jueves, 22 de julio de 2010

Shabat Najamu - Parashat Vaetjanán



Devarim - Deuteronomio  3:23-7:11

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel
Ciudad de Panamá, Panamá


    Shemá Israel Adonai Elohenu Adonai Ejad.
    Escucha (comprende) Israel, Adonai es nuestro Dios, Adonai es uno.
               (Deut. 6:4) 
Seis palabras resumen la esencia de la identidad judía. Seis palabras recitadas dos veces cada día (en la mañana y en la noche) para reafirmar quiénes somos. Seis palabras que encierran historias de fe, de martirio, de esperanza. Seis palabras henchidas de trascendencia. De eternidad.  Seis palabras que solo proyectan una tenue luz sobre el conocimiento divino, mientras irradian una poderosa energía para marcarnos el camino. 

Seis palabras, 26 letras que coinciden con el valor numérico del nombre de Dios (el Tetragrama en Guematria es 10+5+6+5). Seis palabras que concluyen con el Ejad, que significa uno y único. Tan cercano como lejano, trascendente e inmanente. 


Estas seis palabras, centrales al pensamiento y a la vida judía, aparecen en parashat Vaetjanán (Deut. 6:4). Y si bien constituyen una parte muy importante de la liturgia diaria, no pueden considerarse una plegaria en sentido estricto, ya que no tienen a Dios como destinatario. El Shemá es una declaración de fe que nos recitamos a nosotros mismos. 

En el rollo de la Torá, el Shemá posee una notable particularidad. La letra ain (en Shemá) y la letra dalet (en Ejad) están escritas en un tamaño mayor que el resto de las letras. En su comentario a la Torá, que incluye un detallado análisis de la escritura de las palabras y su valor numérico, el Baal Haturim (Rabí Iaakov ben Asher, Alemania 1269 – España 1343) explica que ambas letras grandes forman la palabra ED, “testigo”, de forma tal que el Shemá constituye un llamado similar al que Dios coloca en boca del profeta Isaías (43:10): “Ustedes son Mis testigos, dice Adonai.”  

Estas bellas palabras, lema del Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer y muy cercanas a los corazones de los que allí estudiamos, nos convocan a transformar nuestra fe en acciones. Ser nosotros testigos de Dios constituye un llamado a dar testimonio de Su presencia en el mundo mediante nuestros actos. La fe demanda obras de fe. 

Precisamente en ese espíritu, el Rabino Heschel, uno de los más destacados teólogos judíos del siglo XX, escribió: “A un judío se le pide que haga un salto de acción en vez de un salto de fe” (Dios en busca del hombre). 

Pero hay algo más. El Shemá  nos pide también amar a Dios (“Amarás a Adonai tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas”, Deut. 6:5), ¿y qué significa amar a Dios sino amar a Sus criaturas? Así lo afirma otro notable pensador del siglo pasado, Martin Buber: “Tanto el amor al creador como el amor a aquello que ha creado son finalmente uno y lo mismo” (La pregunta silenciosa). 

En última instancia, el Shemá nos interpela porque afirma que una fe auténtica, así como el amor a Dios, deben manifestarse necesariamente en acciones. Acciones en el mundo real, en nuestra vida cotidiana, en la forma en que nos relacionamos con nuestros semejantes. Por eso, no hay fe sin el acto de la fe, ni amor a Dios sin amor a los hombres. 
    Shemá  Israel,
    6 palabras,
    26 letras,
    1 llamado. 
Nuestras acciones deben dar la respuesta. 

Shabat Shalom,
Gustavo

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