Por: Rabino Gustavo Kraselnik
El Escenario es imponente.
El Escenario es imponente.
El sol del desierto brilla con intensidad y la presencia majestuosa de las pirámides egipcias expone la pequeñez de esos dos hombres sentados contemplando el horizonte.
“Sabes”, - le dice Morgan Freeman a Jack Nicholson – “los antiguos egipcios tenían una bonita concepción de la muerte; cuando sus almas llegaban a las puertas del cielo, los dioses les hacían dos preguntas; de sus respuestas dependían que pudieran entrar o no.”
La escena está tomada de la película The Bucket List (“Ahora o nunca” en español) que proyectamos aquí la noche de Slijot que de alguna manera nos introduce a los Iamim Noraim.
Trata sobre dos pacientes terminales que deciden aprovechar sus últimos meses de vida para hacer realidad sus deseos que, incluyen entre otros, lanzarse en paracaídas, manejar un mustang y, por supuesto, ver las pirámides de Egipto.
Jack Nicholson, a quien le sienta de maravilla los papeles de un hombre petulante, se interesa por conocer las dos preguntas que hacían los dioses egipcios y Morgan Freeman, un sencillo mecánico de autos dueño de una amplísima cultura general se las dice:
La primera, ¿has encontrado felicidad en tu vida? Y la segunda, ¿has proporcionado felicidad a otros?
Jack Nicholson se pone nervioso y evade la respuesta. Ante la presión de su compañero de aventuras finalmente se quiebra y reconoce la angustia que siente de hallarse peleado con su hija.
Allí la película alcanza su punto de inflexión. A partir de esa escena, los protagonistas comienzan un intrincado camino de introspección que los lleva a reconciliarse con sus propias vidas y con sus seres queridos.
La muerte de cada uno, pronosticada desde el inicio de la película, dignifica a estos dos hombres y nos regala un bello mensaje sobre el sentido de nuestro paso por este mundo. Aquéllos que no la vieron, les recomiendo que lo hagan.
¿Has encontrado felicidad en tu vida? ¿Has proporcionado felicidad a otros?, esas son las preguntas que la antigua sabiduría egipcia planteaba como forma de evaluar la vida.
También la tradición judía comparte la idea de que debemos responder unas preguntas en el juicio final como testimonio de la forma en que hemos aprovechado nuestra vida en la tierra.
En un breve pasaje del Talmud (Shabat 31a) Rabi Aba ben Iosef bar Hama, conocido simplemente como Rava, un destacado maestro de la escuela babilónica que murió a mediados del siglo IV, sostiene que a la hora de partir de este mundo se nos formularán 6 preguntas.
En esta noche sagrada que nos emociona y nos desafía, en este día de ayuno y reflexión en donde buscamos sentido a nuestra propia existencia, quizás podamos encontrar orientación y guía al conocer aquellos interrogantes que deberemos responder cuando dejemos este mundo.
Las preguntas son iguales para todos, pero las respuestas son exclusivas de cada uno.
¿Cuál es la primera pregunta que se nos va a formular cuando afrontemos el juicio final? ¿Qué crees?
Nasata Venatata Beemuna?
¿Fuiste honesto en tus negocios? ¿Cómo? ¿Qué pasó? Sí, escuchaste bien.
La primera pregunta no es si crees en Dios, cuantas veces rezaste o si observas puntillosamente el shabat. La pregunta que abre el juicio sobre tu vida inquiere sobre tu honestidad a la hora de los negocios.
Veo algunas caras de sorpresa.
Para la tradición judía nunca existió una disgregación entre la ética y la observancia religiosa. La ley judía establece tanto lo que tú puedes comer como la forma en que debes comportante en tus relaciones comerciales. Ser “kosher”, en todo el sentido de la palabra.
Lo que deberíamos intentar comprender es cuál es la razón por la cual esta pregunta es la primera de nuestro juicio. Y creo que la clave está no sólo en los negocios, sino fundamentalmente en la honestidad.
