jueves, 3 de marzo de 2016

Vaiakhel 5776

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik

Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

“Vaiakhel Moshé”, (Congregó Moisés, EX. 35:1) Con estas palabras comienza la Parashá, la penúltima del libro de Shmot. 

La primera pregunta inmediata es ¿A quién congregó? Y la Torá nos da la respuesta: “a toda la asamblea de los hijos de Israel” (Id.),  y ¿para qué? para decirles “estas son las cosas que Dios ha mandado a hacer” (Id.). La continuación del texto nos detalla que lo que Dios ordenó: la observancia del Shabat (vs. 2-3) y  las ofrendas en especies y en labor para el Mishkán (vs. 4-19)

Si ubicamos la convocatoria de Moisés en el contexto del relato, vemos que la misma se realiza tras el nuevo pacto con Dios, que se realiza después del suceso del Becerro de oro y sus duras consecuencias.
El rabino Gunther Plaut (Alemania 1912 – Canadá 2012), en su maravilloso comentario al Jumash 

vincula la expresión Vaiakhel (congregó) con la que comienza nuestra Parashá con la que aparece al inicio del capítulo 32 “Vaikahel Haam”, se congregó el pueblo, para solicitarle a Aarón que, ante la ausencia de Moisés, les haga un dios.

Plaut avanza en su análisis diciendo que en el primer caso "Vaikahel" el pueblo se congrega para rebelarse contra Dios, dando así inicio un ciclo de apostasía, mientras que el segundo, "Vaiakhel", el de nuestra Parashá, el pueblo se congrega para iniciar la construcción del Mishkán, comenzando el tiempo de reconciliación con el Creador.

Modestamente, agregaría que el hecho que tanto para una cosa como para otra, el pueblo se congregara, da testimonio de la importancia que tenía para la generación del desierto el acto de estar juntos, estar reunidos. Creo que aquí hay una lección importante.

De igual forma que tanto el Mishkán como el becerro fueron realizados con el aporte voluntario de la gente, demostrando que aquellos que habían salido de Egipto tenían un firme compromiso que se expresaba monetariamente tanto para lo bueno (Mishkán) como para lo malo (Becerro), ese mismo grupo nos enseña el valor de la comunidad, de ser parte activa del colectivo, tanto para lo bueno (Mishkán) como para lo malo (becerro).

A lo largo de los siglos nuestra tradición ha demostrado la necesidad de la dimensión comunitaria como parte fundamental de la experiencia judía. El concepto del Minián (Quorum mínimo de 10 personas judías adultas requerido para ciertos rituales) es un testimonio de lo indispensable que es vivir no solo conectado sino interactuando con otros judíos, de allí la importancia de congregarse.

Me gustaría añadir algo más. El Midrash (Tanjuma Ki-Tisa 31) afirma que Moisés descendió con las segundas tablas en Yom Kipur. Rashí, (Francia siglo XI) en su comentario al versículo inicial de nuestra Parashá, sigue al Midrash y dice que la convocatoria de Moisés a congregarse ocurrió al otro día. Es decir, que todo el pueblo se hizo presente para escucharlo al día siguiente de Yom Kipur.

Como sabemos de nuestra propia experiencia hay mucho mérito en ese acto. Llenar la sinagoga en Yom Kipur es algo que sigue siendo relativamente sencillo. El verdadero desafío, y en eso aun la vapuleada generación del desierto tiene mucho para enseñarnos, consiste en ser capaces de congregarnos al día siguiente, entendiendo la trascendencia de la jornada sagrada, pero también reconociendo que el éxito de una comunidad radica en su capacidad de congregarse cada día.

Shabat Shalom
Gustavo

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