jueves, 16 de junio de 2011

Shlaj Lejá 5771

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

Todo tiene su momento

La parashá de esta semana describe el famoso episodio de los Meraglim, los exploradores. D”s le dijo a Moshé que envíe un líder por cada tribu para examinar la tierra de Israel. La idea era que vean cómo eran las ciudades, la tierra y los habitantes; y que traigan un informe al pueblo, antes de prepararse para ingresar a la tierra prometida. Fueron doce personas, una por cada tribu y luego de cuarenta días, retornaron al campamento.

Al principio contaron que en la tierra que recorrieron manaba leche y miel y que había grandes frutos como el que trajeron como muestra. Al comienzo, el relato de los exploradores aparentaba ser positivo, sin embargo, rápidamente cambió de perspectiva. No hubo un total acuerdo entre los Meraglim acerca de la factibilidad de vivir en la tierra que habían investigado. Por un lado, diez de ellos dijeron que las ciudades eran fortificadas y que los habitantes eran como gigantes y era imposible vivir allí. Por otro lado, dos de ellos, Ioshua y Kalev, afirmaron enérgicamente que sí era posible vivir en aquél lugar.

Dos opiniones totalmente opuestas. ¿A quién le creeríamos? ¿A quién le creyó el pueblo? El pueblo unánimemente le creyó a los diez meraglim. Se identificaron con la posición negativa y pesimista más que la entusiasta y positiva. Por esta decisión, el pueblo tuvo que deambular por el desierto cuarenta años.

Lo interesante es que la Haftará de este Shabat nos cuenta que antes de entrar a la tierra, Ioshua, sucesor de Moshé, eligió también a unas personas para explorar la tierra. Esta vez no fueron doce sino sólo dos. Una generación ya pasó y se encontraron en la misma situación: preparándose para ingresar a la tierra prometida.

A diferencia de nuestra parashá, en el libro de Ioshua, los dos exploradores dieron un informe totalmente positivo, logrando de esta manera organizar al pueblo y comenzar la conquista.

Interrogante que emerge de estas historias paralelas: ¿qué paso entre una generación a otra? ¿Por qué en la época de Moshé el pueblo no pudo creer en el informe positivo de Ioshua y Kalev y por qué sí en la época de Ioshua? ¿Qué cambios habrán ocurrido de una época a otra? La población que vivía en la tierra de Israel era la misma así como  su tierra.

Esto nos  lleva a pensar que la diferencia entre ambas actitudes en las diferentes épocas era que el pueblo no estaba preparado de aceptar un desafío tan grande cuando recién salió de la esclavitud. Era demasiado esfuerzo y sus mentes estaban preocupadas por otros asuntos. Recién cuando nació una generación joven, a quien le importaba ser soberanos de un territorio, es que tuvieron una actitud positiva.

Esto mismo nos ocurre muchas veces en nuestras propias vidas. A veces queremos obtener determinado trabajo, conseguir cierto proyecto, lograr un cambio, concretar algún sueño y sentimos que no los podemos lograr, como si hubiera una pared que no nos lo permitiera.

Muchas veces exigimos a nuestros hijos determinados logros y nos frustramos cuando no los alcanzan. Al igual que el pueblo, en diversas ocasiones, necesitamos tomarnos un tiempo para reflexionar, madurar, pensar, crecer y capacitarnos para lograr ciertos desafíos.

La diferencia del pueblo entre la época de Moshé y la de Ioshua no fue la calidad de la tierra ni de los habitantes sino el pueblo mismo. Éste pudo transformarse de inmaduro a maduro, de pesimista a optimista, de cobarde a valiente. Para ello se necesitó tiempo. Quizás en la época de Moshé no era el tiempo de pensar en una conquista, les producía demasiado miedo, sospecha y ansiedad. En cambio, en la época de Ioshua fue el momento ideal a dar un paso más adelante y conseguir la tierra tan anhelada.

A veces hay ciertas cosas que no podemos acelerar, sólo debemos esperar, vivir ciertos procesos y dejar que el tiempo nos haga más sabios para enfrentar nuevos retos. Es sólo cuestión de darse cuenta cuándo el momento es apropiado para afrontar el futuro que soñamos. Como dice el rey Shlomó en el libro de Kohelet: “Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo” (Kohelet 3:1).

¡Shabat Shalom!

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