viernes, 14 de febrero de 2014

Ki Tisá 5774

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, Costa Rica


Lo que nuestras propias manos construyen, difícilmente intentaremos romper

En la parashá de esta semana se nos relata un episodio muy famoso: la construcción del becerro de oro por parte del pueblo de Israel.  Moshé subió al monte Sinaí para recibir las tablas de la ley y entregárselas al pueblo. Como el pueblo veía que Moshé no volvía, le pidieron a Aarón que les construyera un ídolo para que los guiara. Moshé, lleno de furia al ver que el pueblo se había alejado del camino de D”s, rompió las tablas de la ley.

Este episodio fue y es muy polémico.  ¿Por qué Moshé hizo tal cosa?  El pueblo no estaba haciendo lo correcto, pero ¿romper las tablas que fueron esculpidas y escritas por D”s?  ¿Era necesario?  Hay quienes defienden a Moshé y quienes lo acusan.

Llegando al final de la parashá, se nos cuenta que D”s le dijo a Moshé: “Lábrate para ti dos tablas de piedra como las primeras, y Yo escribiré sobre las tablas las palabras que había sobre las tablas primeras que quebraste” (Shmot 34:1).

D”s le pidió a Moshé que prepare dos tablas para escribir las leyes que estaban en las anteriores.  Uno podría preguntarse por qué D”s le pidió a Moshé qué él labre estas segundas tablas y no las hizo D”s mismo, como hizo con las anteriores.

Rashi responde diciendo: Atá shivarta et harishonot, ata psal leja ajerot, “Rompiste las primeras, entonces ahora labrarás las segundas”.  Rashi entiende el pedido de D”s como un castigo por el error cometido o, podríamos decir, como una oportunidad para que Moshé pueda reparar el error.  Labrando Moshé mismo las nuevas tablas, remediaría el error cometido.

Un rabino llamado Itzjak Nisenboim explicó la actitud de D”s diciendo: “Las primeras tablas rompiste porque no te cansaste ni te esforzaste en labrarlas.  Ahora, lábralas tú mismo y éstas no las romperás”.  Según esta explicación, D”s podría haberlas hecho de nuevo pero no quiso hacerlo, no porque quisiera castigar a Moshé sino porque entendía la naturaleza del ser humano.

Cuando alguien recibe algo por lo cual nunca se esforzó, no lo valora  de la misma manera que si él mismo lo hubiera hecho.  Ahora Moshé debía tallar él mismo las tablas de la ley y, con esta acción, entendería en carne propia el trabajo y esfuerzo que ello implicaba; así, no se le ocurriría de ninguna manera volver a romperlas.

Creo que esta es una enseñanza muy importante para padres y maestros.  Es normal que los padres quieran dar lo mejor a sus hijos, que traten de darles todo lo que precisan para ser felices.  Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de que cuando les damos todo servido, en realidad los niños no aprenden a apreciarlo como debieran, ni lo aprovechan.

Los niños piensan: lo que cae del cielo una vez, puede caer tranquilamente una vez más.  Solo cuando ellos mismos deben esforzarse por conseguir lo que necesitan, se darán cuenta de que las cosas no caen del cielo sino que requieren de mucho esfuerzo y dedicación.

Quizás construir juguetes con sus propias manos, ayudar a cocinar, ayudar a hacer las tareas del hogar, hacer solos sus propias tareas escolares, etc., sean medios que los van a ayudar a valorar lo que tienen y saber que en la vida no todo está servido.  Que se necesita esfuerzo, trabajo y dedicación.

Esta enseñanza no sirve solo para nuestros niños sino también para nosotros mismos.  Difícilmente intentaremos romper lo que con nuestras propias manos hayamos construido.

Como dice el salmo 126, que recitamos en Shabat y festividades antes del Bircat Hamazon: Hazorim bedima, berina iktzoru, “Los que siembran con lágrimas, con canciones cosecharán”.

Los que se esfuerzan con el sudor de su frente, luego recibirán recompensa: valorarán el fruto de su trabajo y lo disfrutarán con mucha alegría, agradecimiento y devoción.

¡Shabat Shalom!

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, Costa Rica

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