Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Joshua Kullock
Comunidad Hebrea de Guadalajara, México
Diversos estudios científicos aseguran que el ser humano pasa un tercio de su vida durmiendo. Esto significa que el 33% de nuestro tiempo lo destinamos a recuperar las fuerzas que invertimos durante el resto de la jornada. O, si quisiéramos ser más gráficos aun, podríamos decir que por ejemplo mi bobe, que tiene 100 años, se ha pasado más de 33 de ellos durmiendo.
Parte de nuestra condición humana gira en torno a la necesidad de dormir y descansar. Y más aun, en el hecho de soñar. El hombre en cuanto hombre necesita soñar. El sueño es inherente a nuestro ser, y la interpretación de dichos sueños es una incógnita que siempre nos ha fascinado.
Hace unos días, leíamos en la Tora sobre los sueños de grandeza que Iosef albergaba en su corazón. Sin embargo, sobre el final de la Parasha de la semana pasada, Iosef suma a su calidad de soñador, la capacidad de interpretar los sueños de dos ministros del imperio. Dicha capacidad se ve realzada al comienzo de nuestra Parasha, cuando Iosef logra ser el único capaz de descifrar los sueños del Faraón. Iosef es un soñador, pero asimismo es intérprete, y sabe como leer y analizar tanto sus sueños como los sueños de los demás.
No obstante, Iosef no llega a ser quien es por sus sueños o sus análisis, sino por su capacidad de gestión. Es decir, la cualidad más importante de Iosef es la de poder tomar sueños, interpretarlos y a partir de ellos fijar pautas de acción que permitan que sus aspiraciones se hagan realidad. Iosef, en este sentido, es un realizador, un hombre que no sólo tuvo visión, sino que también supo cómo concretarla.
En este punto, creo que nuestro héroe bíblico se encuentra con los Macabim. Porque si algo tienen en común nuestra Parasha y Januca es entender que la capacidad de soñar, interpretar y gestionar son las partes de una unidad indivisible.
Los Macabim vivieron en tiempos difíciles, adversos y complicados. Pero no se dejaron vencer por esos escenarios desalentadores. Los Macabim soñaban un mundo distinto, y dedicaron sus vidas para que dicho mundo se vuelva posible y se vuelva real.
Posiblemente el problema de nuestros tiempos sea que vivimos alienados de lo que debería ser esta unidad necesaria e indivisible. Vivimos encontrándonos con gente que sueña y sueña, pero que parecería que sus vidas son un eterno letargo. También podemos encontrarnos con el conjunto de los analistas. Este grupo de personas se dedica pura y exclusivamente a dar su opinión sobre lo que los demás hacen o dejan de hacer. Y aun cuando muchas veces sus críticas y análisis pueden ser correctos, nunca se animan a salir a demostrar en actos concretos todo aquello que parecerían saber con gran precisión en el ámbito de lo teórico.
Finalmente nos encontramos con los gestores ciegos, con los realizadores sin visión. Estas personas, dedicadas a una vida de acción y realización, muchas veces terminan haciendo más daño que beneficio, porque al no encolumnarse bajo una visión clara y articulada pueden llevar adelante acciones equivocadas y por momentos también dañinas.
En consecuencia, creo que al leer las historias de Iosef y de los Macabim, debemos rescatar nuevamente la unión indivisible de visión-análisis-y-gestión a fin de poder permitirnos soñar sin dejar de trabajar activamente por la concreción efectiva de nuestros anhelos y aspiraciones.
Porque, a fin de cuentas, si es cierto que los seres humanos vivimos un tercio de nuestras vidas soñando, el gran desafío que tenemos por delante es aprovechar el resto de nuestro tiempo para reunirnos y trabajar mancomunadamente para hacer que nuestros sueños se vuelvan realidad.
Shabat Shalom
Jag Urim Sameaj
Rabino Joshua Kullock
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