jueves, 10 de septiembre de 2015

Vaielej 5775

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana Rabino

Rabino Lic. Daniel A. Kripper
Beth Israel - Aruba

En estos capítulos finales  del Deuteronomio, encontramos a Moisés  en momentos de despedida de su pueblo, dejando a Josué como sucesor para liderar el ingreso a la Tierra Prometida. Antes de partir, él trata de resumir y  concluir su obra de vida con pensamientos y palabras que los orienten en su larga peregrinación por los distintos y dramáticos ciclos de su existencia futura.

No sorprende pues, que Moisés les ordene que escriban el cántico “Y ahora escribíos el cántico este, y enséñalo a los hijos de Israel…” (Deut. 31:19). Según la interpretación de los sabios de Israel, este versículo indica la obligación de cada judío de escribir su propia copia de la Torá. Aun si la persona ha heredado un rollo de la Torá de un antepasado, deberá escribir la suya propia.

Después de la invención de la imprenta, se dispuso que se podía cumplir con dicho mandato de la escritura con la compra de literatura de Torá para la biblioteca personal.

Se ha formulado la pregunta respecto de quien recibe libros de Torá en herencia ¿Acaso una voluminosa y rica colección de libros de Torá  heredada de generaciones pasadas  sería más valiosa que la copia adquirida por la persona individual?

¿Será que el Pueblo del Libro”, como ha sido llamado nuestro pueblo, valoriza la “yerushá” o herencia transmitida por encima de la que cada uno individualmente consigue?

Lamentablemente lo  que sucede con esa herencia  en nuestros tiempos, es que si bien constituye un verdadero tesoro, suele a menudo convertirse en pieza de museo,  sacada a relucir sólo en ocasiones especiales.

Lo hemos visto en la vida de tantas familias… con qué facilidad algo heredado se transforma en reliquia; esto no es por cierto lo que debería pasar con la Torá, por el contrario,  ella debería formar parte de la vida diaria, y servir de guía e inspiración.

El mayor desafío en cuanto a la preservación del judaísmo como “Torat Jaim”, o doctrina de vida, es lograr un equilibrio entre la riqueza heredada del pasado, y la vigencia siempre presente de sus enseñanzas, entre el legado de la tradición por un lado y la actualización del mensaje por otro.

Las palabras de Moisés resuenan con fuerza en cada época, trascendiendo tiempo y espacios, instando a perpetuar el legado, transmitiéndolo a las generaciones siguientes,  pues es “nuestra vida y la extensión de nuestros días”.

Shaná Tová umetuká!

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

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