viernes, 21 de octubre de 2016

Shabat Jol Hamoed Sucot 5777

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

Durante el Shabat de Jol Hamoed Sucot, generalmente en el rezo de Shajarit, antes del servicio de la Torá, se acostumbra a leer el libro de Kohelet, Eclesiastés. 

El texto, posiblemente el más profundo de los libros bíblicos, está compuesto por 12 capítulos y comprende una exhaustiva reflexión sobre el significado de la vida. Kohelet, el seudónimo que utiliza el autor, significa “el que reúne a la congregación” (viene de la raíz K.H.L.)

Pareciera ser una especie de predicador que se presenta como hijo de David, rey en Jerusalem, de allí que el Midrash (Kohelet Rabá 1:2) lo identifique con el Rey Salomón, a quien también se le atribuye El Cantar de Los Cantares y Proverbios. (A pesar de que el Talmud – Baba Batra 15a – afirma que los tres fueron escritos por el Rey Ezequías). El autor escribe desde el lugar de un hombre mayor que supo ser rico y sabio, y comparte sus cavilaciones existenciales en el ocaso de su vida. 

La lectura de Kohelet en Sucot no aparece mencionada en Masejet Sofrim (tratado post talmúdico) cosa que si ocurre con las otras meguilot que se leen en festividades. (14:3) La fuente más antigua que si lo hace es el Majzor Vitri (Francia, Siglo XII) escrito por los discípulos de Rashi. 

A lo largo de los siglos se han dado varias razones para explicar la lectura de Kohelet durante la fiesta de Sucot. La más conocida es la que afirma que el texto bíblico - que ahonda en los temas trascendentales de la experiencia humana - contrapesa el excesivo clima de alegría de la fiesta. 

En palabras del Rabbi Azaryah Figo (Italia, 1579-1647): “Demasiada alegría causa aturdimiento y remueve del corazón la humildad necesaria para servir a Dios desde el corazón… por eso promulgaron que debe leerse el libro de Kohelet en Sucot.” (Citado por el Prof. David Golinkin en su Responsum sobre este tema). 

Algunas de las frases de Kohelet se han vuelto muy populares, aunque en mi experiencia la mayoría de las personas desconoce su origen. “No hay nada nuevo bajo el sol” (1:9) “Cada cosa tiene su tiempo. Hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para cosechar…” (3:1-2) y “Vete, come tu pan con gozo, y bebe tu vino con corazón alegre, porque Dios ya ha aprobado tus obras.” (9:7) que podría ser considerada un resumen de la visión de Kohelet. 

Posiblemente la cita más famosa es la que encontramos al comienzo del libro y nuevamente casi al final: “Vanidad de vanidades – dice Kohelet - todo es vanidad.” (1:2 y 12:8) 

Sorprendentemente esta frase está dicha en tercera persona, mientras en casi todo el libro escuchamos hablar al propio Kohelet en primera persona. Esto ha llamado la atención de algunos comentaristas. El más osado en su análisis, el Rashbam (Rabi Samuel ben Meir, nieto de Rashi, Troya, 1085 – 1158) afirma que ambas frases marcan los límites externos del texto y fueron añadidas por un editor.  

Es decir, según su criterio, el libro comenzaría en Kohelet 1:3 y lo más sorprendente terminaría en 12:7, dejando el largo párrafo final 12:8-14 como un agregado del editor. Y ese agregado pareciera edulcorar el mensaje del texto.  

Así termina Kohelet: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (12:13-14) 

En otras palabras, guardar las mitzvot y aceptar el juicio divino que se manifestará en un futuro incierto. 

Pero si el libro terminase en 12:7, el mensaje sería totalmente opuesto: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Se acabó El cuerpo se hace polvo, el espíritu retorna a Dios. Y no hay nada más… 

¿Cuál de los dos finales es más acorde a los valores de Sucot? ¿Cuál de los dos finales contrapesa mejor el clima festivo? 

¿Será la noción de la justicia divina y la responsabilidad de dar cuenta de nuestras acciones o el saber que al final todo se acaba? ¿Será la trascendencia de nuestra existencia o la futilidad de nuestro paso por el mundo? ¿Es la vanidad lo que debe llevarme a buscar la presencia divina o es la consecuencia de saber que nada tiene sentido? 

Muchas preguntas que quedan abiertas.  
Tengo la esperanza que en la lectura de Kohelet encontraremos algunos indicios para intentar responderlas. 

Shabat Shalom y Moadim Lesimja 
Gustavo 

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