miércoles, 29 de septiembre de 2010

Parashat Vezot Habrajá





Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Claudio
Jodorkovsky




Asociación Israelita Montefiore



Bogotá, Colombia





Parashat Bezot Habrajá  no siempre goza de la atención que se merece debido a que nunca es leída durante un Shabat. Sin embargo, como última parashá del Sefer Torá, nuestros rabinos la destinaron a convertirse en la lectura de uno de los días más alegres de nuestro calendario, Simjat Torá, en el cual el festejo y la celebración por el fin del ciclo anual de la Torá no siempre nos dejan espacio para profundizar en sus contenidos. 



Pero a pesar de ser poco conocida, Bezot Habrajá contiene el texto que sirvió de base para uno de los relatos más famoso de la literatura rabínica. Nuestra 






Parashá nos dice “(D-s) vino desde el Sinai” (Devarim 31:2) y nuestros sabios en el Midrash se preguntaron: Si la Torá dice que la palabra de D-s “vino” desde el Sinai, ¿Hacia dónde es que fue?” (Sifrei Devarim 343) y respondieron enseñando que antes de entregar la Torá a Israel, el Santo Bendito Él la ofreció a otros pueblos. Primero fue donde los hijos  de Esav (Edom) y les preguntó:  “¿Aceptan la Torá?” –  “¿Qué está escrito en ella?”- preguntaron. “No matarás”, contesto D-s. A lo que ellos respondieron: “Señor del mundo, la esencia de nuestro patriarca consiste en la muerte (era cazador) y su padre le dijo que ese era su futuro , por ese motivo no podemos aceptar la Torá”. Fue D-s entonces a visitar a los hijos de Amon y Moab y ellos preguntaron: “¿Qué está escrito en la Torá?” – “No transgredirás las normas sexuales” – respondió D-s.  Finalmente contestaron: “La esencia de este pueblo está en su origen que es, justamente, la transgresión sexual (ya que ambos descienden del incesto de las hijas de Lot cometido con su padre). No, no podemos aceptar la Torá.” Después D-s se dirigió donde los hijos de Ismael. “¿Aceptan la Torá?” – les preguntó.  “¿Qué está escrito en ella?” – preguntaron ellos. “No robarás” – contestó Dios. Y ellos dijeron finalmente: “No podemos aceptarla. Nuestras tribus viven del robo y la rapiña (como está escrito en Génesis 16:12).” Y así, dice el midrash, no hubo en el mundo pueblo o nación que no visitara D-s y les ofreciera la Torá. Pero todas se rehusaron por algún motivo. Hasta que por último fue a visitar al pueblo de Israel y también les ofreció la Torá. Pero ellos no preguntaron nada y simplemente aceptaron diciendo: “Naasé Ve Nishmá”, cumpliremos y luego la estudiaremos. 


Este texto, legado a nosotros por nuestros sabios, y cuya base se encuentra en nuestra Parashá, nos muestra una faceta específica de la entrega de la Torá: El pueblo la aceptó libremente y eligió recibirla. Sin embargo, al contrastar esta historia con otro famoso texto de nuestra tradición, nuestros sabios nos plantean una aparente contradicción. El Talmud, en el tratado de 





Shabat (88a), cuenta que cuando el pueblo se preparaba para el encuentro en el Sinai, D-s arrancó la montaña de la tierra y la levantó, sosteniéndola sobre las cabezas de los hijos de Israel. “¿La aceptan?” – Preguntó – “Si la aceptan – bien, si no la aceptan – este será el lugar de su sepultura”.



El mensaje, en el caso de este Midrash, es el contrario: El pueblo no elige libremente la Torá sino que ésta les fue impuesta, quizás como una muestra de que la supervivencia del pueblo judío no puede ser garantizada si éste se aleja de los valores de la Torá. 

Tenemos frente a nosotros dos relatos de nuestros sabios llenos de simbolismos y grandes enseñanzas. Al poner uno frente a otro, sin embargo, y a partir de la aparente contradicción, pienso que se nos plantea con claridad la permanente tensión que existe en cada uno de nosotros sobre aquello que finalmente nos hace judíos: O somos judíos por mera imposición (por el simple hecho de nacer en el seno de una familia judía), o lo somos por decisión personal (por decidir, más allá de mi herencia familiar, identificarme activa y conscientemente con mi propia tradición). 

Cada año la festividad de Simjat Torá vuelve a proponernos el mismo desafío. Al concluir la lectura de la Torá y renovar su ciclo de aprendizaje y estudio, los judíos recordamos que no es suficiente con nacer judíos para recibir la Torá y ser herederos de su mensaje.  Debemos, además, elegirla libre y conscientemente, comprometiéndonos a cumplirla y estudiarla día a día y semana tras semana, porque es el único camino para conocer su mensaje y enriquecer nuestras vidas con él. 

¡Jag Sameaj! 

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