Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Claudio Jodorkovsky
Asociación Israelita Montefiore
Bogotá, Colombia.
Rabino Claudio Jodorkovsky
Asociación Israelita Montefiore
Bogotá, Colombia.
EN DEFENSA DE ITZJAK
Nuestro segundo patriarca es el más cuestionado de los tres. De carácter pasivo, Itzjak parece no intervenir en los acontecimientos que le suceden, dejando que los demás tomen las decisiones por él. No reclama ni ofrece resistencia en su casi-sacrificio; no muestra interés en conseguir una esposa, por lo que su padre debe preocuparse por él; y finalmente, termina su vida ciego y engañado por su esposa e hijo menor, sin dar grandes muestras de molestia ni intentar hacer justicia para con su hijo mayor Esav. Si revisamos las historias de la Torá en que aparece Itzjak, vemos que figura más bien como el hijo de Abraham o como el padre de Yaacov y no como protagonista. Itzjak, al decir de mi amigo el Rabino Gustavo Suraszki, ocupa su lugar entre los patriarcas como lo hace el hijo del medio en una familia: pasa "sin pena ni gloria".
La pregunta que surge, al analizar el carácter de Itzjak y su vida, es por qué fue elegido por nuestros sabios como “Patriarca” del pueblo de Israel. Otros personajes bíblicos, pasando por Nóaj y Yosef, podrían haber merecido tal honor, pero la tradición quiso que fuera Itzjak el que recibiera esa distinción. ¿Cuáles, entonces, fueron sus méritos?
Una opinión dice que su mérito, ni más ni menos, fue el de haber sido un continuador. Recibe la herencia de su padre, fundador del monoteísmo y la tradición hebrea, y es capaz de transmitirla a su hijo Yaacov. Podríamos menospreciar su labor y pensar que, en comparación a los logros de su padre y de su hijo, transmitir el legado familiar era lo mínimo que podía hacer. Sin embargo, considerando su personalidad y los hechos que marcaron su vida, creo que el juicio debería ser el opuesto. (El escritor y premio Nobel Elie Wiesel considera que luego de la Akedá – la “atadura” – Iztjak pasó a ser el primer sobreviviente judío de la historia.)
Hay quienes sostienen, sin embargo, que el mérito del segundo patriarca se encuentra en un hecho que leímos la semana pasada en Parashat Toldot. El Génesis (26:15-18) nos cuenta que Itzjak descubre que los pozos de agua que su padre Abraham había cavado en su tiempo habían sido cerrados por los filisteos. Ante esta situación, Itzjak decide salir a buscar agua, y en vez de hacerlo en cualquier lugar realiza su búsqueda en los pozos, ahora tapados, que su padre ya había cavado en el pasado. El midrash (Shir Hashirirm Rabá 1:19) compara la Torá con el agua, y en base a esa metáfora (y aun cuando nos alejemos un poco del significado literal del texto) podríamos ver en esta iniciativa una búsqueda espiritual por parte de Itzjak, quien sale a encontrar su propia identidad religiosa, comenzando en primer lugar por la herencia de su padre Abraham. En nuestros días, muchos son nuestros hermanos que en busca de un camino de trascendencia para su vida, antes de explorar la rica propuesta espiritual de la tradición de Israel buscan significado existencial en tradiciones y filosofías ajenas a nuestro pueblo, y en este sentido Itzjak nos da un gran ejemplo a seguir.
Por último, a diferencia de Abraham, Yaacov y de otras figuras bíblicas, Itzjak muestra ser uno de los pocos personajes que manifiestan sensibilidad y verdadera identificación con las angustias y sufrimientos de sus esposas. Abraham en dos ocasiones (Génesis 12:10-20 y 20:1-18) hace pasar a su mujer por su hermana para salvar su propia vida, aun a costa de la suerte que ella pudiera correr. Yaacov, en nuestra parashá, lejos de comprender la aflicción de Rajel por no poder concebir, responde con molestia ante su expresión de dolor: “¿Acaso soy D’s para impedirte yo tener hijos?”. Elkana, padre del profeta Shmuel, si bien no demuestra enojo ante la angustia de Jana por su esterilidad, le manifiesta su solidaridad con una muestra de afecto que delata una comprensión muy limitada de su dolor. Mientras ella expresa una gran congoja por su frustración al no poder convertirse en madre, el marido pretende darle consuelo con la premisa de que fuera de él no hay nada que pueda ser más importante para ella: “¿Por qué lloras? ¿Acaso yo no soy mejor que diez hijos?”
