viernes, 24 de junio de 2011

Koraj 5771

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Joshua Kullock
Comunidad Hebrea de Guadalajara, México


El famoso filósofo francés Michel Foucault, definía al poder como una relación de fuerzas. Esto significa – a grandes rasgos – que el poder es una construcción que necesita de al menos dos personas para establecerse. En este sentido, nadie es poderoso ni tiene poder alguno viviendo solo en una isla desierta.

Para Foucault, ejercer el poder significa operar sobre las acciones de los demás para cambiar su forma de entender la vida. Este poder puede ser ejercido con violencia y autoritarismo, o puede llevarse adelante a través de relaciones más sutiles y menos cruentas.


Es teniendo estos conceptos en mente que esta semana me gustaría hablarles de Koraj. Koraj era un hombre especial, tan especial que una Parasha de la Tora recibió su nombre. Y si prestan atención, ni siquiera Moshe mereció tal distinción.

Koraj era levita, lo que significa que su estatus social era más elevado que el de muchos. Pero, créanlo o no, a Koraj eso no le alcanzaba. Koraj quería más.

Es por eso que se dedicó a convencer – es decir: a ejercer su poder – y logró convocar a 250 hombres de renombre, quienes en conjunto desafiaron a Moshe. 250 hombres es un número bastante irrisorio. Acuérdense que el pueblo de Israel en el desierto alcanzaba los 600 mil integrantes. Pero aún así, la Parasha nos muestra cómo un pequeño grupo sediento de poder puede llegar a amenazar con el colapso de toda una estructura determinada.

La literatura rabínica es muy severa con Koraj. Algunos sabios opinan que el líder de la oposición estaba en contra del naciente sistema normativo planteado en la Tora. Otros, van más lejos aun, afirmando que a Koraj lo único que le importaba era preservar su poder, y en lo posible potenciarlo. De acuerdo con esta lectura, las pocas pero influyentes personas que convenció, serían el medio para llegar a su egoísta fin. Fíjense bien, y presten atención: los 250 hombres de renombre terminaron siendo usados por Koraj para lograr su objetivo personal. Es por eso, que en Pirkei Avot leemos que la revuelta de Koraj es el paradigma de la revuelta que no se hace en nombre del Cielo, sino que se hace en nombre de… Koraj. Y, vale la pena recordarlo, estas revueltas nunca terminan bien.

Ahora bien, Koraj carga con la responsabilidad de embaucar a 250 personas y de generar a partir de ellas un foco de oposición a la tarea de Moshe y de Aaron. Pero a la luz de lo que mencionábamos anteriormente, Koraj no hubiese podido llevar adelante este proyecto en soledad. Por tanto, el mismo Foucault diría que si Koraj logró engañar a 250 hombres, es porque esos 250 hombres se dejaron engañar. Y, ¿saben qué? Personalmente coincido con Foucault.

Pero no se preocupen, no todas son críticas absolutas a Koraj. Algunos comentaristas del texto bíblico se preguntan si acaso Koraj no tenía razón en sus planteos. ¿Acaso no es cierto que un liderazgo sin recambio es a largo plazo un callejón sin salida? ¿Acaso no es verdad que delegar tareas y compartir la conducción hace más democráticas y participativas a las instituciones?

Al parecer, a fin de cuentas, la oposición de Koraj tenía algunos fundamentos importantes que debían ser rescatados y elevados a consulta popular. Y sin embargo, estos comentaristas se ven frente a un dilema: Si Koraj tenía razón – al menos parcialmente – pero Koraj quería la concentración del poder absoluto para la preservación, exaltación y continuidad de su propio nombre, ¿qué hacer entonces con Koraj?

Si Koraj utiliza la verdad como excusa para convencer a quien se quiere dejar convencer, y a partir de ahí intenta tumbar a Moshe con el solo motivo de erigirse en su lugar, ¿qué hacer con esa verdad?

Koraj es, en nuestra tradición, el responsable de dos transgresiones imperdonables: Por un lado, sembró semillas de cizaña para preservarse en el poder, y por el otro, des-legitimizó críticas valiosas que perdieron su peso específico en el mismo momento en que fueron mancilladas por su acción. Es posible que Koraj por su megalomanía haya sido condenado a su triste final, pero a nosotros nos compete aun así rescatar los aspectos de verdad que aparecían en su discurso, revalorizarlos, y actuar en consecuencia.

Nuestra tradición nos enseña que al igual que generación a generación surgen los faraones que nos quieren esclavizar, surgen asimismo los Koraj que pretenden utilizarnos para la realización de sus propios intereses.

Para poder sembrar cizaña, es necesario encontrar tierra fértil que permita que la discordia crezca. Es por eso que es nuestra responsabilidad la de transformarnos en tierra que no permita el crecimiento del grano del chisme, ni de las semillas de la egolatría. Si perseveramos en nuestra parte, posiblemente Koraj termine haciendo Teshuva. Pero si no lo logramos, es posible que a Koraj, y a todos nosotros junto con él, nos termine tragando la tierra. Quiera Ds ayudarnos a evitarlo.

Shabat Shalom

Rabino Joshua Kullock

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