miércoles, 8 de septiembre de 2010

Parashat Haazinu

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Deuteronómio 32:1 - 52
Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel
Ciudad de Panamá, Panamá

Parashat Haazinu, la penúltima de la Torá está compuesta por 52 versículos de los cuales 43 corresponden al cántico de despedida de Moisés.

Como los otros poemas de la Torá (la bendición de Iaakov, Gen 49; el cántico del mar, Ex. 15; la fábula de Bilaam, Núm. 22-23; y la bendición de Moisés, Deut. 33) Haazinu está escrito en un hebreo antiguo que se refleja en el uso de estructuras gramaticales arcaicas así como en la utilización de palabras poéticas poco frecuentes.


Como introducción a la parashá, el rabino Mordejai Ederi z”l, en su  notable traducción y comentario al Jumash, cita al Rabenu Bejaie (España siglo XIII): “La esencia de este cántico, es que Moshé devela ante el pueblo de Israel todos los acontecimientos de su futuro. Comienza desde la creación del mundo, de los pueblos, de Israel, finalizando en los días del Mesías.”

Sin embargo al adentrarnos en los detalles, las cosas no son tan claras. El uso de metáforas para anunciar sucesos futuros ha generado un sinfín de interpretaciones. Ante los enigmas que plantea el texto, ya el Midrash (Sifrei, Haazinu 322) plantea una fuerte discrepancia entre Rabi Iehuda y Rabi Nejemia. Para el primero, todo el poema hace referencia a Israel. Para el segundo, el cántico anuncia lo que le va a ocurrir a las otras naciones.

También para los investigadores modernos, las alegorías que plantea el poema hacen difícil su comprensión. Si bien reconocen la antigüedad del cántico, no se ponen de acuerdo sobre cuando pudo haber sido  escrito (desde el siglo XII al VIII AEC.) ni a que enemigos va dirigido. (Samaritanos, cananeos, asirios, etc).

Más allá de las complejidades que plantea el poema, a mí me impacta como comienza: «Escucha, cielo, y hablaré. Oiga la tierra las palabras de mi boca”. (Deut. 32:1). Los comentaristas centran su análisis en la mención del cielo y la tierra.

Rashi (Francia, siglo XI) sostiene que poner por testigos al cielo y a la tierra se vincula con el deseo de Moisés de proyectar sus palabras más allá de su propia muerte, “los cielos y la tierra permanecerán allí por siempre.” Abraham Ibn Ezra (España siglo XII) cita la interpretación de Saadia Gaón: “Los cielos se refiere a los ángeles y la tierra a los seres humanos.”

En lo personal, siento que la fuerza de las palabras de apertura del cántico, radica en los verbos; en el atrevimiento de Moisés de hacerse escuchar, en exigir atención y en sentir que tiene algo para decir. Ya sea un mensaje que trascienda su tiempo (Rashi) o uno que incluya a todos (Ibn Ezra).

Eso es, entre otras cosas, lo que lo hace un gran líder. Su convicción de querer transmitir un mensaje y que éste sea escuchado. Un mensaje que incluya a todos. No decir aquello que las encuestas indican, no dejar de decir aquello que resta votos, sino hablar desde el corazón, diciendo lo que uno cree, lo que uno siente.

En una época de palabras vacías y devaluadas, en donde se escucha más a un asesor de imagen que a la propia conciencia, Moisés, “el hombre más humilde” nos muestra una vez más las líneas maestras de un buen liderazgo. Ideales, determinación, firmeza y la fuerza de unas palabras que además de ser bellas son capaces de trascender en el tiempo.

Shabat Shalom y Shaná Tová!!

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