Itzjak, en cambio, es el único que parece tener la sensibilidad suficiente para entender verdaderamente los sentimientos de su esposa por causa de su condición. Leímos en Parashat Toldot: “E Itzjak oró a D’s por causa de su mujer, ya que era estéril”. Nótese que el patriarca no se dirige a D’s por su propia angustia frente a la posibilidad de no tener descendientes (como lo hizo en su momento Abraham). Itzjak siente el dolor de Rivka y es ese dolor el que lo motiva a elevar sus plegarias.
Si bien es cierto que su personalidad podría hacernos pensar que le faltaron méritos para convertirse en patriarca, este breve análisis puede hacernos reflexionar y aportar ideas que nos lleven a una visión diferente. Lejos de pasar “sin pena ni gloria”, Itzjak nos transmitió enseñanzas importantes que constituyen un modelo de vida para todos nosotros. Quiera D’s entonces que podamos seguir su ejemplo e incorporar su legado en nuestra vida.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
Hay quienes sostienen, sin embargo, que el mérito del segundo patriarca se encuentra en un hecho que leímos la semana pasada en Parashat Toldot. El Génesis (26:15-18) nos cuenta que Itzjak descubre que los pozos de agua que su padre Abraham había cavado en su tiempo habían sido cerrados por los filisteos. Ante esta situación, Itzjak decide salir a buscar agua, y en vez de hacerlo en cualquier lugar realiza su búsqueda en los pozos, ahora tapados, que su padre ya había cavado en el pasado. El midrash (Shir Hashirirm Rabá 1:19) compara la Torá con el agua, y en base a esa metáfora (y aun cuando nos alejemos un poco del significado literal del texto) podríamos ver en esta iniciativa una búsqueda espiritual por parte de Itzjak, quien sale a encontrar su propia identidad religiosa, comenzando en primer lugar por la herencia de su padre Abraham. En nuestros días, muchos son nuestros hermanos que en busca de un camino de trascendencia para su vida, antes de explorar la rica propuesta espiritual de la tradición de Israel buscan significado existencial en tradiciones y filosofías ajenas a nuestro pueblo, y en este sentido Itzjak nos da un gran ejemplo a seguir.
Por último, a diferencia de Abraham, Yaacov y de otras figuras bíblicas, Itzjak muestra ser uno de los pocos personajes que manifiestan sensibilidad y verdadera identificación con las angustias y sufrimientos de sus esposas. Abraham en dos ocasiones (Génesis 12:10-20 y 20:1-18) hace pasar a su mujer por su hermana para salvar su propia vida, aun a costa de la suerte que ella pudiera correr. Yaacov, en nuestra parashá, lejos de comprender la aflicción de Rajel por no poder concebir, responde con molestia ante su expresión de dolor: “¿Acaso soy D’s para impedirte yo tener hijos?”. Elkana, padre del profeta Shmuel, si bien no demuestra enojo ante la angustia de Jana por su esterilidad, le manifiesta su solidaridad con una muestra de afecto que delata una comprensión muy limitada de su dolor. Mientras ella expresa una gran congoja por su frustración al no poder convertirse en madre, el marido pretende darle consuelo con la premisa de que fuera de él no hay nada que pueda ser más importante para ella: “¿Por qué lloras? ¿Acaso yo no soy mejor que diez hijos?”
Itzjak, en cambio, es el único que parece tener la sensibilidad suficiente para entender verdaderamente los sentimientos de su esposa por causa de su condición. Leímos en Parashat Toldot: “E Itzjak oró a D’s por causa de su mujer, ya que era estéril”. Nótese que el patriarca no se dirige a D’s por su propia angustia frente a la posibilidad de no tener descendientes (como lo hizo en su momento Abraham). Itzjak siente el dolor de Rivka y es ese dolor el que lo motiva a elevar sus plegarias.
Si bien es cierto que su personalidad podría hacernos pensar que le faltaron méritos para convertirse en patriarca, este breve análisis puede hacernos reflexionar y aportar ideas que nos lleven a una visión diferente. Lejos de pasar “sin pena ni gloria”, Itzjak nos transmitió enseñanzas importantes que constituyen un modelo de vida para todos nosotros. Quiera D’s entonces que podamos seguir su ejemplo e incorporar su legado en nuestra vida.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
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