Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba
Rabino Daniel Kripper
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Esta sección concluye con los cómputos de la construcción y el mobiliario del Mishkán, el tabernáculo portátil construido en el desierto. Otros templos fueron construidos y destruidos a los largo de la milenaria historia, cuya memoria ha sido preservada en la conciencia colectiva de Israel.
La sinagoga de hoy en día es una modesta heredera de aquellos magnificentes templos de antaño, testimonios de la devoción espiritual de nuestros ancestros en todos los tiempos.
Han cambiado las circunstancias históricas, pero la motivación por lo sagrado permanece incólume, la misma que inspiró a nuestros ancestros en el pasado a construir “tabernáculos” de encuentro con lo Divino.
Nuestra Parashá concluye con estas palabras: “Vio Moisés toda la obra, y he aquí que la habían hecho como había prescripto Adonai así lo hicieron. Y los bendijo a ellos Moisés”.(Ex. 39:43).
Según Rashi la bendición de Moisés se encuentra reflejada en el salmo 90, “Sea la gracia de Adonai nuestro Dios, sobre nosotros, afirmando con ella, las obras de nuestras manos (Sl. 90:17).
El motivo que sobresale en esta bendición es el espíritu de gratitud que inspira al pueblo a congregarse en el templo, y a traer con júbilo ofrendas de reconocimiento.
Siglos más tarde, en ocasión de la finalización de la obra del Templo de Jerusalem, Salomón ofrece una magistral oración de inauguración. En ella alude a distintas circunstancias en las cuales la gente se acerca al santuario para orar:
“Si alguien perjudica a otra persona, y delante del altar de este templo jura que no lo hizo…”
…”Si tu pueblo Israel llega a pecar contra ti, y en castigo sus enemigos se lo llevan prisionero”…
“Si deja de llover por mucho tiempo… o nos atacaran enfermedades, o plagas”…
“escúchanos cuando oremos a ti”… (Reyes I: 8).
Salomón enumera aquí algunas situaciones críticas tanto del individuo como de la nación, que motivan el pedido de ayuda y auxilio en el venerado Templo de Jerusalem.
Ambos motivos bíblicos están presentes en nuestras plegarias y liturgia devocional: ruegos en momentos de inquietud, malestar o duelo, tal como los que manifiesta Salomón en su oración, y oraciones que resaltan la gratitud en ocasiones de dicha y prosperidad.
En nuestra tradición ambos motivos se complementan y componen un tejido multicolor que reverberan en el alma de cada persona en diferentes momentos de la vida.
El motivo de gratitud es altamente valorizado en el devocionario tradicional. Por ejemplo, en la repetición de la Amidá, todas las personas recitan la oración de modim (la oración de reconocimiento y gratitud) por sí mismos. Otra persona podrá representarnos en un pedido de auxilio, pero la oración de gratitud es eminentemente personal.
La birkat hagomel es recitada como una expresión de gratitud luego de atravesar airosamente por una situación de manifiesto peligro. El Talmud asevera que innumerables milagros nos ocurren a diario, sin que nos demos cuenta. Por esta razón se recita diariamente el mizmor letoda (Salmo 100) en lugar de la ofrenda de gratitud que se ofrecía en el Templo.
El Midrash declara que en tiempos futuros, mientras todos los sacrificios serán abolidos, las plegarias y ofrendas de gratitud permanecerán firmes.
La verdadera gratitud es la que emana del corazón, la que expande nuestra conciencia y nos motiva a nuestras mejores acciones.
Y como dice el famoso místico Meister Eckart: “Si la única plegaria que dices en tu vida es la de gratitud, será suficiente”.
Rabino Daniel Kripper
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