miércoles, 16 de marzo de 2016

Vaikrá - Shabat Zajor 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana


Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica

El Secreto de los ojos

Hace algunos años, una película Argentina, llamada “El secreto de tus ojos” ganó el Oscar a la mejor película extranjera en la famosa entrega de premios de Holywood.

Para mi, el Secreto de los ojos no es tan secreto. Se puede esconder. Puede tratar de ocultarse, pero es imposible no advertirlo.
Puedo no conocer los detalles. Puedo no saber los porqués.
Pero no puedo, aunque quiera, hacerme el tonto, y tratar de vivir como si mi alma no hubiese advertido lo que ya palpó: que los ojos esconden un secreto.

En la película, como en la Vida misma, es imposible camuflar una mirada de amor. Arde, quema, perfora. Su fuego es abrumador, irracional, contundente. Es fácil advertir una mirada de enojo o de odio. Duele más que un insulto. Y así como hay personas con gran capacidad de amar, hay otras con gran capacidad de odiar.

En la vida, gracias a D´s, recibimos de las más tiernas y hermosas miradas de amor, y aún aunque no lo busquemos, recibimos también de las otras.

Hay miradas vergonzosas. A veces, producto de una timidez infantil.
Y otras veces, producto de la vergüenza culposa por aquello que se hizo con maldad. En esos casos el secreto de los ojos se revela, cuando la mirada cae, cobarde, o arrepentida.

¿Qué secreto pueden ocultar ojos que expresan dolor, sufrimiento, angustia o desesperación? ¿Qué mirada puede esconder el desgarro de una pérdida, o la impotencia frente a una enfermedad terminal?

Ojos haitianos, ojos chilenos, ojos turcos, ojos sudaneses, ojos iraquíes, ojos israelíes o costarricenses, ojos de los pogroms, de la guerra, de la Shoá.
¿Qué más que ver esos ojos? ¿Qué más que palpar esos sentimientos?

¡Qué buena la mirada que no es capaz de esconder una sorpresa!
Y ¡Qué pobre la mirada altiva que no puede ocultar la soberbia!

¡Qué verdadera la mirada cálida del agradecimiento!
Y ¡Qué increíblemente bella la mirada brillante de la alegría!

La película tiene razón: los ojos hablan. Y hablan, incluso cuando quieren jugar al pocker y expresar algo distinto de lo que gime desde las entrañas.

Los ojos tampoco pueden ocultar el secreto de la mentira, ni la sofisticación de la hipocresía, ni las idas y vueltas de la manipulación. Un gusto sacarinoso artificial queda grabado en la retina del alma. Un gusto que a veces se va sólo con un contrapeso de amor, otras veces se va sólo vomitándolo en una catarsis de honestidad, y otras veces no se va nunca.

Cuando abrimos el libro de Vaikrá, el tercero de los libros de la Torá, vemos que el texto comienza con los sacrificios y ofrendas que la gente llevaba al Kohén, al sacerdote, para expresar diferentes sentimientos: gratitud, culpa, arrepentimiento, felicidad, dolor, etc.

Me imagino al Kohén captando las miradas de toda esa gente que iba con sus ofrendas, y cuyos ojos gritaban silenciosamente todos esos secretos.

Al mirar una buena película o al leer un texto sagrado, no vemos a los actores, sino que nos vemos a nosotros mismos. La pregunta es si queremos jugar a la mentira y a la manipulación. Si nos es bueno sentir que desperdiciamos Vida creativa, tratando de sacarnos el gusto latoso de un edulcorante artificial.

Los Kohanim también hablaban de la pureza e impureza. Casi todo el libro de Vaikrá se refiere a eso! La mayoría de las personas nunca estamos del todo puras o del todo impuras. Pero la purificación aparece como una brújula, que nos permite ser. Es como estar limpio, pero de adentro.

Que nuestros ojos no escondan lo que somos: humanos e imperfectos, pero D´s quiera que sensibles y verdaderos.


Shabat Shalom!

Rabino Darío Feiguin

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