¿Qué clase de vida has vivido si no has actuado con verdad, con lealtad? Si no eres honesto con los otros, ¿acaso puedes esperar ser honesto contigo mismo? ¿Y con Dios?
¿Fuiste honesto en tus negocios? Esa es la primera pregunta que debes responder; veamos la segunda.
Kabata Itim Latorá?
¿Fijaste tiempo para el estudio? Es decir, ¿estableciste un tiempo determinado para estudiar?
Tu agenda, como la mía, seguramente está abarrotada de reuniones de trabajo, de eventos sociales y demás actividades. Fijamos tiempo para todas las cosas.
Rava nos invita a fijar también tiempos para estudiar, estudiar Torá, que en sentido amplio se refiere a todos los textos de la tradición judía.
Fuimos llamados el pueblo del libro, ¿cuántos de nosotros lo hemos leído?
La palabra Torá generalmente se traduce como Ley, eso viene de la Septuaginta , la traducción al griego que utilizó la palabra “Nomos”, ley. Sin embargo, en hebreo, la palabra Torá viene de la raíz Hei Resh Hei que es la misma de la palabra Moré, maestro. Torá significa enseñanza, guía.
Sin estudio no hay aprendizaje. Sin enseñanza y orientación perdemos el rumbo que da sentido y armonía a nuestra vida. ¿Fijaste tiempo para el estudio? Ojalá tu respuesta sea afirmativa.
Asakta Bifria urvia?
¿Te ocupaste de tu descendencia? Esa es la tercera pregunta.
La procreación es la primera mitzvá que recibe el ser humano: “Procread y multiplicaos” dice la Torá (Gen 1:28). De la misma forma que somos descendientes de nuestros ancestros, debemos convertirnos en ancestros de nuestros descendientes.
Como cualquier especie, también la nuestra aspira a reproducirse para garantizar su continuidad; pero los hijos en particular y la descendencia en general, representan no sólo la proyección en el tiempo sino la capacidad del ser humano de alcanzar la inmortalidad. Nuestra presencia en el mundo trasciende nuestra propia vida, permanecemos aún después de muertos en el legado de nuestros hijos y nietos.
Por eso, debes invertir tiempo para compartir con tu familia. Debes estar cerca de ellos para guiar y contener, para marcar límites y extraer el maravilloso potencial que hay en cada persona.
Ser padres es una de las más maravillosas experiencias de la vida. Sin embargo, no hay escuela para aprender. Es la propia vivencia la que nos va formando en el arte de educar a nuestros hijos. Requiere dedicación y requiere tiempo. Es un gran esfuerzo pero el resultado es extraordinario.
¿Te ocupaste de tu descendencia?, la tercera pregunta a la hora del juicio y la tercera pregunta para esta noche sagrada.
Tzipita Lishua?
¿Anhelaste la salvación? Es la pregunta siguiente en la lista del Talmud.
Anhelar la salvación es mucho más que desear que llegue la época mesiánica. Significa vivir con esperanza en el corazón sabiendo que el futuro puede y debe ser mejor. Significa afrontar con fortaleza e integridad los desafíos que la vida te depara. Significa tener la convicción de soñar y trabajar por un mañana distinto.
Nuestro anhelo por la salvación lo reafirmamos repetidas veces en nuestras plegarias; cada vez que recitamos el Kadish esperamos que el reino celestial sea establecido Baagalá Ubizmnan Kariv, pronto y en nuestros días.
Nuestros profetas describieron la época mesiánica como un tiempo de paz, armonía y solidaridad entre los seres humanos. Una era de convivencia fraternal entre todos los hombres y mujeres que habitamos el mundo.
La capacidad de hacerla realidad está en nuestras manos, en nuestras acciones de cada día. Dios espera que seas su socio en la tarea de acercar la redención.
Puede que te parezca un objetivo demasiado ambicioso, pero es tu responsabilidad ayudar al proceso. Imagina que tan lejos pudiéramos llegar si cada uno fuera capaz de acercarla aunque sea un centímetro.
La quinta pregunta de la lista de Rava dice: Pilpalta Bejojma?
