemos. La actitud zelota de Pinjas ya no tiene lugar en nuestro mundo, pero si la preocupación que la engendró.

Más adelante en la Parashá, Moshé, enfrentado a su muerte inminente pide a “Dios de los espíritus de toda carne” que designe un sucesor para que “la Congregación del Señor no sea como rebaño sin pastor”. Dios responde de inmediato y le ordena tomar a Joshua, el hijo de Nun “varón en el cual hay espíritu” para ese fin.

Nuestros sabios y exégetas tienen sus opiniones sobre este diálogo que convoca el tema de los espíritus. Moshé solicita que el nuevo líder sea receptivo a “los espíritus de toda carne”, es decir a todas las personas a quienes tendrá que liderar.

Y al señalar a Joshua como varón en el cual hay espíritu (acaso no lo hay en todos?) nos dice la Tora que el liderazgo puede estar en manos de todos. Joshua fue elegido por su historia y sus virtudes, pero cualquier otro pudiera haberlo ejercido por igual.

Razonable sin embargo la preocupación de Moshé; él sabe mejor que nadie que un pueblo no es una masa sino la suma de sus integrantes, y con eso deja un mensaje poderoso a las generaciones de líderes de nuestro pueblo, sobre la necesidad de escuchar a todos y respetar las diferencias.

Aunque Pinjas obtuviese la bendición de Dios, sería Joshua, con sabiduría y tolerancia, quien dirigiese al pueblo en este nuevo capítulo de su existencia.

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