jueves, 16 de junio de 2016

Nasó 5776

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

La hoja de vida de Najshón ben Aminadav es impresionante. Se ubica apenas en segunda fila detrás de los personajes destacados de la generación que salió de Egipto, Moisés, Aarón y Miriam.

Veamos lo que la propia Tora nos dice de él. Era cuñado de Aarón, hermano de su esposa Elisheva (Ex. 6:23) y Nasí – príncipe de la tribu de Judá, la más numerosa de las tribus de Israel (74,600 hombres mayores de 20 años según Num. 2:3-4)

Fue el primero en presentar la ofrenda en la inauguración del Mishkán como relata nuestra Parashá (Id. 7:12-17) y el primero en comenzar la marcha por el desierto (Id. 10:14)

El primer libro de Crónicas (2:11 y sigs.) y Meguilat Rut (4:20 y sigs.) completan la imagen afirmando que Najshón era descendiente de Peretz (el hijo de Judá y Tamar) y abuelo de Boaz, por lo que el rey David estará en su línea sucesoria (Rut 4:20) y por ende también el Mesías.

Sin embargo es en el Midrash donde la figura de Najshón cobra aun mayor relevancia. Se cuenta en un conocido pasaje Talmúdico (Sotá 37a) que cuando se dio la orden de marchar, las aguas del Mar Rojo todavía no se habían abierto. Las tribus peleaban entre si ya que ninguna quería ser la primera en ingresar. Entonces Najshón comenzó a adentrarse en el mar y recién cuando las aguas estaban a punto de cubrirlo totalmente, se abrieron de forma tal que los israelitas pasaron sobre tierra seca. Fue ese acto el que le hizo merecedor de ser el primero en traer la ofrenda de la dedicación del Mishkán que relata Parashat Nasó

Con semejante prosapia, sorprende el detalle (“nunca hay detalles en la Torá” decía un profesor) que en el largo capítulo 7 del libro de Números que narra cada una de las 12 ofrendas presentadas por los respectivos príncipes de cada tribu (todas iguales por cierto), la Torá omite referirse a Najshón como Nasí, príncipe.

Veamos los textos:

“Y el que ofrendó su ofrenda el primer día fue Najshón, hijo de Aminadav, de la tribu de Judá” (Num. 7:12). El segundo día ofreció Natanael hijo de Tzuar, príncipe de Isajar. (Id. 18) El tercer día, Eliav hijo de Jelón, príncipe de los hijos de Zebulún. (id. 23) y asi sucesivamente, todos los príncipes referidos con su título menos Najshón.

¿Cómo explicar esa omisión?

El comentarista Jizkuni (Jizkia ben Manoaj, Francia, siglo XIII) afirma que no se lo llama Nasí (príncipe) para que no se enorgullezca por ser el primero en presentar la ofrenda. En su opinión, el honor recibido más la ostentación de un título puede ser una combinación explosiva que dispara el ego a una dimensión peligrosa, inapropiada para una persona de su dignidad. Más aún si a eso sumamos el hecho de que era un hombre de mucho dinero, ya que, como sostiene Rashi, cuando la Torá dice que presentó “su” ofrenda, significa que la pagó de su bolsillo y no de la tribu, entonces podemos estar ante una situación en donde honor, cargo y dinero, terminan generando arrogancia y prepotencia.

El Baal Haturim (Rabí Iaakov ben Asher, Alemania 1269 – España 1343) afirma que al ser Najshón de la tribu de Judá, la más importante (no solo históricamente sino también con la figura del Mesías emergiendo de su seno) era significativo como gesto simbólico de humildad omitir su título de Nasí.

Personalmente, creo que los méritos de Najshón hicieron que su nombre sea reconocido sin necesidad de agregarle ningún título o calificativo. 

Hay personas que por su accionar impactan y dejan huella; y trascienden de tal forma que su nombre se vuelve sinónimo de honor y respeto sin necesidad de colocarle ningún dato adicional. En el caso de Najshón, su trayectoria de vida da testimonio de la clase de líder que era y de allí que colocarle el título de Nasí resultaba superfluo.

Como escribiera el Rey Salomón en el libro de Eclesiastés (7:1) “Mejor es un buen nombre que el mejor de los ungüentos.”


Shabat shalom

Gustavo




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