¿Discutiste con sabiduría?
El pilpul, la discusión, es el método de estudio del Talmud. Intercambiar ideas es un ejercicio que nos lleva a crecer. Adquirimos nuevas perspectivas, nuevos enfoques.
Para la tradición judía, es nuestro deber defender nuestras convicciones incluso frente a Dios mismo. Abraham, el primer patriarca, discute con Dios ante la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra.
Confrontar otras ideas nos obliga a revisar criteriosamente las nuestras y nos motiva a profundizar en nuestro propio análisis. La discusión nos estimula a reformular ideas y argumentos y nos invita a escuchar al otro.
Rava pregunta si discutiste con sabiduría.
La discusión es sabia cuando confronta conceptos y no personas, cuando es vista como una comparación de propuestas y no de egos. Cuando el razonamiento del otro me enriquece y me lleva a elevar mi propio proceder así como mi opinión permite a los demás tener una visión más amplia.
La sabiduría es el conocimiento que obtenemos como fruto de la experiencia. La Verdad es un prisma con muchas caras y que sólo es posible reconstruir a partir de conjugar visiones desde ángulos diversos. Discutir con sabiduría nos permite ser capaces de tener una mayor amplitud en nuestra visión de la vida.
Queda una última pregunta en la lista de Rava. Tampoco ésta se refiere a cuánto rezaste o qué comiste.
Hebanta davar mitoj Davar?
¿Comprendiste una cosa de otra? O, quizás podríamos traducir ¿Comprendiste lo que se halla dentro de todo?
A diferencia de la pregunta anterior que planteaba el uso de la sabiduría, entendida como la capacidad de acumular experiencia, aquí se hace referencia al conocimiento. El conocimiento que surge de la comprensión, de entender las cosas.
¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Cómo se manifiestan esas prioridades en tu vida cotidiana?
La comprensión es lo que te permite armar el rompecabezas de tu vida. Te ayuda a apreciar que eres más que un eslabón en la cadena de la especie humana. Que fuiste creado a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto eres único.
La comprensión te permite visualizar que tu tiempo en este mundo es limitado. Que eres mortal y por lo tanto debes aprovechar la vida en plenitud. Que tienes la oportunidad de dejar una huella en tus familiares, en tus amigos, en la sociedad en la que vives.
En última instancia, la comprensión es lo que te va a permitir, a la hora del juicio, dar una respuesta afirmativa a cada una de las seis preguntas.
Recuerda, las preguntas son iguales para todos; pero las respuestas son exclusivas de cada uno.
Lo importante es que puedas preguntártelas a ti mismo ahora, para que puedan ser un punto de inflexión en tu vida dotándola de mayor profundidad y mayor significado.
“Pasa en la vida, pasa en las películas, pasa en TNT”, dice la publicidad del canal de cable.
Ni Morgan Freeman ni Jack Nicholson están por aquí; no estamos contemplando las pirámides egipcias ni tenemos un hermoso día de sol en el desierto.
Sin embargo, al igual que ellos, también nosotros sabemos, esta noche más que cualquier otro día en el año, que nuestras vidas tienen un final.
Y conocemos las preguntas que de acuerdo a nuestra tradición nos serán formuladas cuando dejemos este mundo. Es hora de comenzar a responderlas afirmativamente.
En la película The Bucket List, Morgan Freeman y Jack Nicholson, pasaron de ser dos desconocidos a dos íntimos amigos que vivieron con intensidad y pasión sus últimos meses de vida dándonos una bella lección sobre el sentido de nuestra propia existencia.
Y como dice la publicidad “Pasa en la vida, pasa en las películas”, en la vida real, el mejor amigo de Jack Nicholson es otro actor, Warren Beatty, el mismo que protagonizara allá por el final de los 70´s otra inolvidable película: El cielo puede esperar.
En esta noche de Yom Kipur, responde las preguntas afirmativamente y haz la diferencia en este mundo.
La tradición judía cree en la vida antes de la muerte.
El cielo puede esperar.
Pero tú no.
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