Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba
Afirmar el pasado, reforzar el presente
¿Se acuerdan de la esposa de Lot, descrita en la parashá de esta semana? Sí, aquel personaje famoso que se convirtió en una columna de sal por no obedecer las órdenes de los ángeles redentores, mientras huían de la ciudad de Sodoma. Y pensar que ni siquiera sabemos su nombre…
Un brochure turístico actual le dirá que se puede visitar la columna si se dirige hacia el sur sobre la Carretera 90, unos pocos kilómetros antes de la zona industrial del Mar Muerto, en las llamadas Fábricas del Mar Muerto. Una señal de tráfico de color café, “Mujer de Lot”, le mostrará el camino para llegar a esa figura tan particular de sal petrificada, que semeja una forma humana. De acuerdo al relato bíblico, la mujer fue castigada por hacer caso omiso de la severa advertencia divina que ordenaba no mirar atrás hacia Sodoma, la ciudad que estaban a punto de abandonar. Ella no pudo resistir la tentación “y se transformó en una columna de sal”.
El comportamiento de la mujer de Lot nos deja una moraleja. La columna de sal pasó a simbolizar cierta actitud común con respecto al pasado: aquella que pretende preservar el pasado y no dejarlo ir, por más amargo que haya sido.
Mirar atrás puede ensanchar el alcance de nuestros horizontes. Nuestra memoria colectiva, como pueblo, es grande, y lo que somos se lo debemos, en gran parte, a lo que sucedió anteriormente.
Como sobrevivientes perennes de la historia, el mirar atrás y recordar se ha convertido, en nuestros tiempos, en una mitzvá, en un imperativo moral.
Pero también es peligroso – a nivel tanto personal como comunitario – detenerse demasiado tiempo en las tragedias del pasado; habitar en las ruinas de la historia en vez de construir sobre los cimientos del presente. Enfocarse exclusivamente en el pasado puede convertirse en una especie de obsesión, que podría llegar a bloquear nuestro potencial para crecer y desarrollarnos.
Desafortunadamente, este es uno de los males que aqueja a la vida contemporánea judía. Para muchos, su identidad judía se despierta y se fortalece solamente a través de las memorias trágicas del pasado. Recuerdan a Amalek, pero olvidan la santidad del Shabat y la alegría de las Fiestas.
Como advirtió una vez Mordejai M. Kaplan: “Cuando todo el contenido del judaísmo se reduce simplemente a una conciencia del antisemitismo, el judaísmo deja de ser una civilización y se convierte en un complejo.”
Debemos superar esta visión distorsionada del judaísmo y recapturar las innumerables dimensiones de una vida judía mucho más plena.
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba
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