Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino
Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel, San José, Costa Rica
El “milagro humano” de Jánuca
Al comienzo de nuestra parashá, Paró (el Faraón de Egipto) sueña dos célebres sueños: siete vacas gordas se comen siete vacas flacas y siete espigas delgadas se comen siete espigas robustas. Ninguno de los sabios egipcios es capaz de interpretar los sueños del Faraón, mas nuestro héroe Iosef, quien en ese momento se encontraba en la prisión, sí puede hacerlo. No solamente puede explicarle a Paró el significado de sus perturbadores sueños, sino que aún sin haber sido consultado al respecto, le presenta un plan maestro para administrar eficientemente el Imperio Egipcio, ante el futuro amenazante que se cernía sobre él. El Faraón reconoce la suprema sabiduría de Iosef (aunque el mismo Iosef se la atribuye a Dios) y lo nombra como su mano derecha y administrador de todo el reino.
En este pasaje, admiramos en Iosef su conocimiento, su fe y su magistral destreza para expresarse, pero también reconocemos ampliamente su enorme valor para aprovechar la oportunidad única en su vida de estar frente al Faraón. Él podría haberse quedado satisfecho con interpretarle el sueño, y posiblemente hubiera hallado gracia a los ojos del Faraón por su correcta interpretación. Mas sin embargo se toma el atrevimiento de adelantarse a una eventual consulta, que posiblemente nunca se hubiera llegado a efectuar, y se presenta no solo como un sabio intérprete, sino también como un líder y estadista. Solo un hombre de gran valor pudo haber reaccionado así, alguien que no solo esperaba una oportunidad, sino que estaba dispuesto a conseguirla a fuerza de sabiduría e intuición.